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Nadie es profeta en su tierra. Durante años eso le ha ocurrido el cine español, tan alabado en festivales —tanto en los certámenes considerados de autor como en los de género del terror— como denostado en sus propias salas. Peor aún lo pasa la animación: unir en la misma frase dibujos animados españoles con la palabra quimera suena a quimera.

Y, sin embargo, un paseo por el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy —el más prestigioso del mundo en este formato— que se celebra esta semana en Francia parece confirmar que hay vida, y mucha, para la animación española actual. Piensen lo que piensen en España. Da igual de que sean pocos los espectadores de Gru, mi villano favorito los que sepan que el español Sergio Pablos fue quien ideó lo que hoy es una popular saga (francesa) con el sello de Hollywood. No importa que el último largometraje de Raúl García (El lince perdido), Narraciones extraordinarias, que ilustra los mejores cuentos de Edgar Allan Poe con voces como la del recientemente fallecido Christopher Lee, todavía no tiene distribución en España. En la revista Variety sus nombres son reconocidos, como los de Borja Montoro (SPA, el estudio de Pablos), Carlos Baena (Paramount) y muchos más como muestra del “inmenso talento” que hay en la animación española. Y en Annecy, la meca del cine animado, nadie duda del dibujo español.

El optimismo viene respaldado por los datos. Este año se han dado cita en el llamado Cannes de la animación más de 264 representantes españoles, la mayor delegación en este foro después de la presencia francesa. Además están las cifras presentadas en este festival por el Observatorio Audiovisual Europeo en la primera parte de un estudio encargado por la Comisión Europea. Según el informe, España es el quinto productor de animación del mundo (con 28 títulos entre 2010 y 2014). Y la venta de entradas de estos filmes fuera de España supera incluso a la cinematografía francesa, conocida por su amor y apoyo a lo que durante años se conoció como dibujos animados: 11,3 millones contra 8,8 millones. Cifras que llegan en una edición en que España es el país invitado en Annecy y películas como Pos Eso, de Sam Orti, compiten por el que se considera como el Oscar de la animación tras triunfar en otros festivales (Chile, Bolonia y el Anifilm de la República Checa).

“Buscamos el efecto rebote”, explica Carolina López, comisaria de la muestra De bocetos a pixeles. Más de cien años de la animación en España que se exhibe estos días en Annecy. Un programa con el que muestra que los hitos animados españoles, las candidaturas al Oscar de Chico y Rita y de La Dama y la Muerte, o el taquillazo de Las aventuras de Tadeo Jones, no son más que la punta del iceberg de una industria que existió y existirá.

Hace falta que España se crea su animación, porque en e resto del mundo ya se ha hecho oír. Paramount Animation aprovechó el festival para confirmar su rumoreada alianza con los madrileños estudios Ilion para que se encarguen de proporcionar servicios de animación a su próximo estreno. Y Paramount ya ha adquirido para su distribución mundial las dos próximas películas de los estudios Lightbox, Atrapa la bandera y Las nuevas aventuras de Tadeo Jones. “La animación en España es genial, pero también necesitas la promoción, el reconocimiento, algo que nos han enseñado estudios como Pixar”, recordó Ghislain Barrois, consejero delegado de Telecinco Cinema y productor de los dos anteriores filmes. Cómo dice el eslogan de su campaña, “sin promoción no hay emoción”. El festival, que concluye el domingo, también sirvió para que GKids confirmara sus planes de distribución en Estados Unidos para Narraciones extraordinarias, el santo grial de toda película de animación, y para que Sergio Pablos presentara el germen de su próximo largometraje, Klaus, que desea dirigir enteramente en España.

Un panorama de la industria española demasiado animado como para ser verdad. Incluso en el optimismo nadie se engaña. Las ayudas fiscales en España para atraer la inversión extranjera en el sector están en el 15%, una cifra que palidece en comparación a otros países. Los planes para realizar Klaus en España recuerdan a la tenacidad de un Ulises resistiéndose a la tentación de las sirenas, en este caso canadienses, un país que ofrece lo que haga falta con tal de llevarse esta producción a otras tierras.

Lucía Recalde, directora del programa Media de la Comisión Europea, también es consciente de “la fuga continuada de talento español —una vez formado— a Estados Unidos, donde la oferta laboral es mayor y mejor remunerada”, además de continua. Y el estreno de Pos Eso, en poco más de 20 cines en España pese a contar con la voz de Santiago Segura y llenar las salas de los festivales, es una muestra de los lastres que todavía pesan en la animación española. “Yo soy moderadamente optimista aunque también sé que se necesita un diálogo útil entre instituciones, empresas e inversores para que esto siga adelante”, resumió José Luis Farias, al frente del encuentro multimedia 3D Wire, otros de los eventos más visitados durante estos días del jubileo animado español en Annecy.

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