La realidad casi apocalíptica de las imágenes que estaban retrasmitiendo minuto a minuto del incendio nos mantuvo a muchos atentos al televisor durante bastantes horas. Pareciera que se estuviera quemando nuestra casa.
La madrugada del 16 de abril y tras varias horas de lucha sin cesar por parte de los bomberos y de las autoridades francesas la situación terminó con el derrumbe de la aguja de la catedral y el tejado. En el interior muchos bienes muebles también sufrieron graves daños.
Arrancaba entonces el debate sobre cómo afrontar la reconstrucción del edificio, al igual que sucedió en el año 1845. Momento en el que la señora de París se encontraba en un estado ruinoso tras casi 800 años de vida.
La resurrección de Nôtre Dame: La historia de Viollet-le-Duc
En esta ocasión le ha llegado el turno a el parisino Eugène Viollet-le-Duc (1814-1879), arquitecto y escritor conocido y criticado por sus "restauraciones" interpretativas de edificios medievales.
El cómic arranca prácticamente con la etapa formativa de Viollet en compañía de su tío E. Delécluse, del que se sabe bastante poco. Con él recorrerá Francia conociendo, estudiando y dibujando gran cantidad de los monumentos góticos del país. De esa manera obtendrá un profundo conocimiento sobre la arquitectura de la época que, posteriormente, utilizará para afrontar su primer encargo y prueba que fue la Basílica de Vézelay, en el departamento francés de Yonne. Tendría que devolver su aspecto al viejo edificio y recuperar de esta manera una joya del románico francés.
Con este primer encargo empezaría una trayectoria increíble que le llevaría a participar en la reconstrucción y recuperación de muchos de los edificios góticos del país incluyendo Nôtre Dame de París. La ciudadela de Carcasona, el castillo de Roquetaillade o la Sainte Chappelle de París son algunos de los testimonios que hoy en día podemos seguir disfrutando gracias a la intervención del arquitecto.
Todo ello en contra de las tendencias del momento y la oposición de La Escuela Nacional de Bellas Artes que abogaba en muchos casos por la demolición y desaparición de estos edificios góticos que consideraban productos de una época oscura y pasada. De estos enfrentamientos nacerán frases
como “La arquitectura gótica es el arte de Francia” que estarán presentes en muchos de los debates que Viollet tuvo que mantener con sus opositores.
Es curioso como pocos intelectuales apoyaban esta defensa del gótico. Entre ellos se encontraba el conocido escritor Víctor Hugo (1802-1885) que gracias a su novela El jorobado de Nôtre Dame (1831) consiguió empezar a generar cierto cariño y protección hacia el viejo edificio. Con obras como la suya se consiguió que no fuera demolido hasta la intervención de Viollet-le- Duc. Por si es de vuestro interés, os recuerdo que hace pocos meses salió publicada en la colección de Zenda-Edhasa la novela anteriormente mencionada.
Como podéis observar, realmente que, a día de hoy, se haya conservado Nôtre Dame no ha sido nada fácil, incluso podría haber desaparecido como tantos otros edificios históricos en Europa. Pero sobrevivió y Le-Duc le dedicó casi veinte años de su vida. La obra de recuperación finalizó el 31 de mayo de 1864.
A lo largo de las viñetas observaremos los problemas, imprevistos y tejemanejes políticos que tendrá nuestro protagonista que afrontar para la realización y finalización de esta titánica obra. En este viaje cabe destacar que le acompañarán otros personajes como el arquitecto y compañero Jean-Baptiste-Antoine Lassus (1807-1857) que fue un nombre fundamental, parte muy importante de la obra y del que apenas se habla. Es una alegría que Salva Rubio le de mucha presencia en la historia.
También pasearán por sus páginas el escultor Adolphe-Víctor Geoffroy-Dechaume (1816-1892), responsable de escultura de la catedral y que nos ha legado figuras tan conocidas como las famosas gárgolas o la representación de reyes, apóstoles y otras formas que conforman la catedral. La gran mayoría de ellas, en muchos casos, se salvaron del reciente incendio debido a que se acababan de desmontar y trasladar para su cuidado y restauración.
Por último, no quiero olvidar al escritor, historiador y arqueólogo francés Prosper Mérimée (1803-1870), que, a pesar de su vida libertina y curiosa forma de ser, fue un pilar fundamental que durante veinte años utilizó su posición e influencia para llevar a cabo la conservación del patrimonio gótico francés.
Todos los personajes anteriormente mencionados han dejado una impronta importante en el edificio que conocemos hoy en día. Como se puede ver en el cómic estuvo a punto de desaparecer y no por causa de un incendio, sino por considerarse simplemente un edificio obsoleto a nivel artístico y que no se merecía una ciudad como París.
A la estupenda narración y detalle de la obra hay que unir un dibujo bastante adecuado y que se crece en los paisajes y en la arquitectura. Ocaña consigue aplicar tonos y colores de una manera sencilla pero efectiva de tal manera que nos acaba sumergiendo en la Francia de la segunda mitad del siglo XIX.
El debate sobre los elementos añadidos o invitados por Le-Duc en los trabajos como el caso de la famosa aguja que desapareció durante el incendio, es otro debate sobre el que no voy a entrar hoy. Esto daría para otro artículo y realmente nos desviaría del cómic sobre el que estamos hablando. Aunque en su interior sí que está presente este debate en diferentes momentos y conversaciones que el arquitecto tiene con sus trabajadores.
Desde mi punto de vista es una obra bastante recomendable y casi de actualidad ya que seguimos a día de hoy sumergidos y expectantes sobre cómo será el nuevo renacer de la catedral de Nôtre Dame. ¿Se hará simplemente una reconstrucción de lo que había incluido los nuevos añadidos de Viollet-le-Duc? ¿Sufrirá cambios importantes y se añadirán elementos modernos adaptados a las nuevas tendencias?
Según comentó Enmanuel Macron hace unos meses la catedral reabrirá sus puertas de nuevo en 2024 coincidiendo con la inauguración de los nuevos Juegos Olímpicos de Paris. Al frente de las obras de restauración actualmente se encuentran el arquitecto jefe de sitios históricos de Francia, Philippe Villeneuve. Este ha indicado en varias declaraciones que la restauración seguirá su diseño anterior, incluida la aguja de 96 metros.
Lo que está claro es que no tendremos que esperar 20 años para poder disfrutar de una de las mayores maravillas del gótico y de la historia de Francia.