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Intemperie es sed, sequía, sol, soledad, sudor, silencio... Es la huida de un niño de la violencia que le rodea. Es la primera novela de Jesús Carrasco (Olivenza, Badajoz, 1972), publicada en 2013 por Seix Barral, que fue un éxito en la Feria del Libro de Fráncfort, ha sido traducida a una veintena de idiomas y tiene en marcha dos adaptaciones en distintos formatos: el cinematográfico y el cómic. Del primero, Carrasco prefiere no hablar mucho: "Ya está encaminado, que es algo que no podía decir hace un año". El segundo ha hecho que dos Aves con destino Madrid reunieran al escritor afincado en Sevilla y al ilustrador Javi Rey (Bruselas, 1982), que vive en Barcelona.

Es la segunda vez que se ven, la primera fue para poner en marcha el proyecto de la adaptación al cómic de Intemperie. Y en la palabra adaptación hace hincapié Carrasco: "Es la clave. Hay que mantener el espíritu del libro, pero yo debo quedarme al margen. Javi es el autor de la novela gráfica". A Rey, esa fue una de las cosas que le fascinó de este trabajo: "Me encargo de todo, de ordenar, estructurar, del guion... Soy el director de la película, antes había sido el dibujante, ahora controlo todos los elementos. Jesús es la barandilla a la que agarrarme si lo necesito".

En el primer encuentro, Carrasco intentó transmitir a Rey el sentimiento y el ambiente de la novela. El ilustrador recuerda dos ideas fundamentales con las que se quedó: "En la cabeza del niño [protagonista] el alguacil es un personaje diabólico y lo importante que era explicar la evolución de la relación entre el muchacho y el cabrero". A partir de estas pinceladas, y de otras más, Rey está creando Intemperie en su lenguaje que es el del cómic, con los recursos que este le permite, diferentes, claro, a los de la escritura. Lleva aproximadamente la mitad, la tiene que acabar en agosto para su publicación en noviembre. Y aunque le queda representar algunas de las escenas más hostiles de la historia, dice que el trabajo duro ya está hecho. Recuerda la reacción del escritor cuando le mandó las primeras 30 o 40 páginas. Le llamó por teléfono y antes de dar su opinión tuvo la sensación de que Carrasco hizo una pausa dramática que duró días. Finalmente, le dijo que le había emocionado y reconoce: "Como dibujante lo mejor que te pueden decir es que transmites emociones".

De emociones, de sentimientos, de sensaciones está llena Intemperie, se infiltran en las neuronas del lector y en cada uno de los poros de su piel. Son sensaciones físicas y psíquicas que Carrasco hace llegar con su magnífica prosa. Para conseguir que eso se logre también con la adaptación, le enseña a Rey partes del taller donde cocinó la novela, ya que ahora se iba a colocar detrás del texto: de dónde procede la atmósfera asfixiante, el contexto, el tiempo, el espacio... Carrasco revela las localizaciones, "a estas alturas ya lo puedo decir". En el libro no hay topónimos pero todo transcurre en un terreno de sobra conocido por él, son los alrededores de Torrijos, el pueblo toledano donde vivió durante su infancia y adolescencia y el castillo es el de Caudilla, del que solo queda un torreón y un muro. Tampoco se hace referencia a ninguna época, sin embargo él tiene apuntado en su cuaderno los días que ocurrió. "Tenía que calcular las lunas", se justifica. No es una historia real con nombres concretos, en la novela no usa ninguno, pero el conflicto fundamental surgió del titular de una noticia.

Rey usa las herramientas del cómic: pequeños detalles como que todos los personajes tengan los dientes con defectos simboliza lo hostil del entorno en el que viven; siempre que en las viñetas hay primeros planos, las moscas están presentes en la escena como recurso para mostrar el calor y el mal olor; la gama cromática cálida, con textura, que ensucie, que represente la sofocante llanura infinita. Para los colores que ha usado se quedó con una descripción del libro en la que dice que el precipicio está donde acaba la sombra, ahí hay que luchar para sobrevivir. Y representar al alguacil como un monstruo es un recurso que el cómic permite y que forma parte del espíritu de la novela. Una novela en la que casi no hay diálogo, se actúa más que se habla, en la adaptación esto se mantendrá. Rey quiere comenzar dándole voz al narrador a las palabras de Carrasco, pero luego solo habrá diálogos muy escogidos entre el niño y el cabrero, cuya relación pasa, de manera muy sutil, de la desconfianza entre ambos a la protección mutua, evidente pero invisible.

Confianza es otro de los conceptos que recalca Carrasco. Se fía plenamente del trabajo de Rey. "Ha puesto imágenes a mis pensamientos", subraya. Su relación es telefónica y por correo electrónico, pero ambos afirman que se tratan como si conociesen de antes. Con Intemperie han trabajado y trabajaran multitud de manos: editores de otros países, traductores, el director de la película, guionistas... Carrasco solo lo entiende si hay confianza.

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