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Hace un año el joven dibujante Josep Salvia (Mollerussa, 1981) debutaba en la novela gráfica con Cisco (Panini), la historia real de un hombre que perdió la Guerra Civil pero no renunció a sus ideales. Lo curioso es que no era su primer cómic ni el primero que giraba en torno a la Guerra Civil; porque antes estuvo trabajando en un proyecto que dió muchas vueltas y que, finalmente, tras sufrir una gran transformación, publica ahora con el título de Una caja de galletas. Una historia de guerras y dibujos (Diábolo Ediciones). Y en la que mezcla la historia de su familia en la Guerra con su propia batalla creativa al intentar publicar este cómic en Francia.

El dibujante nos cuenta de dónde sale ese curioso título: "Cuando murió mi abuelo en 1985 dejó un armario lleno de objetos curiosos -al menos para alguien nacido en 1981- como una calculadora de leds, un tocadiscos portátil de 45 rpm, una vieja cámara de fotos, una cámara de vídeo de super 8... y una caja metálica, de esas que nuestras abuelas rellenaban de galletas, pero esta estaba repleta de fotografias".

"Todas eran antiguas -continúa Josep-, y las más viejas eran de la época de la guerra civil. En dos de ellas, mi abuelo aparecía con uniforme de conductor. Junto con su hermano Claudi se alistaron voluntarios como conductores para así, evitar ir a primera línea de frente y salvar la compañía (Autocares Salvia) de las colectivizaciones. La empresa sigue en pleno rendimiento con la cuarta generación al mando. Mi abuelo llevaba el coche de un capitán y Claudi llevó a los milicianos de Durruti al frente de Aragón".

"Quise destacar con el título -concluye- la sencillez que representa una simple caja de galletas y la complejidad que esta adquiere al contener toda una vida en imágenes. Por otro lado, esta historia es una parte de una más compleja que me rechazaron tres veces las editoriales francesas una vez firmados los contratos y quería contar esa -mala- experiencia en un mismo libro y así espantar mis demonios".

Su propia lucha de gigantes

Y es que, para Josep esa experiencia con las editoriales francesas fue muy frustrante: " Tiempo atrás gané el premio a mejor historieta de humor del concurso de cómic Ciutat de Cornellà. Allí, me convencieron (Joso y Monteys, aunque no se acuerden) para que presentase mi trabajo al festival de cómic de Angulema, en Francia, la meca del tebeo europeo. Presenté nueve o diez páginas de una historieta de humor que preparé para la ocasión y en el último momento se me pasó por la cabeza dibujar cuatro páginas basadas en las historias de la guerra civil que se contaban en casa. Con este material fui a Francia a la aventura".

"En todas las editoriales que presentaba mis cómics -añade-, descartaban la historieta de humor y preguntaban por esas cuatro páginas. Al final solo presentaba esas cuatro páginas. Llegaba cada día al hotel con tarjetas y papeles con mails para que les enviase más material porqué tenían ganas de ver cómo continuaba la historia. Finalmente, hubo tres editoriales muy interesadas en el proyecto con las que firmé contrato y a medida que iba acabándolo, se negaban a editarlo aludiendo distintos motivos -¡que cuento en el libro y que no voy a desvelar ahora!-. Al final descarté publicarlo. La última editorial con la que trabajé ¡hasta me pagaron el adelanto de los derechos de autor!, pero prefirieron que el cómic no viera la luz... ¿Porqué? Eso debe descubrirlo el lector".

"Por aquel entonces -concluye Josep- había empezado a trabajar con mi novela gráfica Cisco (Panini 2017) y decidí dar carpetazo a La Caja. Pero claro, con esta historia ahí en el cajón era difícil conciliar el sueño y no quería resignarme. Y un día, así de repente, ¡zas! se me ocurrió de escojer las historias más interesantes, -a mi humilde criterio, claro- volverlas a dibujar con un estilo más cartoon y con más libertad -la libertad que me había otorgado la experiencia,las canas...- y mezclar lo vivido y sentido en un mismo cómic. ¿Quería usar la novela gráfica como terapia o en el fondo solo era una manera fina de cagarme en su puta madre? Y ¡tachán!, la cosa cuajó y aquí, en España, me ofrecieron varios contratos editoriales para publicarlo".

"Publicar un cómic no es difícil"

Basándonos en esta frustrante experiencia preguntamos a Josep hasta qué punto es díficil publicar un cómic en España. "¡Espero que nadie se fije en mi, por diós! (jajaja). Yo no soy lo que se puede llamar un dibujante muy ortodoxo. Me siento muy nuevo en el mundo del cómic. Nací en una zona rural dónde el tebeo no está a la orden del día -y sigue sin estarlo- y hasta que llegué a la Escola Joso solo había leído Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape y algún cómic fugaz americano de grapa..."

"Por suerte -añade- la literatura me había atrapado años antes y no iba de vacío, pero la mayoría de compañeros de Joso llevaban encima una bibliografía muy extensa sobre cómic europeo, manga, americano y alternativo que yo, estaba a años luz. Con diecinueve años llegué a Barcelona y volví a nacer. Salí del campo y llegué a la gran ciudad con los ojos abiertos y con muchas ganas de aprender. No quería volver con las manos vacias".

"Dicho esto -continúa-, creo que ahora puedo decir que publicar un cómic no es difícil siempre que tengas una buena base técnica, literaria  y, sobre todo, narrativa. Por encima de todo, lo más fascinante del cómic es tener el poder, casi divino (jajaja) de dominar la mirada del lector a través de las viñetas y jugar con el ritmo de lectura. ¡Eso es mágico y me encanta!"

"Leer, en general, (no solo cómic), es a mi entender la base para sumergirse en cualquier disciplina artística. Y porqué no, en la vida. Leer nos hace libres y educa nuestra conciencia crítica, más que necesaria en la era de la sobreinformación y la post-verdad" -concluye Josep-.

La Guerra Civil

Una caja de galletas es, sobre todo, la historia de su abuelo y de su familila durante la Guerra Civil. Un tema que apasiona a Josep. "Supongo -asegura- que fue gracias a esa caja mágica que encontré en el fondo del armario y a ese niño curioso que fui. Por desgracia, perdí demasiado pronto a mi abuelo para poderle preguntar. Su brazo atrofiado fue testigo del bombardeo de Lleida y tuvo que vivir con la metralla en el antebrazo el resto de sus días. Me hubiese fascinado poder hablar profundamente sobre el tema con él. Por suerte pude entrevistar a su hermano Claudi que con más de noventa años se mantenía lúcido y con una memoria invencible".

Un cómic que tiene cosas en común con su anterior obra, Cisco. "Supongo -nos comenta- que mi pasión por la guerra, las ganas de contar una historia y esa obligación moral de no permitirme que el maldito paso del tiempo acabe con todo lo que amamos. Me gusta mucho la idea de que otros puedan disfrutar, desde una prespectiva de "ventana indiscreta" de las vidas de esos hombres y mujeres de otros tiempos. Ahora vivirán para siempre.

En cuanto a los protagonistas del cómic, Josep destaca a: "Mi abuelo y su hermano, por la proximidad familiar, por supuesto, pero el villano Manuel Goas y sus apariciones en la narración me encantan. Debo destacar el personaje de Miquel, el cuñado de mi abuelo: Fue un soldado franquista condecorado y vencedor convencido. Precisamente, hace poco me contaron que renunció a una paga anual de un millón de pesetas (¡un millón en 1939!) por controlar la represión en su pueblo, Vila-sana. Vamos, no quiso ser el chivato del pueblo. Vivió de su esfuerzo diario y nunca señaló a nadie. Aunque no lo conocí, es un personaje al que le tengo mucho cariño por su honradez".

En cuanto a los episodios verídicos del cómic, Josep destaca: "La historia que vive Miquel en Zaragoza es un capítulo extraordinario de la guerra civil que todo dios conoce, pero creo que es la primera vez que se le pone nombre.¡Espero que los historiadores no me flagelen por esta afirmación!".

"Y uno de los capítulos de Malena y su hermano que es, sin duda, el más emotivo. No puedo leerlo sin emocionarme. Malena murió hace poco y cuando hablaba de su hermano Gabriel, sin quererlo, se le humedecían los ojos. Fue una mujer muy trabajadora que vivió solo para hacer felices a los suyos".

Un cómic muy visual

Como en Cisco, destaca la originalidad narrativa y visual que Josep derrocha en cada página. No hay ninguna igual a la anterior y en todas busca nuevos desafíos: "Una peculiaridad de este cómic -afirma- es que no hice Story board porqué tenía muy claro cómo debía de ser cada capítulo. Sólo esbribí una bíblia muy esquemática de lo que quería contar, pero fueron tantas las vueltas que ya le había dado anteriormente que las páginas fluian de forma natural".

"De la misma forma que me siento poderoso controlando la narrativa en cada viñeta -añade-, me pasa lo mismo al saltar de una página a otra. Me encantan las viñetas grandes y no me gusta rellenar una misma página con miles de viñetas con dibujos diminutos. Prefiero dejar una gran viñeta a toda página para que respire, sin contemplaciones, y después ya vendrá la siguiente, ¡que el papel ya lo pagará la editorial!".

"Me gusta la línea firme, consistente, y las manchas negras. Me siento muy cómodo con el entintado digital, mi línea manual es demasiado temblorosa para mi gusto y me vuelve más inseguro -añade el dibujante-.

Cada capítulo comienza con una original visión panorámica de la ciudad en la que se desarrolla. "Supongo que lo hago -confiesa- dejar respirar la narración. No sé que debe pensar el lector cuando llega ahí, ¡miedo me da!. Quería hacer una interpretación de la realidad y no planos con perspectivas exactas de manual, me aburría la idea. También veía interesante que los personajes se quejaran del dibujo o de su situación en el tebeo, del mismo dibujante o que se confundieran en medio de los capítulos de otros... La idea me parecía divertida e iba surgiendo sobre la marcha, sin premeditación. Fue como una guerra constante con o contra mis personajes. Quería explorar su actitud en una situación determinada y al mismo tiempo huir a toda costa del plano general y de la perspectiva. Simplemente, estos dibujos figurativos han sido una manera de explorar mi libre albedrío".

En cuanto a sus proyectos, Josep nos comenta que: "Cecilia Hill, mi pareja, esposa y musa a la vez me propuso hacer un cómic juntos. Ella es redactora, periodista, filóloga y amante de la literatura hispánica y trabaja para distintos medios digitales. El proyecto trata sobre un conocidísimo autor español al que amamos y que, inevitablemente y como tantos otros, se ve envuelto en nuestra cruenta guerra civil. Las primeras páginas ya han recibido el apoyo de unas cuantas editoriales pero no podemos desvelar el contenido hasta firmar contrato. Aún estamos en proceso de negociación".

"Después de Cisco y Una Caja de Galletas -concluye- quería dar un respiro al "guerracivilismo" y afrontar otros horizontes comiqueros, pero creo que Cecíla posee un talento que dará que hablar en un futuro próximo y no podía dejar escapar esta oportunidad. Eso si, esta vez me aventuro en el asombroso mundo del color. El resultado es algo especial, entrañable..."

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