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Aparecido en Italia en 2016, lanzado a Estados Unidos por Fantagraphics este año y misma fecha en que ha llegado a España de la mano de Salamandra Graphic, La tierra de los hijos es la última novela gráfica de Gipi, seudónimo del dibujante italiano Gian Alfonso Pacinotti. Un cómic que recibió el Gran Premio de la Asociación francesa de Críticos 2017.

Ha habido un apocalipsis, no se especifica cómo, solo se sabe que el planeta está lleno de venenos. La idea, en palabras de su autor, proviene de la necesidad de especular cómo sería la vida en la Tierra si los supervivientes a un cataclismo pasasen mucho tiempo en un búnker.

Ante ese panorama, Gipi imagina que muchos padres ahogarían a sus hijos al nacer para evitarles el sufrimiento. Y los pocos que quedasen, serían analfabetos. Así son los dos protagonistas, un par de hermanos. Su padre cuida de ellos con mano dura. Es estricto, borde, intenta llevarlos con disciplina.

Su actitud es deliberada, la única manera de que sobrevivan en ese entorno es endureciéndose. Un ejemplo lo tenemos en las primeras páginas. Los chicos cazan un perro, pero se olvidan de desollarlo y sacarle las tripas. Su padre les tiene dicho que lo hagan inmediatamente, en cuanto lo maten. Al pasar el tiempo, solo pueden aprovechar su piel.

Hasta ahí, los clichés del género. Es interesante tan solo que se rompa el vínculo familiar para presentar la historia. La tribu no es cálida, como en otras fantasías con el mismo formato. Pero lo verdaderamente novedoso son los ecos de las redes sociales. Los bárbaros del lugar se expresan con términos aparecidos en Internet. Adoran al dios "Wapo", o a su sacerdote, y raptan mujeres para él con la esperanza de que les dé muchos "likes" a cambio. Para ver el futuro, su oráculo observa cachorros de gato. No tienen más cultura. También son analfabetos.

El dibujo abocetado y en blanco y negro de Gipi durante 288 páginas es una auténtica maravilla. Una narración absorbente para la que se aportan pocos detalles, prácticamente ninguno, que contextualice lo que sucede, pero es que no es necesario para el objetivo de la historia.

El poder del negro sobre blanco

Gipi pretende dar valor a la figura del libro. El poder que tiene la palabra escrita para ayudar a pensar, a razonar y ayudar a alguien a corregir su conducta. Esa es la luz de una historia extremadamente oscura, negativa y pesimista, una trama naturalista con dosis de escatología.

Los dos protagonistas vagan por este escenario pos-apocalíptico lleno de peligros, de torturas y de caníbales con un cuaderno que escribió su padre en la mano. Su objetivo es que alguien pueda leérselo, quieren saber qué pone, qué puso. Así, a un mundo de instintos salvajes, primitivos, de conversaciones monosilábicas, donde la naturaleza humana se muestra en su peor versión y nadie puede confiar en nadie, se contrapone el libro. El arma que derrota a los enemigos por el procedimiento de convertirlos en amigos si aún conservan humanidad.

Esta es la primera novela gráfica en la que Gipi se expresa a través de este género. Si hay un antecedente en su obra es S (Sins Entido, 2008), donde contaba unos niños se quedaban solos en una isla por casualidad y tenían que sobrevivir esa noche, mientras, por medio de flashbacks, se contaban aspectos del bombardeo de Pisa de 1943. Los aliados atacaron la ciudad matando a más de dos mil personas -para el autor eran 5.000- no se sabe muy bien por qué, puesto que Italia ya estaba prácticamente rindiéndose y cambiándose de chaqueta en la contienda.

Sin embargo, esta es la primera obra en la que elimina el texto del narrador y se lanza a la ficción. Generalmente, su trabajo anterior era autobiográfico. Recuerdos y vivencias. En La Tierra de los hijos ha abandonado un género que admite que ha terminado cansándole. Lo que pone de manifiesto que lo autobiográfico puede ser brillante, pero tiene un recorrido limitado para quien aspire a trabajar en la viñeta con cierta proyección.

Hace años, en una entrevista y conversación junto a David B. en El País explicó sus intenciones a la hora de utilizar esa forma de narración: "Empleamos nuestras vivencias para contar historias universales. Explicamos el mundo mirando nuestro ombligo"

En la actualidad, pasados los años, en su caso, tal y como explicó en una entrevista en Auracan llegó a avergonzarse de sí mismo al repasar sus primeros trabajos al entender que lo único que le ofrecía al público era una forma de narcisismo.

Es muy interesante la portada del álbum, que evoca el momento en el que los protagonistas de la historia se esconden en el interior de un pozo. Según ha revelado, no le fue nada fácil convencer al editor de poner un dibujo tan enigmático, solo acompañado del título del libro, en la tapa.

 Además del cómic y del cine, la gran vocación de Gipi es el dibujo satírico. La burla política. Así comenzó a familiarizarse con los lápices cuando en 1994 ganó las elecciones Berlusconi. En ocasiones, ha dicho que su país no tiene futuro. No mientras haya políticos que se jacten de expulsar inmigrantes, dijo. Y se refería a Gianni Alemanno, ni siquiera a lo que hay ahora.

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