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El celebérrimo reportero Tintín, uno de los grandes iconos de la historia del cómic, cumple 90 añazos. Y bien llevados, ojo, porque sigue siendo el joven rubio de insolente flequillo y pantalones bombachos que siempre va acompañado de su fiel perro Milú.

Fue un 10 de enero de 1929 cuando Tintín apareció por primera vez de la mano del dibujante belga Georges Remi, más conocido como «Hergé». Con un espíritu profundamente anticomunista, Tintín va desenmascarando una por una todas las argucias del «malévolo» régimen de Stalin para mostrar una imagen idílica de la dictadura comunista a periodistas afines.

Años después el propio «Hergè» reconocería que esta primera obra de Tintín tenía un fuerte componente propagandístico contra el régimen bolchevique. Publicado inicialmente como un suplemento juvenil «Le Petit Vingtième», fue un encargo inicial de Norbert Wallez, director del periódico católico belga, con el objetivo de influenciar en los más jóvenes con mensajes claramente anticomunistas.

Como vemos en algunas de las viñetas que hemos seleccionado de este primer volumen, «Hergé», a través de Tintín, hace un retrato mordaz de la sociedad bolchevique y es un tomo en el que vemos al joven reportero tomando notas en su cuadernillo de periodista y la escena merece la pena ser subrayada, puesto que el gran reportero... ¡solo escribirá una crónica en toda su trayectoria!

El celebérrimo reportero Tintín, uno de los grandes iconos de la historia del cómic, cumple 90 añazos. Y bien llevados, ojo, porque sigue siendo el joven rubio de insolente flequillo y pantalones bombachos que siempre va acompañado de su fiel perro Milú.

Fue un 10 de enero de 1929 cuando Tintín apareció por primera vez de la mano del dibujante belga Georges Remi, más conocido como «Hergé». Con un espíritu profundamente anticomunista, Tintín va desenmascarando una por una todas las argucias del «malévolo» régimen de Stalin para mostrar una imagen idílica de la dictadura comunista a periodistas afines.

Años después el propio «Hergè» reconocería que esta primera obra de Tintín tenía un fuerte componente propagandístico contra el régimen bolchevique. Publicado inicialmente como un suplemento juvenil «Le Petit Vingtième», fue un encargo inicial de Norbert Wallez, director del periódico católico belga, con el objetivo de influenciar en los más jóvenes con mensajes claramente anticomunistas.

Como vemos en algunas de las viñetas que hemos seleccionado de este primer volumen, «Hergé», a través de Tintín, hace un retrato mordaz de la sociedad bolchevique y es un tomo en el que vemos al joven reportero tomando notas en su cuadernillo de periodista y la escena merece la pena ser subrayada, puesto que el gran reportero... ¡solo escribirá una crónica en toda su trayectoria!

Y si Titaÿna aporta la fonética sonora de un nombre y el modus operandi del periodismo-espectáculo que encandila a la burguesía liberal, Douillet inspira el story-board de Hergé. La hambruna del comunismo la clava Milú en una viñeta: «¿No queda ni un hueso en Rusia?». O cuando, como vemos en la viñeta que ilustra este artículo, Tintín topa con una delegación de comunistas ingleses a quienes un guía malencarado muestra «las bellezas bolcheviques»: «¡Y al contrario de las habladurías de los países burgueses, nuestras fábricas funcionan a todo vapor!», exclama el guía. «Beautiful. very nice», responden dócilmente los turistas.

Tintín husmea en las fábricas. El humo de las chimeneas no proviene de ninguna actividad: «Sólo son decorados de teatro. y detrás queman paja para hacer humear las símil-chimeneas», constata. En otra viñeta observa una cola de niños miserables que esperan su ración de pan duro. La escena se corresponde con el reportaje de Vu y el capítulo de Douillet sobre los niños de la calle. En Rostov, escribe el ex cónsul, «pululan docenas de infelices de doce a trece años, que asedian a los transeúntes haciendo mercancía de sus débiles cuerpecillos a cambio de unos céntimos, de un trozo de pan.» Tintín destaca esa «plaga de la Rusia actual: bandas de niños abandonados vagabundeando por las ciudades y los campos viviendo del robo y de la mendicidad».

El terror de la policía soviética, la GPU, atraviesa la historieta de Hergé. Tintín descubre tesoros robados al pueblo y las exportaciones de trigo y vodka que consolidan en el extranjero el mito del «paraíso proletario». Huirá del país de los soviets al modo de Titaÿna: volando; tras diversas peripecias, será recibido en loores de multitud como si hubiera culminado un heroico raid de los años veinte. Pero la alegría se esfuma entre burbujas de champán; el reportero belga es capturado por agentes de la GPU disfrazados de shupos berlineses. Y Tintín da con sus huesos en una cheka donde le proponen integrarse a la red bolchevique...

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