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El dibujante valenciano Paco Roca empapelará con viñetas las paredes de una sala del IVAM en lo que reconoce como un reto "inédito" y "novedoso", que se "parece más a pinturas rupestres que a un cómic".

La exposición de Roca, todavía sin título, es una de las actividades programadas por el Instituto Valenciano de Arte Moderno para conmemorar su 30 aniversario, que se cumple el próximo día 18, y podrá visitarse a partir del 7 de marzo.

En una entrevista con EFE, el Premio Nacional del Cómic 2008 reconoce un cambio en la idea inicial de contar la historia de los 30 años del IVAM porque al ser la sala tan densa, le limitaba mucho a la hora de desarrollar toda la narrativa, pero queda "aparcada para un futuro".

A Paco Roca (València, 1969) le atrajo que el propio museo propusiera que fuera material inédito y que no supusiera colgar nada ya hecho, sino "empapelar las paredes de una sala" con viñetas de una nueva historia.

Cuenta que ya había expuesto en otros museos, como el MuVIM, siempre de una forma "interesante, pero que no deja de ser extraña porque supone colgar las páginas de un cómic en la pared cuando no está hecho para eso" y darle a todo "la didáctica de ver el proceso".

"Tampoco me veía pintando cuadros porque lo mío es la narración gráfica; lo que he hecho finalmente es utilizar la sala para contar una historia, cómo a lo largo de la historia del cómic el continente y el contenido siempre han ido de la mano", resalta.

De hecho, rememora que el cómic empezó en la prensa norteamericana a principio del siglo pasado en un formato "que condicionaba lo que se podía contar, tanto por las técnicas de impresión como por el espacio", como ocurrió luego cuando llegó a revistas, donde se podía contar la historia en 50 páginas, con mejor impresión y técnicas.

"Siempre ha ido de la mano el soporte con lo que se podía contar", incide, como al llegar la novela gráfica con 300 páginas para contar una historia o el formato digital, que "permite contar las cosas de otra forma y utilizar colores que, igual, no puedes tener impresos".

"¿Y qué pasa cuando cambias el soporte y dejas el papel y tienes una pared? Es algo más parecido quizá a las pinturas rupestres que a un cómic, pero sigues teniendo una narración gráfica aunque en las paredes de un museo", añade.

Se trataba de "sacar partido" al soporte, un "reto" que le pareció "interesante" y "novedoso" porque utiliza las paredes de la sala para contar una historia inédita, hecha para ese lugar usando el formato del cómic.

Aunque no adelanta muchos detalles, asegura que "es un cómic, con viñetas, y el lector podrá ir siguiendo la historia" en dos pisos de sala, aunque quizá no al ritmo que lleva en la intimidad porque "seguramente, cuando lo vea, en la sala habrá más gente".

"La historia trata la relación del creador y de su obra, pero al mismo tiempo es una metáfora de la vida en sí" y a partir de esa relación "habla del ser en general", detalla.

Representa el movimiento de Nietzsche y otros filósofos de replantearse cómo tenía que ser el individuo cuando las creencias ya no funcionaban, según el dibujante: "Es un paralelismo entre las dos cosas, el creador y la obra, y la obra como individuo que es consciente de haber sido creado y busca una libertad que no ha tenido".

Esa es la "libertad absoluta" que tienen su historia y las viñetas por "saltar de las páginas a una pared o toda una sala" e incluso, la libertad del dibujo sobre la viñeta que simboliza la "libertad individual", pues un personaje saldrá de la viñeta "y se fugará de la sala".

A su juicio, "todo es bastante experimental", desde el formato en una pared a la forma en que se lee la historia.

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