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Carlos Pacheco (San Roque, 1962) apenas tenía seis años cuando nació Carol Danvers. Entonces, los superhéroes no habían llegado a España y las películas de Marvel no se proyectaban ni en los mejores y más ilusos sueños. Pero ahora todo es diferente. Los cines esperan llenar sus salas con « Capitana Marvel» y Pacheco ejerce de embajador de este personaje que ha tenido la oportunidad de dibujar. «Desde sus inicios encarnó las reivindicaciones del movimiento feminista», cuenta el artista en una de las salas del Cinesa Proyecciones de Madrid, mientras las mujeres españolas reivindican su causa en las calles.

Pacheco es un tipo curioso con una biografía más curiosa aún. Estudió Biología por ser uno de esos «hijos» de Félix Rodríguez de la Fuente que se enamoraron de la naturaleza gracias a sus documentales. Pero al final se dedicó a su otra pasión: los tebeos. Los devoró desde muy pequeño, y ahí descubrió un mundo fascinante. «Pertenezco a la generación que leyó los primeros cómics de Marvel que se publicaron en España», recuerda. Con ese bagaje, y muchos dibujos a las espaldas, un día se plantó en la sede de la compañía en Nueva York para pedir trabajo. «Con mucha cara, y llevando un portafolio de las cositas que yo hacía cuando colaboraba con Planeta en España, me fui allí, un uno de mayo muy lluvioso», recuerda.

Pasaron más de dos años hasta que recibió la llamada. Desde entonces, sus jornadas laborales duran doce horas de media. A veces más, a veces menos. Depende de lo que le exija la página: «No es lo mismo una lucha épica que una conversación entre dos». «Las colecciones son mensuales y tienen veinte páginas. Entonces, tienes que hacer una página al día, que es el ritmo que te permite entregar el tebeo. Esta no es una profesión bohemia. La idea no es salir a buscar inspiración dando una vuelta por el Retiro. No. Aquí tienes que estar sentado», reconoce entre risas. Es la única manera de terminar dando forma a iconos de la cultura popular como el Capitán América, Hulk o Lobezno.

Cultura popular


Son muchas horas, y eso sin contar las que le echa al asunto como lector. Al final se ha convertido en una forma de vida, porque se ha criado mamando viñetas desde pequeño y ahora no deja de alumbrarlas. «El cómic es un lenguaje. Lo que me interesa es que combinando imagen y palabra puedes contar cualquier cosa. Solo con lápiz y papel. Este medio me construye como persona. No entendería mi mundo sin la historieta, en absoluto. Para nada. La historieta, el cine de barrio, la televisión… Eso es lo que ha construido a las masas populares durante muchísimos años», asevera.

Apenas queda ya nada de aquella realidad, de esa España de los años 70 en la que los niños alucinaban con los superpoderes y las superciudades de Estados Unidos que descubrían en las historietas. Pero los superhéroes, que por lo visto no envejecen nunca jamás, reinan ahora en la gran pantalla. «El siglo XXI ha supuesto el trasvase definitivo de los superhéroes de los cómics al cine. Es verdad que el cine siempre había coqueteado con esto. Pero nunca se había tenido este despliegue técnico capaz de conseguir la épica que ofrecía la viñeta», comenta.

Sin embargo, todavía hay diferencias entre los formatos: en el papel prima más la épica, cierta seriedad, mientras que en el cine la aventura y las batallas se salpican de humor, para crear un entretenimiento más ligero. «Eso comenzó con “Iron Man”, que no solo es la primera película producida por Marvel, sino que marca la pauta por donde tirar, el tono, que incluso están imitando desde DC», explica.

Pacheco no sabe cuánto durará su profesión, pero espera que mucho. «¿Que por qué dibujar superhéroes? Porque probablemente sea el último reducto, con el porno, del escorzo humano, tanto masculino como femenino. No son gente con pijama, como se ha querido satirizar, son gente desnuda pintada», remata.

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