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Un día, el dibujante José Luis Ágreda comenzó como un divertimento una práctica que acabaría reclamando toda su atención: decidió reinterpretar los personajes de cómic por los que sentía debilidad. Con ese homenaje, el creador no pretendía en un principio más que una distracción en las jornadas de trabajo, pero aquella idea se volvió más ambiciosa por sugerencia de Paco Cerrejón, que se topó en las redes con algunas de esas recreaciones y sopesó el enorme potencial que tenían. Ágreda se marcó así ofrecer una visión de la Historia del cómic, un proyecto en el que la exhaustividad y el rigor no dieran la espalda al componente sentimental. "El que se ve es mi canon. No quise que en ese repaso faltaran mis preferencias, los personajes que más me gustan", explica el ilustrador sobre las obras que conforman Ágreda: héroes de tebeo, la exposición que se puede ver hasta septiembre en la Casa de la Provincia.

En la muestra, que en los últimos meses recaló en varios municipios de Sevilla, el autor plasma la trayectoria "de toda una generación con la que comparto gustos. Esa generación que ha crecido leyendo a Vázquez y a Ibáñez en Bruguera, que disfrutó con Spirou o Tintín, que entró en la línea clara con autores como Daniel Torres y que encontró en publicaciones como el Víbora una educación elegida por ellos, que no venía de sus padres", señala Ágreda, que reconoce la influencia que han tenido en su universo propuestas como la argentina Mort Cinder, escrita por Hector Germán Oesterheld y dibujada por Alberto Breccia, o la más reciente Jimmy Corrigan, de Chris Ware.

Al valor que tienen las deliciosas interpretaciones que Ágreda hace de estos héroes de tebeo hay que sumar los textos que propone el escritor (y experto en cómic) José María Conget. El autor de Confesión general y El mirlo burlón cuenta entre otras historias los poco estimulantes comienzos de Tintín, que apareció en Le Vingtième Siècle, un "periódico belga de ideología católica y reaccionaria", y en sus primeras aventuras mostraba "las perversiones de la Unión Soviética" o "los beneficios que del colonialismo belga obtenían los ignorantes, feos y cobardes congoleños".

Otro espíritu bien distinto representaba Modesty Blaise, que "encarnó como nadie", en opinión de Conget, "la independencia, libertad sexual y liderazgo de las mujeres que el Londres de los Beatles, la minifalda y Carnaby Street exportó al resto de Europa en la década de los 60 del siglo pasado".

Los visitantes de Ágreda: héroes de tebeo se reencontrarán con viejos conocidos como Popeye, que en las tiras cómicas de Segar era "mucho más complejo, ingenioso o salvaje que todas sus versiones cinematográficas o televisivas y que las continuaciones en prensa o en comic-books de otros artistas"; Superman, al que Conget responsabiliza de "la plaga de superhéroes" que hoy sufrimos; o el agente secreto Anacleto, que "mantiene la tradición de la escuela Bruguera de personajes condenados al fracaso y a una relación venenosa con sus superiores, de los que es imposible arrancar un aumento de sueldo".

Conget, que destaca de Ágreda la "pasión inmensa" que siente por el cómic, así como "la considerable humildad de saber colocarse fuera de plano como quien rinde homenaje a personajes admirados y huye, por tanto, de protagonismo personal", señala entre otras cuestiones la paradoja de que "el mejor cómic del Oeste de cualquier nacionalidad es francés", El teniente Blueberry, y que el tándem francobelga formado por Goscinny y Morris mostró un absoluto respeto al far west con las entregas de Lucky Luke.

"Conget ha sabido captar muy bien ese elemento de juego que tienen estos trabajos: sus textos encierran una cultura increíble, pero también se disfruta mucho leyéndolos", celebra Ágreda, que ha reunido en esta recopilación a los personajes más diversos, un amplio abanico que va de El Capitán Trueno a Batman, de Corto Maltés a Astro Boy, de Adéle Blanc-Sec a Tank Girl. Un territorio de libertad en el que convivirán unos y otros hasta septiembre, cuando la muestra deje la Casa de la Provincia. "Es una pena que no se pueda sacar con un libro, pero por la cuestión de los derechos saldría carísimo", lamenta el dibujante, que en abril estrenó en los cines otro proyecto que puede entenderse como un homenaje, Buñuel en el laberinto de las tortugas, una película en la que ejercía de director de arte y que recreaba desde la animación el rodaje de Las Hurdes. Tierra sin pan.

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