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El intento de censura de un cómic del alcalde de Río de Janeiro, Marcelo Crivella, ha terminado este domingo. El Supremo Tribunal Federal ha anulado la decisión que le dio poder a Crivella para mandar a los fiscales de la municipalidad a recorrer la Bienal del Libro detrás de un supuesto contenido impropio. “El régimen democrático presupone un ambiente de libre tránsito de ideas”, afirmó Días Toffoli, presidente de la Corte en su decisión. Toffoli atendió al pedido de la Fiscalía, hecho por la mañana del mismo domingo, de prohibir la acción de retirada de libros en la Bienal, solicitada por el alcalde el pasado viernes. Crivella, pastor evangélico licenciado, se había molestado con el dibujo de un beso gay de la historieta Vengadores: la Cruzada de los Niños.

El ministro de la Corte Suprema, Celso de Mello, ya había enviado un duro recado a Crivella, en una nota publicada por el diario Folha de São Paulo. “Bajo el signo del retroceso, cuya inspiración resulta de las tinieblas que dominan el poder del Estado, un nuevo y sombrío tiempo se anuncia, de la intolerancia, de la represión al pensamiento, de la prohibición ostensiva al pluralismo de ideas y del rechazo al principio democrático”, escribió Mello.
El beso gay en un cómic despertó en Crivella una actitud que quedó en evidencia internacional. El funcionario, sin embargo, comanda el ayuntamiento de una ciudad que acumula problemas más concretos. El alcalde evangélico optó por fomentar el espíritu conservador de los políticos que ganan espacio bajo la presidencia de Jair Bolsonaro.

El tío de Crivella, el obispo Edir Macedo, también fue noticia este final de semana al asistir al desfile del día 7 de septiembre, el de la Independencia del Brasil, al lado del presidente Bolsonaro. Días antes Macedo ungió al presidente en un ritual en su templo evangélico para reforzar la idea a sus fieles de que Bolsonaro había sido elegido por dios.

El intento de forzar una revolución moralista y religiosa explica acciones como la de Crivella, muchas veces con respaldo de sectores de la Justicia. El presidente del Tribunal del Río, Cláudio Tavares, avaló la petición de Crivella, por entender que "no hubo impedimento o intimidación a la libertad de expresión" en la petición de Crivella de incautar el material clasificado como “impropio”. Escenas que Brasil creía que ya no existían desde el fin de la dictadura en 1985.

La batalla que se formó entre el derecho a la preferencia sexual y el empuje conservador fue destacada en la carta de Celso de Mello. “Mentes retrógradas y cultoras del oscurantismo, y apologistas de una sociedad distópica, se erigen por ilegítima autoproclamación, a la condición de sumos sacerdotes de la ética y de los patrones morales y culturales que pretenden imponer, con apoyo de sus acólitos, a los ciudadanos de la república”.

Pese a la decisión de Toffoli y las palabras de Mello hayan dado un norte jurídico para nuevas tentativas de censura, la Corte Suprema no logró impedir que la Bienal fuera visitada dos veces por fiscales. El viernes, bajo protestas de los que estaban en el evento, y el sábado, cuando fiscales recorrieron los locales, sin que estuvieran uniformizados, revisando se había algún libro "impropio", según la ley que protege a la infancia. “No fue encontrada ninguna violación a las normas legales que regulan la comercialización de ese tipo de material para niños y adolescentes”, dijo el jefe de fiscales, Coronel Wolney Días, de la Secretaría de Orden Pública del ayuntamiento, en entrevista a Globo la noche de sábado.

La discreción de los fiscales fue una manera de esconderse de las protestas de quienes fueron hasta la Bienal contra la acción de Crivella. Muchos atendieron la invitación del youtuber Felipe Neto quien compró miles de ejemplares de libros con temática gay para repartirlos en la Bienal, en un gesto de rechazo a la censura del alcalde. “No habrá censura”, gritaron centenares de jóvenes en un momento de tensión en el Ríocentro.

La Bienal de Río termina este domingo, por eso la decisión de la Corte Suprema tuvo, más que nada, un peso simbólico. Toffoli destacó que el discurso y las actitudes de Crivella van en contra la Constitución brasileña y contra los principios de dignidad humana al vincular una escena de beso de amor gay, por ejemplo, a “contenido impropio”. Toffoli argumenta en su decisión el “reconocimiento del derecho a la preferencia sexual como directa emanación del principio de la 'dignidad de la persona humana': derecho a autoestima en el más elevado punto de la conciencia del individuo. Derecho a la búsqueda de la felicidad.” Rebate, aún, el uso del argumento del alcalde Crivella de que el gesto de recoger libros en la Bienal debía “cumplir la ley y defender la familia”. Toffoli recuerda que la Constitución brasileña no le presta al sustantivo “familia” ningún “significado ortodoxo”, sin diferenciar parejas heteros u homosexuales.

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