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La primera vez que los lectores se toparon con Corto Maltés, el antihéroe con el que Hugo Pratt homenajeó a la novela de aventuras clásica, se encontraba en una situación manifiestamente mejorable: estaba a la deriva en la inmensidad del Pacífico, atado de pies y manos a unos troncos y sus perspectivas de supervivencia eran casi nulas, hasta que fue rescatado por su amigo Rasputín. Aquello ocurrió en 1967, cuando Pratt publicó el primer volumen de Corto, La balada del mar salado. Desde entonces el marino se convirtió en un icono y en uno de los personajes más conocidos de la historia del cómic, pero aquel primer misterio –¿cómo demonios había acabado metido en ese lío?– nunca llegó a resolverse. Hasta ahora. El día de Tarowean (Norma Editorial), el tercer volumen de la serie en la que los españoles Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero resucitan al personaje de Pratt, explica a los lectores que ocurrió.

Díaz Canales, guionista, y Pellejero, dibujante, recibieron el encargo de retomar al personaje de Hugo Pratt (Rímini, Italia, 1927-Pully, Suiza, 1995), pero no donde el autor veneciano lo había dejado, sino que tuvieron la libertad para construir una nueva saga. Los tebeos son fieles al espíritu de los clásicos, de tal manera que los fans tradicionales de Corto se han sentido identificados, pero a la vez se trata de historias originales y rompedoras en muchos aspectos, que han permitido atraer a nuevos lectores. En el primer volumen, Bajo el sol de medianoche (2015), Corto recorrió los espacios helados del gran norte norteamericano y en el segundo, Equatoria (2017), viajaba desde Venecia a África, un continente asaltado por el colonialismo y el tráfico de esclavos. En este tercero, se remonta a sus orígenes, al principio de todo.

“Fue una idea de Rubén”, explica Díaz Canales (Madrid, 1972), premio Nacional de Cómic junto a Juanjo Guarnido por la serie Blacksad. “Me preguntó si no había tenido siempre curiosidad de saber cómo Corto aparece en mitad del Océano, con una imagen a medio camino entre un pirata y un profeta. Me pareció buena idea porque también me había hecho la misma pregunta. Estoy seguro de que la mayor parte de los aficionados a Corto Maltés nos la habíamos hecho”. Rubén Pellejero (Badalona, 1952), un veterano del cómic que ha trabajado mucho en Francia y que fue el creador junto al argentino Jorge Zentner de Dieter Lumpen, un antihéroe canalla, se pronuncia en el mismo sentido: “Era una inquietud primaria. Existe toda una época de Corto Maltés sobre la que no sabemos nada, un periodo muy largo en el que suponemos que piratea, que desemboca en ese momento, cuando en La balada… aparece atado a uno troncos en mitad del Pacífico”.

Como llevan haciendo desde que recibieron el encargo de volver a dar vida a Corto Maltés, Díaz Canales y Pellejero comenzaron a trabajar esa idea durante las largas giras por Francia y Bélgica a las que les obliga cada nuevo tebeo. Es el momento en el que pasan más tiempo juntos y pueden profundizar en la estructura de una nueva aventura. La saga renovada de Corto Maltés fue un proyecto internacional impulsado por los propietarios de los derechos, y cada lanzamiento es un acontecimiento mediático en el mundo francófono, que les obliga a viajar intensamente y, por lo tanto, a planear un nuevo álbum. De hecho, están ahora mismo comenzando a imaginar el cuarto.

El impacto de la serie ha sido enorme y creciente: ha logrado llegar a una nueva generación de lectores que conocían a Corto mucho más por los pósters y las camisetas que por las páginas de los tebeos de Pratt. “Corto Maltés se había convertido más en un icono que un personaje”, señala Pellejero. “En un momento en el que el cómic se renovó, se mantuvo como un personaje emblemático, pero no estoy seguro de que los nuevos lectores conociesen sus historias”. Lo que ambos han detectado durante sus giras es que, al principio, los lectores entre los 20 y los 30 años que se acercaban era para regalar el nuevo Corto a sus padres; ahora es para ellos. Todo esto se produce pese a que Corto siempre ha sido una lectura divertida, pero nunca fácil por la densidad de sus referencias históricas y literarias.

“Pratt buscaba la trastienda de la historia”, explica Díaz Canales. “Y siempre ofrecía lecturas exigentes, incluso para lectores formados. Necesitas unos ciertos conocimientos. El cómic es un medio muy elíptico, a no ser que te tomes la molestia de dar demasiados detalles, muchas cosas se sobreentienden”. El día de Tarowean es un cómic clásico de aventuras, pero también cargado de referencias literarias e históricas. Aparecen los libros de viajes de Jack London y Robert L. Stevenson (no sus ficciones) y el personaje central de la historia está inspirado por La vida es sueño, de Calderón de la Barca, como una especie de Segismundo del Pacífico. Sobre el cómic flota también una preocupación por el medio ambiente, que no aparecía en Pratt, y por un mundo que cambia demasiado rápido. En esta nueva serie, Corto Maltés es el mismo héroe desencantado, romántico y suertudo, pero a la vez es diferente. Lo que es seguro es que la aventura continúa.

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