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Casi podría decirse que la historia contemporánea de España empieza en 1898 con la pérdida de los vestigios del imperio de ultramar: Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam”. Son palabras de la Doctora en historia María Fidalgo Casares, que escribe el imprescindible dossier histórico incluido en el cómic 1898: Cuba (Cascaborra ediciones), del guionista Javier Yuste y los dibujantes Ruymán y Ayoze Nieves.

Un acontecimiento histórico cuyas consecuencias nos siguen afectando a día de hoy. “Nos afectó a muchos niveles –asegura Javier- y habrá quien anteponga el económico (no fue para tanto, la verdad); pero todo el mundo coincide en que el resultado de la guerra de Cuba, con su abrupto desenlace, supuso un duro golpe moral para España. No sé si será acertado, pero 1898 me recuerda a lo que sucedió tras el colapso de la Unión soviética: los rusos perdieron el orgullo, ese mismo que Vladimir Putin está “recuperando” a golpe de nacionalismo intervencionista, anexiones y otras discutibles estrategias agresivas”.

“Durante 1898 fuimos más bien vencidos por la palabra y no por las armas –continúa Javier-. Como nación, nos empujaron a una espiral de miedo y abatimiento, convirtiéndose el país en una figura de tercera y fácilmente manipulable”.

Ruymán y Ayoze coinciden en la importancia de este acontecimiento histórico: “El propio conflicto bélico fue lo que nos sedujo del proyecto. La Guerra de Cuba se caracteriza por una serie de elementos que la convierten en uno de los episodios históricos más atractivos de narrar. Se trata del fin de la hegemonía de un imperio para ver el comienzo de otro. Se puede hacer cierto paralelismo con el Vietnam Americano, una guerra luchada lejos de casa por soldados en su mayoría reclutados, que no alcanzaban a entender la importancia o trascendencia del conflicto. Con escaramuzas contra enemigos casi invisibles en medio de la Jungla y rodeados de una población civil hostil y en rebeldía”.

“Hay numerosos cambios de escenario –añaden los dibujantes-, varios frentes, emboscadas entre los Manglares, batallas navales entre buques con histórico recorrido, el enfrentamiento total entre las dos grandes potencias del momento y el regusto crepuscular de una guerra perdida antes incluso de ser librada. Supone un cóctel de elementos con los que es imposible no ilusionarse”.

 

“La historia comienza –asegura el guionista- con Martín preparándose para la misa del primer aniversario de la muerte de Juan, con quien combatió en el Rif y fue gravemente herido en el transcurso de un ataque. Martín va hasta la aldea donde reposan los restos de Juan y, tras el acto religioso, conoce al padre de éste, Tomás Raposeiras “Raposo”, quién comienza a relatar una historia un tanto particular que le lleva pesando desde hace años y que es una maldición para él y su familia. Lo más peliagudo es que ambos personajes se ven reflejados mutuamente en un momento dado, lo cual no resulta ser una experiencia muy agradable para uno de ellos”.

“Martín –continúa- pasará de ser el narrador en primera persona a recoger las confidencias de Tomás, quien nos llevará hasta la Santiago de Cuba de aquellos días del verano de 1898 en los que tanto se jugó a una sola mano. Tomás se confesará como un asesino y la curiosidad que siente Martín lo engatusará de modo que solo quiera saber qué le sucedió a ese hombre consumido por los años y el sentimiento de culpabilidad”.

“Es una historia bastante visceral –añade el guionista- en la que sacó a relucir de mis personajes aquello sobre lo que me gusta escribir cuando me empeño a la ficción: los comportamientos humanos en una situación límite. ¿Hasta dónde llega la amistad? ¿Y el amor? Cuando tenemos las manos manchadas de sangre, ¿acaso nos importa seguir matando para conseguir un objetivo personal? Busco lo que subyace”.

“Con 1898: Cuba no solo “pisamos” aquel escenario histórico, sino que leemos una historia personal y humana. Este es un cómic que no está destinado solo al amante del género histórico y del bélico (aunque quiero matizar que toda obra con guerra de por medio siempre cuenta con un cariz antibelicista (no confundir con antimilitarista) por cuanto ésta (la guerra) es solo fracaso y dolor). Está abierto a todos y creo que no defraudará” –concluye Javier-.

El Rif y Cuba

Como vemos, este cómic está emparentado con otro de Javier Yuste para la Cascaborra, 1921: El Rif. “No es que crea que ambos conflictos estén relacionados directamente para este caso –asegura-. Son dos contextos históricos muy diferenciados, pero lo cierto es que la pérdida de las últimas posesiones en 1898 arrojó a España a una carrera a la desesperada hacia la conservación de un puesto entre las naciones que repartían el bacalao a nivel mundial. No estábamos dispuestos a dejar de ser superpotencia y nos arrojamos a África sin mucho tino y sin un ejército colonial, repitiendo errores tácticos ya observados en la guerra de Cuba, como los tan traídos y dichosos blocaos, por ejemplo”.

“Me pareció interesante –añade el guionista- que la narración se desarrollara desde el sosiego de una conversación que acontece varias décadas más tarde de haber sucedido los hechos centrales de la historia, interviniendo como interlocutor un veterano de Cuba que confiesa un crimen a un veterano del Rif que quiere ser periodista; una conversación entre dos generaciones, entre padres e hijos. Interesante y adecuado por cuanto mucho del material consultado para el relato son crónicas periodísticas, tanto en forma de columna como de monografías escritas por aquellos plumillas. Y es que durante la guerra de 1898 los periodistas tuvieron su peso, ya lo creo”.

“La confesión, tanto del veterano de Cuba como del Rif, me permitió entregarme a la literatura, dar cabida a la manera de exponer que tenían los escritores de aquella época, como mi admirada Emilia Pardo Bazán, a quien hago tributo en una de las primeras escenas del cómic y que el más avispado de entre los lectores sabrá identificar” –concluye Javier-.

Los protagonistas

Javier Yuste nos presenta a los protagonistas: “Martín, el joven veterano del Rif, quien trabaja en una imprenta y hace sus pinitos como periodista, es el arranque y punto final de la historia. Él “embolsa” la propia confesión de Tomás. Creo que Martín es un buen punto de anclaje para el lector. A pesar de sus pocos años, carga con una rémora que lo atrapa: ese dolor que le hace sentirse atraído por la figura de Tomás, quien dista mucho de ser un héroe (aunque tampoco debemos considerarlo un monstruo) o una figura paternal a recordar”.

“Tomás -añade- es ya un hombre entrado en años, avejentado por el duro trabajo de la tierra, pero también por los remordimientos (si es que son remordimientos, claro…). Lo vemos de mayor, relatando su historia a Martín, pero también de joven, como marinero, en la guerra de Cuba. Si Martín es el círculo, Tomás es el núcleo de la historia, de quien se prenden otros personajes como el simpático Canario o la exuberante Nucha; un hombre a fin de cuentas, sometido a una balanza que oscila entre el bien y el mal”.

Dos protagonistas y dos guerras que han supuesto un desafío para los dibujantes, Ruymán y Ayoze: “Nos enfrentamos a dos desafíos principalmente; El primero de ellos tiene que ver con la propia narrativa de la obra, pues la historia transcurre en dos lineas temporales diferentes unidas a través del relato de Tomás Raposeiras. Ambas son igual de importantes y necesarias para comprender la obra en su totalidad y teníamos que conseguir que cada una de ellas estuviese dotada de su propia identidad y esencia dentro del conjunto del relato, ninguna de ellas debía destacar por encima de la otra para mantener la atención del lector en ambas”.

“El mayor desafío que la obra nos planteaba tiene que ver con el personaje principal de la misma –continúan los artistas-. Al inicio del proyecto, Javier Yuste nos describía a Tomás Raposo como el villano de la historia. Nos pareció un recurso inusual con cierta originalidad, pero contar la historia a través de los ojos de alguien que se describía como el villano encerraba una serie de riesgos que no podíamos ignorar. Mantener la atención y el interés del lector hasta el final de la obra teniendo como referencia al villano de la misma fue algo que nos mantuvo enfocados durante todo el proceso creativo”.

El cómic también nos presenta a los auténticos protagonistas históricos, aunque Javier nos comenta que: “Mi interés como guionista siempre es la de hacer protagonista a los personajes más importantes o de renombre en beneficio de los más humildes y desconocidos. Lo hago porque pocos, en este caso, pueden decir que sus bisabuelos llevaban charreteras; el 99% eran sufridos gastadores de alpargatas con fusil al hombro”.

“Pero –añade-, por supuesto, estos hombres recordados por la Historia han de aparecer. Hace acto de presencia don Pascual Cervera y Topete, a quien admiro profundamente, sobre todo tras leer varias biografías sobre su figura, por su celo y porque en Annapolis, la academia naval de los Estados Unidos de América, se le estudia y presenta, aún hoy día, como modelo a seguir para los aspirantes a oficial por su entrega, honestidad y honorabilidad, sobre todo en la derrota”.

“Otro hombre que no quise olvidar y por el que forcé (o me dio la oportunidad de forzar) el guión para su inclusión es a don Joaquín Bustamante, gran marino e inventor, que dirigió a las columnas de desembarco en la batalla de las Colinas de San Juan”.

“Y, aparte de oficiales que no se nombran pero que están presentes, como el capitán de navío Eulate, destaco también a don Venancio Nárdiz y Alegría, último comandante del crucero Reina Mercedes, héroe de guerra que nació y vivió en el pueblo donde me crié y del que tuve conocimiento mucho después de marcharme de allí (muestra ésta de la clara negligencia de todos (instituciones y ciudadanos) hacia nuestro Pasado) –concluye Javier-.

Una excelente documentación

Como os comentábamos al principio los 18 títulos que se han publicado, hasta ahora, de la colección Historia de España en viñetas (Cascaborra), destacan por su excelente documentación y todos sus cómics incluyen dosieres de importantes historiadores. Pero los guionistas y dibujantes también tienen que documentarse muchísimo. “Aunque nunca he llegado a nivel alguno de erudición –asegura Javier-, siempre he sentido un gran interés por ese tan traído año de 1898 y el conflicto con los Estados Unidos que bien pudo acabar en primera guerra mundial. Sobre todo me atraen los buques de la escuadra de Cervera, tan injustamente vilipendiados por culpa de unas declaraciones malinterpretadas en su día y por la indecisión política”.

“Como ya apunté antes, el periodismo tuvo su peso en este conflicto y nunca estaré lo suficientemente agradecido a la Biblioteca nacional por su hemeroteca digital, que me permitió leer cientos de periódicos y revistas (como Nuevo Mundo, La Ilustración o la Revista de Navegación y Comercio, etc.), así como al sistema de bibliotecas de Estados Unidos de América y Canadá, que me permitió descargar decenas de volúmenes, incunables muchos de ellos, tanto en castellano como en inglés”.

“Destaco, para la determinación cronológica de los hechos, el volumen firmado por el teniente de navío de primera José Müller y Tejeiro «Combates y capitulación de Santiago de Cuba» (1898), así como «Documentos referentes a la Escuadra de Cervera» (1899), que es un compendio de comunicaciones entre la Escuadra y los gobernadores y ministros. Igualmente la obra «¡El desastre! Memorias de un voluntario en la campaña de Cuba», de Manuel Corral (1899), esta última me sirvió para dar una visión, pie en tierra, del soldado”.

“A ellos –añade Javier- habría que añadir un listado de reglamentos militares que fui encontrando y de los que fui picando. También, debido a mi afición por esta temática desde hace años, me serví de lo que ya estudié para la redacción de mi ensayo histórico «Crucero Reina Mercedes: de la Armada española a la US Navy» (Tombooktú, 2013), buque que protagonizó una postrera y fútil acción de guerra tras la batalla de Santiago de Cuba y al que he querido hacer un sentido homenaje (otro más) al colocar a los marineros del mismo como protagonistas de la acción. Y, ¡que no se me olviden!, las notas biográficas de un antepasado de mi compadre y novelista Miguel Aceytuno”.

Los dibujantes también han manejado muchísima documentación, lo que no ha sido fácil: “A pesar de que la Guerra de Cuba es uno de los primeros conflictos documentados a través de fotografía y prensa de la época, el grosso de la documentación estaba relacionado con el bando estadounidense y los rebeldes cubanos, dejando en segundo plano todo aquello que tenía que ver con la Armada Española. Por suerte dimos con un libro - ya descatalogado- de la Editorial Almena y escrito por Jose Manuel Guerrero Acosta detallando los uniformes de Campaña del ejército español desde 1643- a 1921, que ampliamos con diferentes libros de la Editorial Osprey, especializados en la Guerra Española-Americana y uniformidad naval”.

“Pusimos mucho cariño a la hora de recrear Santiago de Cuba –aseguran Ruymán y Ayoze-, intentando que la ciudad tuviese personalidad propia. Para ello utilizamos algunas fotografías de la época que completamos con imágenes de la Laguna en Tenerife, y La Calle Real de La Palma ya que ambas comparten muchas similitudes con la arquitectura de Santiago”.

“Por último –añaden-, para la vestimenta, el hogar y los complementos de Nucha, manejamos diferentes elementos de la Santeria o religión Yoruba, algunos de ellos los sacados de diferentes manuales y libros, y otros facilitados directamente por Santeros y sacerdotes Yoruba”.

“El lector de relatos históricos como los publicados por la Editorial Cascaborra a menudo busca algo más allá de una narrativa que les entretenga. Buscan un relato fiel a la época, documentado y responsable, por ello durante la producción del cómic nos tomamos muy pocas licencias artísticas, ajustándonos a las fuentes y contrastando entre varias siempre que surgía alguna duda. Sí, la verdad es que, viéndolo ahora con perspectiva, puede que nos obsesionamos un poco con la documentación” –concluyen los dibujantes-.

Dibujando '1898: Cuba'


Ruymán y Ayoze Nieves nos comentan algunos de los desafíos que les ha supuesto el cómic, empezando por los protagonistas: “Cuando se desarrolla una historia bélica se corre el riesgo de que los personajes se vuelvan poco reconocibles debido a los uniformes. 1898: Cuba  es un relato que gira principalmente en torno a los personajes por lo que a la hora de diseñarlos teníamos que asegurarnos de que fueran lo suficientemente identificables dentro de las reglas del regimiento del que ambos forman parte”.

“Dejamos al descubierto el rostro de los dos marineros –añaden-y les adjudicamos un color de cabello diferente para que se reconociesen con un solo golpe de vista, algo que resultase básico y familiar; Uno moreno y otro rubio. No solo íbamos a diferenciarlos por el corte y el color de pelo, sino también por su rostro. Cubrimos la cara de Raposo por una barba que iba creciendo a lo largo de las páginas, con una mirada intensa y hosca, en contrapunto con los ojos grandes del canario, su constante sonrisa y un rostro imberbe casi infantil”.

“Como decíamos, recurrimos a fuentes propias de la Santería para darle personalidad a la indumentaria y al trasfondo de Nucha –continúan-. Elegimos un deshilachado vestido blanco porque simboliza la paz, la pureza y la verdad. El rojo del pañuelo atado a su cintura se relaciona con Shangó, el Orishá de la justicia y se relaciona con la sangre y el fuego. Ambos colores combinados con el intenso negro de su cabello auguran un peligro y un secreto no revelado”.

Otra de las cosas más destacadas del cómic es el color: “No cabe duda de que tendríamos una obra completamente distinta entre las manos si no fuese por el color. Es vital –aseguran-. La historia cuenta con una gran variedad de escenarios, momentos e incluso épocas. El color nos permitía distinguirlos entre si y nos ayudó a dar dinamismo a la lectura. Además, la parte de la narrativa que transcurre en Cuba y la parte que ocurre en Galicia, no solo están separadas por millas de distancia, sino también lo están en el tiempo. El color fue un recurso estupendo para poder establecer las diferencias entre ambas y darles su propia identidad; en Galicia abundaban los colores ocres y otoñales, con un tono sombrío que acompaña el relato de Tomás, sin embargo Cuba está representada con colores cálidos, vivos y llenos de contraste”.

“Hay también muchas escenas nocturnas que quisimos iluminar tan solo con la luz natural de cada escenario. Fue muy divertido poder jugar con las sombras de las antorchas encendidas, la luz de la luna o la oscuridad de la jungla. Nos lo pasamos genial trabajando con el color, ha sido de lo mejor del proceso creativo –concluyen Ruymán y Ayoze-..

Sus proyectos

En cuanto a sus proyectos, Javier Yuste nos cuenta que: “Con Julián Olivares, editor de Cascaborra (a quien agradezco la confianza y la oportunidad), seguimos con el alumbramiento de la primera entrega de la adaptación de la saga Cienfuegos, de Alberto Vázquez Figueroa, de la que he guionizado el primer volumen. Esperamos que salga pronto y ya adelanto que va a ser un puntazo gracias a la labor del inigualable ilustrador José Aguilar”.

“Por otro lado sigo trabajando en mis historias, con relatos que se apartan principalmente del sendero histórico y que abrazan un género del que soy gran fan: la ciencia-ficción ucrónica. Por ahora he encontrado ilustrador para una de ellas, siendo ésta un guiño a la ciencia-ficción pulp, y estoy dándole vueltas a otra postapocalíptica que bebe un poco del planeta de los simios en su planteamiento, pero con otro tipo de humanidad subyugada”.

“También –añade Javier- me gustaría iniciar la escritura de una especie de historia de viajes en motocicleta en busca de una serie de hitos geográficos e históricos que describan una relación entre dos personas. Es un proyecto que anida en mi mente desde hace años, pero no termino de animarme ante el papel, quizá porque nunca me he montado en una motocicleta a la que le funcionase el motor y porque lo más lejos que he viajado es a Argentina al subirme al buque escuela ARA Libertad cuando estuvo atracado en Ferrol. Tengo muchas ideas y poco tiempo. Así como el obstáculo de encontrar dibujantes que se quieran sumar, a pecho descubierto, a un proyecto de estos”.

En cuanto a Ruymán y Ayoze Nieves: “En estos momentos nos estamos tomando un tiempo para evaluar diferentes proyectos. Embarcarse en un cómic supone un nivel de compromiso, dedicación y responsabilidad. Queremos estar seguros de elegir el proyecto adecuado para ello. Lo que tenemos claro es que seguiremos dando caña a los lápices, es un cosquilleo que no podemos hacer callar”.

Enlace articulo original: http://www.rtve.es/noticias/20200107/1898-cuba-derrota-puso-fin-imperio-espanol/1994862.shtml

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