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Dice Emilio Bernárdez, director editorial de La Cúpula, que las revistas son un poco como los seres humanos. “También nacen condenadas a morir, no pueden vivir eternamente”. Y a la mítica El Víbora le llegó su momento en enero de 2005, después de 25 años ininterrumpidos de alegre vida en los kioscos. Sus historietas, irreverentes, distintas y underground, son hoy historia del cómic, pero historia viva. Al tercer lustro, El Víbora resucita por obra y gracia (alguna tenía que tener) de esta cuarentena provocada por el coronavirus. Y gratis total.

A partir del miércoles 8 de abril, los aficionados al cómic podrán leerse gratis en la web de la editorial la primera entrega de una antología en la que los propios autores que colaboraron con la publicación en papel han elegido su trabajo favorito. Bernárdez y su equipo trabajan contrarreloj para tenerlo todo a punto. “Mucho mejor esto que quedarme en casa aburrido tocándome los huevos”, apunta por teléfono y a continuación explica el asunto: “Todo queríamos hacer algo juntos, pero no teníamos nada claro. Se me habían cruzado por la cabeza mil ideas y las había descartado todas por inviables. Pensé en volver con El Víbora, pero, claro, si empezaba a pedirle a la gente cómics nuevos, con el poco tiempo que teníamos, iba a ser un batiburrillo de historia de dos páginas que la gente iba a hacer por compromiso. Así que me dije: ‘¿Y si le pido a cada autor la historia que publicó en la revista que más le guste a él?”.

De momento, ya hay más de 20 autores históricos, tanto nacionales como internacionales, que han elegido su trabajo favorito. “Cada semana iremos sacando 30 o 40 páginas de esta selección. La idea es, al final, completar un solo número, por entregas, de más de 200 páginas”. Una antología en la que, aunque Bernárdez se resiste a dar todos los nombres (“queremos que sea una sorpresa”, advierte), no falta ninguno de los autores que marcaron una época. ¿Max? “Sí, y también Gallardo, Robert Crumb, Gilbert Shelton, Joost Swarte…”. ¿Y Peter Bagge? “También está Peter Bagge”, anuncia el editor con un orgullo que traspasa la línea telefónica.

“Siempre hemos tenido una cercanía muy grande con nuestros autores. No somos editores normales y corrientes que trabajan con mil creadores y ni se acuerdan de ellos. Yo sé quién es la familia de fulanito, si está casado, si está separado, si tiene hijos… Hemos compartido muchísimas cosas y tenía nociones de cómo iban a responder, pero lo hacen con este entusiasmo es algo que te llega dentro”, explica.

Y todo esto se lo debemos al coronavirus. ¡Qué cosas! “Nosotros no somos enfermeros, no podemos cuidar a la gente, pero ya que tiene que estar enclaustrada en su casa, los que lean cómics por lo menos que tengan esta oportunidad gratuita y, con una calidad tremenda. Es un acto solidario, pero también una reivindicación del buen cómic”.

Un empeño en la que, a pesar del cierre de la revista, La Cúpula no ha cejado. Han superado todo tipo de malas épocas, desde ese mes de enero en el que vio la luz el último número. “En realidad el momento en el que se cierra no es cuando nos entra a nosotros el mal rollo. Fue antes, cuando nos dimos cuenta de que la teníamos que cerrar, de que iba a morir y no podíamos hacer nada. Intentamos seguir durante cuatro o cinco números, avisando de que era el fin y la gente empezó a responder. Hasta Buenafuente dijo en su programa de televisión que no había que dejar que la revista desapareciera. Tuvimos un repunte de ventas, pero duró un número o dos. Luego la gente se olvidó”.

A lo largo de estos 15 años, muchos han sido los homenajes, exposiciones y hasta documentales que nos han recordado la importancia y vigencia de esta joya de la contracultura. Y eso, claro, ha hecho que Bernárdez pensara unas cuantas veces en resucitarla. “He tenido muchas tentaciones de volver a sacarla, porque al hacer una revista durante 300 números creas una familia grandiosa de autores, una relación casi constante. En los últimos años nos comunicábamos más por correo electrónico, pero al principio andaban todos por la editorial, haciendo entregas. Fumábamos canutos y nos íbamos a comer juntos… Era una maravilla. En La Cúpula se han juntado siempre el respeto por los autores, por los lectores y por nosotros mismos, por hacer algo que no nos traicione”.

¿Estamos quizá ante la semilla de un nuevo El Víbora? Desgraciadamente, Bernárdez lo duda mucho. “Es cierto que estamos viviendo cosas que nunca habíamos vivido, pero mucho tendría que cambiar el panorama para que eso fuera posible”. Disfrutémosla mientras podamos.

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