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Hacia 1973 aún dibujaba historias románticas. El franquismo tenía a la mujer por una menor de edad. Sólo cuatro años más tarde, en los balbuceos de la democracia española, hacía ya viñetas con bocadillos concluyentes: "...Y cada día una mujer es violada por un extraño...". María del Carmen Vila (Barcelona, 1949), más conocida por su nombre artístico, Marika, debatió ayer junto al dibujante argentino Iñaki Echeverría sobre la violencia de género en el cómic. "El lenguaje del cómic es machista, pero en los últimos quince años se han empezado a abrir grietas y a romper estereotipos", aseguró antes la ilustradora catalana.

Algunos de sus trabajos -de Marika y de Echeverría- se incluyen en la exposición "Visualizando el maltrato", una de las apuestas de la trigésima edición de la "Semana negra". Hay obras también de Una, Susanna Martín y Gabriela Cabezón. Esta última es la guionista de "Beya", la relevante historia publicada en 2013 e ilustrada por Echeverría. "Mi gran miedo era cómo hacer algo bello con una tragedia, tratar la desnudez del horror". Captar el clima de un maltrato.

"Poco a poco, el cómic ha ido aceptando a la mujer, lo que antes no ocurría; es un cambio que ha costado mucho", indicó Marika. Recordó esa lenta y paulatina evolución de un arte que es "androcéntrico" y ha venido siendo cuestión de varones, según el especialista avilesino Norman Fernández.

Marika fue una de las mujeres que, desde los pioneros dibujos feministas de la también barcelonesa Núria Pompeia, más conscientemente ha trabajado en la búsqueda de lenguajes coherentes con la problemática de género. Sigue en esa pelea. "Empiezo haciendo historias románticas, pero no estaba de acuerdo con el mensaje; era un mundo absolutamente masculino", subrayó.



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