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Borja González (Badajoz, 1982), está empezando a destacar con diferentes obras ya realizadas, en las que muestra y transmite una sensación, más allá de lo puramente visual. Con sus dibujos consigue transmitir una evasión temporal o espacial, que adquiere especial importancia en una huida de la realidad hacia un refugio introspectivo de sus personajes.

Hace unos dos años, publicó su primer cómic, «La reina orquídea» (El verano del cohete) una historia diferente que, tras su apariencia de cuento de hadas era una reflexión sobre la creatividad. Ahora, está confirmándose su gran talento -que está dando de qué hablar- con «The Black Holes» (Reservoir Books). Una historia de tres jóvenes (Gloria, Laura y Cristina) que, en 2016, quieren montar una banda de punk llamada The Black Holes. Una historia en dos tiempos, ilustrada de forma magistral que le está llevando al éxito.

¿Qué significa para usted dibujar? ¿Cuándo y cómo surge su interés por el dibujo?

Dibujar es desinhibirse, ser sincero contigo mismo en un puñado de trazos. Y eso también significa descubrir cosas nuevas, tanto de tu entorno como de ti mismo.

¿Cómo definiría la figura y qué requisitos considera necesarios para ser un buen ilustrador?


No me veo capaz de responder a esas preguntas. Como mucho, diría que el único requisito imprescindible es ser honesto con tus ideas.

¿Qué puede llegar a inspirarle? ¿Cuáles son sus ilustradores de referencia?

Cualquier cosa. Durante mucho tiempo el cine y la literatura fueron mi principal fuente de inspiración y, por extraño que parezca, la influencia de la ilustración o el cómic era más estética que otra cosa, la verdad. Ahora estoy mucho más pendiente de la narrativa del cómic o incluso los videojuegos. También estoy leyendo mucho manga últimamente, y estoy aprendiendo mucho de él.

Mis dibujantes de referencia dependen de la época, claro. Años atrás, te diría que ciertos artistas de línea clara, como Moebius, Arno, etc. Principalmente por la técnica, de la que bebí mucho. Ahora, ciertos autores como Sammy Harkham o Tillie Walden me llaman más la atención, por sus capacidades narrativas y la soltura y naturalidad de su trazo.

Al abrir un libro o un periódico, ¿qué no soporta ver en una ilustración?

Bueno, el estilo o la falta de él, puede producirme cierto rechazo, pero lo que no soporto en una ilustración o un cómic es la ausencia de honestidad. Lo que busco en una obra es ver las cosas desde la perspectiva del autor.

Tiene un estilo en su trazo que califican como poético, con una característica definitoria en la eliminación de las expresiones en los rostros de sus personajes, pero con una gran carga en los detalles decorativos y ambientales. ¿Cómo llegó a construirlo? ¿Por qué esa ausencia de expresiones?

Todo esto viene de la perspectiva usada a la hora de afrontar las historias. Mis personajes están atados al mundo que les rodea y, en ocasiones, se ven abrumados ante él hasta el punto de definirlos. La ausencia de rostros, la composición de los elementos decorativos y ambientales, son una manera de reforzar esa mirada.

¿Y el color, qué papel juega para usted en sus creaciones?

Es un recurso más, como la composición, el grafismo o la narración. Pero me queda mucho camino por recorrer en esa parcela, para ser sincero. A nivel técnico y narrativo no termino de alcanzar un equilibrio, que encaje todo correctamente. Además, cuando tu grafismo es muy sintético, el color supone un pilar importante, así que no es algo que puedas dejar al azar.


Acaba de publicar «The Black Holes» (Reservoir Books) un relato gráfico en clave de fabula emocional. Cuéntenos el proceso de elaboración del guión y el dibujo, desde la aparición de esa primera idea o propósito, pasando por la forma y la estructura narrativa hasta llegar a la finalización. 


¿Cómo se enfrentó a la página en blanco?

Lo difícil fue encontrar el tono adecuado. En «The Black Holes», los sueños de Teresa se entrecruzan con los de Laura, así que para mí era importante que el lector se perdiera en esa carretera de doble sentido. Creo que por esa razón la trama sufrió tantos cambios antes y después de empezar a dibujar, pero también es cierto que me gusta trabajar cargando con esas dudas. Si soy capaz de visualizar toda la obra antes de sentarme a sacar páginas, pierdo el interés. Para evitarlo, parto de ideas y sensaciones muy esquemáticas que voy modelando mientras dibujo. En el caso concreto de »The Black Holes», tenía esa idea de no sentirte cómodo con el espacio y el tiempo que en teoría te corresponde, así que tiré de ese hilo desde un principio.

¿Fue difícil conseguir la originalidad? ¿Cuánto tiempo le llevó escribir y dibujar esta obra?

 
Buscar la originalidad es un pésimo motor creativo. Lo difícil es dar con las razones por las que estás haciendo lo que estás haciendo. Es lo que comentaba antes de la honestidad como punto de partida para cualquier obra.

En el caso de «The Black Holes», tardé casi tanto tiempo en encontrar el tono que quería mediante borradores de guión y bocetos, que en terminar el cómic. Además, suelo escribir y dibujar las páginas finales al mismo tiempo, y eso me obliga a parar y regresar al trabajo terminado para no perder el hilo. Con «La Reina Orquídea» tardé apenas 3 ó 4 meses en hacerlo todo, pero con «The Black Holes» el proceso se alargó por lo complicado que me resultaba manejar una historia en dos tiempos, controlar qué se mostraba y qué se sugería, etc. Creo que fueron casi dos años.

¿La originalidad puede llegar a ser frágil?

Tan frágil como que puede dejar de serlo en cuestión de días. Todo esto va de comunicarse, de mostrar a los demás cómo ves el mundo que te rodea, y la originalidad no tiene sitio ahí, no es el camino y no es el fin.


Al realizar un proyecto ¿trabaja en muchos bocetos hasta que llega a la idea final? ¿Esos bocetos necesitan cuidados en forma de tiempo y paciencia para poder crecer?

Hay ocasiones en las que algo se te resiste o no eres capaz de plasmar una idea concreta, y ahí trabajar en sucio es fundamental, claro. Otras veces puede parecer que caes en una idea por pura casualidad, pero no creo que sea así realmente. Siempre hay un trabajo detrás. Por ejemplo, «La Reina Orquídea» no era más que una ilustración en la que aparecían dos chicas hablando sobre el cómic que yo estaba leyendo en ese momento. Hice ese dibujo por diversión pero, mientras lo estaba coloreando, vi que esos personajes tenían más cosas que decir, así que ese mismo día me puse a escribir y al siguiente ya estaba haciendo el cómic. Esa ilustración original aparece en el libro como una página más. Así que podría parecer que todo el cómic cayó del cielo, pero en realidad es el resultado de una serie de lecturas, vivencias, sentimientos, etc. Sencillamente, encuentras el camino a la primera o a la decimotercera, pero siempre hay un trabajo detrás.


¿Qué hace luego con esos primeros trazos? ¿Los tira? ¿Los conserva?

Normalmente trabajo en libretas y no suelo tirarlas, pero a estas alturas me resultaría imposible encontrar nada que no esté en las tres o cuatro últimas. Si hay algo que me interesa, arranco esa página de la libreta y lo coloco en la siguiente. No se me ocurre un peor método a la hora de conservar el trabajo, pero es que en general me organizo fatal.

«The Black Holes», es su primera obra en formato amplio y para un gran grupo editorial. ¿Qué conclusiones tiene de este proyecto? ¿Ha marcado un antes y un después para usted?

Sin duda es un antes y un después para mí. Siempre he estado (y estaré) ligado a la autoedición por pura comodidad y por las muchas cosas buenas que aporta, pero gracias a Reservoir Books mi trabajo llegó a mucha más gente, no solo en España. En enero lo publicará Dargaud en Francia, y eso es algo muy complicado de alcanzar si te editas tú mismo. 


Toda la acción trasladada por el dibujante -en este caso usted- al papel necesita de un cómplice, el lector ¿Qué le diría para que abra el cómic por la primera página?

Que no tenga miedo alguno a la hora de aportar lo que crea necesario a la obra. Me preocupé mucho por dejar espacio al lector, que pudiera completar ciertos huecos emocionales y narrativos en función de su percepción.

¿A través del dibujo se pueden despertar cosas invisibles como emociones, sensaciones o sentimientos?

Si no se pudiera no tendría sentido hacerlo, creo. Luego ya es cuestión de ser más o menos fino en esto, de llegar a sensaciones o emociones muy concretas, que habías olvidado o incluso que no conocías. Eso es, a mi juicio, lo más interesante.


¿Tuvo total libertad de los editores para elaborar la obra? ¿Cómo debe ser esa relación entre editor y autor?

Total libertad, por suerte. No me puedo quejar en ese sentido. El editor tiene que apoyar al autor y, sobre todo, conocer la obra tan bien como él. Es la única forma en la que puede estar legitimado para decirle al autor que no está llegando a donde quería llegar. O al menos hacérselo ver y que el autor decida. De todas formas la última palabra la tiene el autor, que siempre tiene la opción de no publicar su obra en una editorial u otra. No sé, yo no lo veo como una lucha de egos. El autor tiene que ser honesto con sus ideas, y el editor tiene que ayudarle a que no deje de serlo.

Usted también ha estado del lado del editor ya que -si no me equivoco- creó la editorial El Verano del Cohete junto a Mayte Alvarado y Rui Díaz, así como el sello de fanzines spiderland/snake. ¿Siguen vigentes estos proyectos? ¿Cuéntenos su experiencia como editor y qué les llevó a realizar estos proyectos de narrativa gráfica?

 
La aventura de El Verano del Cohete terminó y no siento la necesidad de regresar a ella. Aprendimos mucho sobre el proceso de edición o distribución, y nos permitió mostrar nuestro trabajo y el de otros autores que nos gustaban. Fue fantástico y agotador a partes iguales, y llegó un momento en el que nos resultaba imposible compaginar la creación con todo lo que implica editar, distribuir y promocionar un libro. Así que Mayte y yo decidimos montar spiderland/snake, una web en la que ir colgando pequeñas obras o vender fanzines de escasa tirada, sin periodicidad y sin ataduras. Los fanzines son algo maravilloso y resulta muy complicado para nosotros salir de ese terreno. Nos aportan demasiado como para dejarlos atrás. 


¿Es más acertado hablar de cómic o novela gráfica?


¡No tengo ni idea! No me interesa nada esa diferenciación, si es que la hay. Lo importante es si una obra te llega o no te llega. Si prefieres llamarlo cómic, historieta o novela gráfica me parece bien.

¿Qué es más importante para elaborar un cómic: una buena documentación, una buena historia o un gran dibujo?

Lo que pida el cómic en concreto. Hay obras que se sustentan en el apartado gráfico y otras en el guión. Si pretendes hacer un cómic histórico, entiendo que la documentación es importante, claro. Todo depende de lo que quieras hacer, lo demás son herramientas que utilizas en mayor o menor medida.

¿Por qué la narrativa visual del cómic es atractiva para usted?

 
El cómic te permite jugar con la imagen, la composición, la narración visual, la palabra y los silencios. Por ejemplo, un personaje y el escenario en el que se mueve, pueden estar reflejando ideas contrarias o complementarias. Es un medio particularmente efectivo a la hora de definir lo invisible.

¿Se está acercando el cómic a una pretensión más artística?


Siempre lo fue, creo, pero entiendo que te refieres a un menor peso en la narración tradicional. Pero en mi opinión no es tanto una pretensión como un paso lógico: están apareciendo nuevos autores que no tienen como referencia únicamente los cómics o la literatura. Se nutren de otros medios tan dispares como el anime, los videojuegos, las series, los fanzines o incluso la pintura, y supongo que eso influye en su trabajo y también en la percepción que los lectores tienen de él.


La posición de guionista y la posición de ilustrador, son dos posiciones contrapuestas, uno emplea la palabra y el otro la imagen ¿Cómo llega al equilibrio entre estas dos figuras necesarias a la hora de emprender una nueva obra?

Bueno, aquí lo importante es no repetirte. Dejar más espacio a la imagen o al texto es algo que te pide la propia historia, su ritmo, etc. Pero hablo de mí, claro, que no he trabajado con otros guionistas o dibujantes. Llegar a un entendimiento entre ambos debe ser difícil pero yo no he tenido ese problema.

¿Qué opinión tiene del cómic en España?

Ahora mismo estamos en un momento muy bonito pero complicado. Precisamente por la apertura del medio en cuanto a nuevos creadores que vienen de sitios muy dispares, estamos viendo muchas obras interesantes y personales, y eso es fantástico y necesario para el crecimiento del medio. Además, las editoriales están apostando por abrir el mercado a obras que antes no nos llegaban y espero que eso genere nuevos lectores, pero el problema es obvio: cuánto durará esto si no crece el número de lectores. Mentiría si dijera que no me da miedo el futuro del cómic en España, pero hay que ser optimistas y, como lectores, disfrutarlo mientras dure.


¿Está actualmente trabajando en un nuevo proyecto? ¿Cuál?

Estoy con varias cosas a la vez y no resulta fácil compaginarlas. Por un lado, una serie abierta para spiderland/snake, que empecé por pura diversión y para mantener el ritmo de trabajo. Me lo estoy pasando muy bien con ella, la verdad. Se podrá leer gratis en la web, pero hasta que no tenga suficiente material no empezaré a publicar capítulos. Y por otro lado el siguiente cómic largo, que me gustaría empezar a dibujar ya mismo.

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