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Para que el cómic se consolide como arte mayor no solo basta con espacio en los museos. Hay otras dos patas, íntimamente ligadas, que no pueden faltar: la universidad y los fondos bibliográficos. También ambas han surgido en Valencia, aunque con desigual fuerza.

El Monasterio de San Miguel de los Reyes antes, durante y después de la guerra civil fue una cárcel y ahora es la sede de la Biblioteca Valenciana, que tiene entre sus fondos más de 30.000 dibujos originales. La mayoría procede de la compra hace ya más de una década de los fondos de la editorial Maga (1951-1986), responsable desde ValEncia de tebeos históricos como 'Pequeño Pantera Negra' o 'El pequeño héroe'. 

Esa compra atrajo donaciones como las de las hermanas Añón y a la llegada de números de 'Los chicos', 'El Guerrero del Antifaz' o 'El Capitán Trueno'. De ahí salió la exposición 'El tebeo valenciano' que se inauguró en la 25ª edición del Salón del  Cómic de Barcelona del 2007.

Falta catalogarlos
Pero Álvaro Pons remarca que en el apartado de los fondos, «falta casi todo por hacer, no es sólo tenerlos, hay que trabajarlos, catalogarlos y estudiarlos». «Son un patrimonio cultural importantísimo a partir del cual se pueden sacar muchas conclusiones de su época. Los autores del cómic nunca han sido de la elite y han representado lo que pasaba en la calle de manera directa», subraya.

Ahí entra la recién constituida Cátedra de Estudios del Cómic Fundación SM de la Universitat de València (UV), enmarcada en el paraguas del Aula del Cómic de este centro que engloba otras iniciativas.
«Es fundamental la labor de la universidad, es otra de las patas de la normalización del cómic que, como cultura popular y lenguaje, necesita investigación académica. Es poliédrico y puede ser estudiado desde muchas vertientes, como el lenguaje o la sociología», apunta Pons, que está también al frente de un proyecto que ha puesto en marcha jornadas del cómic como herramienta de aprendizaje que el próximo curso de convertirán en máster.

Eclosión de todo
Además, históricamente la UV ha impulsado exposiciones que (aún) no entran en los museos. Pasó hace tres años con 'La Traca. La trasgresión como norma', que repasaba la vida y muerte del semanario que desde Valencia y en la segunda república vendió más de medio millón de ejemplares de algunos de sus números. Su militancia antifascista y contra la Iglesia y sus caricaturas de Franco supuso la ejecución al acabar la guerra civil de su editor y del dibujante Carlos Gómez 'Bluff'.

«Todo forma parte de un gran ecosistema», cuenta Daniel Tomás, director de contenidos del exitoso Salón del Cómic de Valencia, que en su última edición tuvo 23.000 visitantes, con apuestas transmedia como las películas de Marvel o los videojuegos, para completar la de los autores locales.

«Es un momento de eclosión de todo», apunta Tomás, que destaca especialmente un factor: las autoras. «Están Ana Penyas y Laura Pérez, claro, pero también se ven muchas autoras en Tenderete», desliza.

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