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Un caballero de brillante armadura, un mago elfo capaz de invocar poderosos hechizos, un enano de hacha afilada y ánimo belicoso y un hobbit capaz de desactivar trampas y abrir cerraduras. Si has jugado alguna vez a juegos de rol como Dungeons & Dragons, videojuegos multijugador como World of Warcraft o te has asomado a la literatura o el cine de fantasía heroica, estos perfiles te resultan familiares. Que su principal afán, en vez de buscar tesoros y desfacer entuertos, sea cocinar monstruos de la manera más deliciosa posible, sí que descoloca bastante más.

Quizás por ello en Japón, el país donde se inventan todas las tendencias de cultura popular que luego causan furor en el resto del mundo, el último fenómeno se llama Dungeon Meshi (Delicioso en mazmorra), un manga del dibujante Ryoko Kui que ha conseguido colarse entre las listas de títulos más vendidos y despachar cientos de miles de ejemplares contando las andanzas de una pandilla de aventureros gastronómicos que cocinan plantas carnívoras, murciélagos gigantes o armaduras encantadas.

¿Cómo ha conseguido un autor relativamente nuevo disputar el favor del exigente lector japonés a títulos de tremenda popularidad como Naruto, One Piece o Ataque a los titanes? A través del apetito. La predilección nipona por el buen comer hace que, en prácticamente cualquier cómic del país del Sol Naciente, ya sea cómico, dramático o de aventuras, sus protagonistas muestren una tremenda pasión por llenar el estómago y la trama en curso se detenga para detallar platos y recetas.

En Japón, el manga o cómic japonés sigue siendo un medio extremadamente popular en el cual se pueden encontrar obras de todas las temáticas, por minoritarias y raras que sean. Hay desde tebeos sobre ping pong a versiones de El Capital de Karl Marx, por poner solo dos ejemplos dispares. Y sí, existe un amplio catálogo de tebeos gastronómicos.

La fiebre del manga gastronómico

En España, por ejemplo, ya disponibles mangas del género que van desde clásicos divulgativos como Oishinbo, que enseñan mediante viñetas a cocinar platos japoneses, Food Wars, ficción con aire a lo Master Chef o con un punto más de retrato social como El gourmet solitario, de Jiro Taniguchi, sumo sacerdote del manga gafapasta.

Tragones y mazmorras ha sabido darle un giro de tuerca y eso, cuenta Carlos Subero, de la editorial Milky Way, que edita el título en nuestro país, fue uno de los factores que les animó a probar suerte. “Lo hilarante de las escenas y lo en serio que los personajes se toman la preparación de cada plato donde el ingrediente principal son los monstruos de la mazmorra, demuestran que quizás otra cosa no, pero originalidad posee mucha”, asegura el editor.

La editorial española detectó pronto el potencial de la serie, a la que no dudó en rebautizar como Tragones y Mazmorras por razones más que evidentes: “nos llamó mucho la atención que, a pesar de ser un título relativamente menor, cada vez que sale un tomo, se cuela entre los más vendidos”, cuenta Subero. La inclusión de la serie en la lista de nominados al prestigioso premio Manga Taisho también influyó positivamente.

Acción ligera, protagonistas entrañables y unas recetas culinarias a base de monstruos tan elaboradas que entran ganas de comer tempura de orco... se trata de los ingredientes del penúltimo éxito de la inagotable capacidad nipona de hacer cultura pop fusión. Están locos, estos japoneses.

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