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'Alpha', el cómic que nos mete en la piel de un inmigrante subsahariano
La crisis migratoria de los Balcanes ha hecho que casi nos olvidemos del otro principal flujo migratorio que llega a Europa, el de los subsaharianos. Menos mal que hay artistas comprometidos que nos recuerdan que miles de personas se siguen jugando la vida en su sueño por alcanzar Europa. Como la novelista francesa Bessora y el dibujante Barroux, que en Alpha. Abiyán-Estación París Norte (Norma) narran la odisea de un inmigrante de Costa de Marfil que quiere reunirse con su familia en Francia. Un viaje de 18 meses lleno de dificultades, traficantes de personas o barcazas sobrecargadas que difícilmente le permitirán alcanzar su sueño.
Una apasionante novela gráfica que ganó el Premio Médicos Sin Fronteras en 2015.
“Alpha, el protagonista –asegura Bessora- no es un personaje real, porque no queríamos robarle la vida a nadie; pero me documenté mucho para comprender en qué consistía salir de Costa de Marfil para llegar hasta Francia después de 18 meses. Es una ficción con el objetivo de crear un diario íntimo de viaje, metiéndonos en su piel y viajando junto a él. Cuando leemos el libro tenemos la impresión de que él es el autor de la historia y los dibujos, aunque sea un personaje como tal”.
Barroux confiesa que la idea para el libro se la dio un inmigrante al que conoció en Francia: “La chispa de la idea viene de un gran taller donde yo trabajaba y también vivían muchas personas. Allí acogimos a un “sin papeles”, que se llamaba Togola, y que nos contó su historia. Eso me dio el deseo de descubrir más. Acababa de hacer una novela gráfica sobre la I Guerra Mundial y quería hacer algo moderno sobre África. Pero Alpha no es ese inmigrante”.
“Al final -añade el dibujante- Togola consiguió los papeles después de llevar diez años en Francia ilegalmente. Su historia daría para otro libro porque como no podía volver a Costa de Marfil acabó teniendo una familia allí y otra en Francia. Tenía una vida muy complicada y gracias a asociaciones logro sus papeles; y lo primero que hizo fue coger un avión para ver a su familia africana. Su historia daría para otra novela gráfica. Por eso le he dedicado el libro”.
“Queríamos poner cara a los inmigrantes”
Bessora publicó su primera novela en 1999 y en 2001 ganó el premio Fénéon por Les Taches d’encre, al que siguió el Grand Prix littéraire d’Afrique Noire en 2007 por Cueillez-moi jolis Messieurs, pero esta es su primera novel a gráfica: “Los escritores trabajamos solos, pero también me gusta colaborar con otros autores porque me fascina la pintura, el dibujo… así la idea de escribir un texto pensando que luego un dibujante iba a completarlo con sus dibujos me pareció fascinante”.
En una historia como esta es fácil caer en el sensacionalismo, pero ambos lo evitan con un trabajo tan emocionante como realista: “La idea –asegura la escritora- era ofrecer una perspectiva diferente de los reportajes un tanto fríos que vemos todos los días en los informativos y, a la vez no caer una especie de compasión miserabilista. No quería que hubiese condescendencia con el protagonista. Quería que los lectores pudiesen meterse en su piel y la mejor forma narrativa de hacerlo era la primera persona, el diario íntimo. Por eso adoptamos el yo”.
Una perfecta combinación de texto e imágenes
Para este trabajo compartido, ambos tuvieron que cambiar radicalmente de estilo. “Yo –asegura Bessora- tenía que compartir mis textos con imágenes. Por eso mis fragmentos no tenían que explicarlo todo, sino dejar sitio para las cosas que añadía Barroux con sus dibujos. Por eso escribí de forma muy seca, sencilla, lo más sobria posible, para que las imágenes completasen la historia”.
“Es una historia que necesitaba imágenes –continúa la escritora- porque el texto solo es demasiado fuerte, es como un puñetazo en la cara. Las imágenes también son duras, pero tienen una especie de falsa ingenuidad que da oxígeno y resalta la parte lírica del texto“
“Yo quería –apostilla el dibujante- mostrar algo diferente de lo que escribía Bessora, de forma que texto e imagen se complementaran. Ese era el desafío: conseguir que ambos lenguajes se complementen. Y creo que lo hemos logrado”.
Barroux, que tiene una brillante carrera como ilustrador de prensa, habiendo trabajado para medios como The New York Times, Washington Post y Forbes, nos comenta que: “Gráficamente yo quería conservar la idea de que era un diario íntimo que el protagonista hacía por el camino. Por eso hice todas las ilustraciones en un auténtico diario, por las dos caras de las páginas y luego añadimos los textos escritos a mano. Y las imágenes, las hice con cinco rotuladores, de los que usan los niños; y de una forma muy en bruto porque también quería que diese la sensación de que el protagonista los había hecho durante su viaje con lo que tenía a mano”.
“No quería que los dibujos fuesen meras ilustraciones del texto –añade Barroux-, quería que tuviesen tanta fuerza, aspereza y tanta brutalidad como las palabras. Así que me puse esos límites y no dejé ese estilo de la página uno a la 95, todo lo hice con esos cinco rotuladores”.
Las enormes dificultades a las que se enfrentan las mujeres
Durante una parte del viaje un grupo acompaña al protagonista, entre los que destacan un niño que viaja solo y una mujer que se ha visto obligada a vender su cuerpo para intentar escapar de la miseria. “Me interesaba reflejar las enormes dificultades a las que se enfrentan las mujeres para escapar de la miseria –nos cuenta Bessora-. No quería hacer un reportaje, algo intelectual, sino un recorrido humano, encarnado en Abebi, la protagonista, que pasa por todas las dificultades: la prostitución, la enfermedad…”.
Bessora destaca también que: “El viaje del protagonista dura 18 meses y se ve obligado a vender todo lo que tiene: su casa su negocio, para intentar llegar a Francia. Mientras que el viaje de vuelta de los inmigrantes repatriados desde Francia apenas dura seis horas y es realmente barato para personas como yo que tenemos visado”.
La escritora asegura que había que cambiar la política migratoria europea: “Mi opinión personal es que podríamos abrirnos un poco más a esa gente que necesita ayuda. No soy una política, soy una escritora y nuestra fuerza es poder crear un mundo en tres dimensiones, a través de las palabras y las imágenes, para que las personas que nos lean puedan ponerse en la piel de un inmigrante. Esa es la potencia de la ficción, que es una mentira que dice una verdad que nadie quiere oír”.
También queríamos llegar a los jóvenes
Barroux nos comenta que: “Hemos ido a muchos colegios a hablar del libro con los jóvenes e incluso fuimos al Liceo Francés de Londres”.
“Creo que ese bombardeo de imágenes a velocidad de vértigo de los Telediarios acaba anestesiando al público –asegura Bessora- No podemos sentir empatía con esos refugiados porque la empatía requiere tiempo, requiere meterse en la piel de la gente. Por eso hemos llevado el libro a algunos colegios y, en uno de ellos, un alumno me confesó que unos familiares suyos habían pasado por una experiencia similar. Y que gracias al libro sus familiares se convertían en alguien real, no en esos cientos de rostros anónimos que vemos en las noticias. Que era como si este libro reconociese su existencia”.
“Los jóvenes –añade Bessora- viven en un mundo donde es muy difícil desarrollar la empatía propia, por todo lo que nos bombardea. Este tipo de libro es una forma de desarrollar la empatía, la reflexión. Creo que es importante para los adolescente y los jóvenes”.
Premio Médicos sin Fronteras 2015
En cuanto al Premio de Médicos sin Fronteras: “A mí me emocionó –asegura Barroux-. Nunca te lo esperas. Todos decimos que no hacemos los libros para ganar premios sino para llegar a las personas, pero cuando nos dieron el premio la verdad es que me emocioné. Por el libro, por el trabajo…”
Sobre sus proyectos, Bessora asegura que: “Siempre nos preguntan si vamos a volver a trabajar juntos, así que deberíamos encontrar una idea. Mientras trabajo en una tetralogía de novelas”.
“Yo tengo dos novelas gráficas -añade Barroux-. Una es un viaje por Estados Unidos, de Nueva York a San Francisco, que se va a llamar Lincoln Highway 750 y trata de un hombre que recorres esa carretera. Además trabajo en otra novela gráfica, sobre el nacimiento del virus ébola, que adapta la novela de Paul Costeau que recibió el Premio Goncourt en 1995”.