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Hace cuatro décadas, un joven de San Roque vio cómo un amigo le abría las puertas de la industria del cómic gracias a que se llevó unos dibujos a escondidas. Hoy, aquel gaditano puede presumir de haber dibujado colecciones estrella de Marvel y DC como 'Los Vengadores' o 'Superman' y de que Stan Lee tratara de seducirle para que se quedase en 'La Casa de las Ideas'. Es Carlos Pacheco, un autor con personalidad y experiencia como para extender sus reflexiones desde su ingente conocimiento del mundo de los superhéroes hasta la política o el arte sin callar sus odios y amores por las viñetas.

¿Qué le queda a quien ha dibujado a 'Superman' en DC y a 'X-Men' en Marvel?

Lo que queda sobre todo es la ilusión personal. Durante un tiempo te involucras pensando en lo que te gustaría trabajar con los personajes con los que has crecido y después te queda poder ilusionar a alguien con lo que haces, especialmente con personajes con los que no tienes ningún tipo de empatía como el es el caso de Superman, que es alguien con quien nunca conecté. También queda intentar hacer algo que pueda ser recibido con agrado por los aficionados y por la gente que coja un cómic por primera vez y lograr que ese individuo pueda llegar a convertirse en su nostalgia, por decirlo de alguna manera.

Desde la experiencia, ¿cómo se consigue mantener el interés de los lectores por personajes de más de 50 años?

La manera en que se llega es obviando que tienen esos años. Durante un tiempo la continuidad fue uno de los grandes ladrillos del universo Marvel. Es difícil que una línea biográfica continúe después de cincuenta y tantos años porque la manera de reflejar el mundo real va cambiando. Esos personajes tienen que cambiar aunque conserven el enfoque, aunque se conserve la cabecera y, durante muchísimos años, el aspecto iconográfico del personaje... y ya ni eso porque se cambia todo absolutamente. Lo que Marvel quiere es que todo se cambie para que nada cambie, pero me temo que no es así.

¿Es bueno el boom de las películas de superhéroes para los cómics?

Tengo mis recelos sobre el hecho de que eso las películas puedan ayudar a incrementar ventas porque creo que no es así. Lo que sí es cierto es que los beneficios que generan las películas hacen que estemos más tranquilos. Cuando Marvel vivía de vender tebeos había que vender tebeos y ahora mismo no es necesario. En ese sentido se vive un poco más relajado y más tranquilo, pero por otro lado tenemos esa presión de la gran multinacional que es ahora Disney detrás. La fecha de entrega es inamovible y aunque antes tenías esa presión de la venta no tenías la presión de la entrega.

¿Hay alguna idea de las películas que le hubiera gustado trasladar del cine a los cómics?


Evidentemente es otro mundo. Cuando el aficionado se encuentra con que la película no responde a la idea que él tenía, la respuesta tópica, casi de cuñado, es que es otro medio. También es otro medio en el camino inverso. No entiendo por qué hay que hacer ese camino de ida y vuelta para encontrar lo que ya teníamos. Si lo que teníamos ya funcionaba sigamos por ahí. No veo la necesidad, pero otra cosa es desde el punto de vista empresarial. Si un personaje gana popularidad en el mundo del cine lo lógico es que le dé ese espacio como ha hecho con personajes como Viuda Negra o incluso Iron Man. En el mundo del cómic Iron Man jamás había funcionado. De hecho, en Marvel no se lo esperaban. Yo he hablado con editores como Nick Lowe y me decía que nadie en Marvel entendía el éxito y míralo, es uno de los más populares, desbancando incluso a Spiderman o al propio Lobezno.

¿Se ha notado la compra de Marvel por Disney con algún tipo de censura, más allá de que Marvel no quiere sexo en sus páginas?

El sexo no existe y sinceramente estoy cansado de decirlo, pero no dejaré hacerlo: creo que es exactamente imperativo trabajar con el sexo en las historias. No tiene sentido que, hoy que en internet un chaval tiene acceso casi ilimitado a cualquier forma de sexo que te puedas imaginar, dar la espalda eso. Si ves cualquier serie televisión que potencialmente podrían ser el mismo 'target' que podemos ser nosotros uno de los motores de las historias es el sexo. No estamos hablando de genitalidad ni de pornografía, estamos hablando de otra cosa. El incluir el sexo como algo que mueve a los personajes de arriba a abajo a mí me parece un imperativo necesario. En el cine y en las series de televisión es un elemento absolutamente presente y sin embargo en el cómic de Marvel es un complemento ausente.

Especialmente porque otras compañías, como podría ser Dark Horse, sí lo incluyen.


Marvel tenía que dar ese cambio sin mirar si otros lo hacen en el medio sino mirando en general. Precisamente el gran problema que podríamos entender que tiene una compañía como Marvel o como DC no es las ventas que ellos podrían tener sino la presencia que tiene el cómic hoy en día en el mundo, que cada día es menor y ya no es ese elemento de cultura popular que fue hace un tiempo. Hay que ponerse las pilas y mirar a otros medios y tirar para adelante.

Usted ha trabajado en dos etapas en Marvel. ¿Alguna vez ha conversado con Stan Lee, la leyenda de 'La Casa de las Ideas'?

Sí me he cruzado con Stan Lee. Es un tipo muy entrañable. Lo conocí hace muchos años y en las convenciones él siempre tiene la deferencia de hacer una ronda para saludar a todos los artistas, aunque ahora está bastante mayor. Me quedé con las ganas de trabajar con él, tuve la ocasión de hacerlo cuando salió la primera película de Spiderman. Me ofrecieron hacer la adaptación al cómic con él. Me hizo mucha ilusión, lo hicieron con la idea de que no me marchase de la editorial, pero ya había dado mi palabra que me iba (a DC). Siempre me quedará esa espinita clavada de que no trabajé con el gran Stan Lee. Bueno, tampoco habría trabajado con él, sino con sus ayudantes (ríe).

Otro guionista de renombre es Chris Claremont y todavía no han conseguido trabajar juntos.
Es mi amigo y esa es otra pelea que tenemos, la de intentar encontrar ese hueco en las agendas de ambos. Hace tiempo estuvimos dándole vueltas para hacer una historia de John Carter. Fue meses antes de que se estrenara la película, pero con el estreno ya nos chafó todo todo el plan. De todas maneras, no me puedo quejar de los guionistas que me han tocado.

¿Con cuál ha disfrutado más?

Uff. Muchas veces no depende solamente de la historia que te dan sino de cómo te facilita el trabajo. Para mí 'El escuadrón siniestro', una de las últimas cosas que me han dado, fue una maravilla porque Marc Guggenheim, el guionista de televisión y ahora de cómics, es un escritor con ideas estupendas que conoce a los personajes y que nunca se deja nada atrás. No ocurre esa típica secuencia en la que después de dibujar varias páginas un personaje dice: «Y en ese momento saca la espada que tenía en la espalda». ¿Pero cuándo llevaba una espada en la espalda? ¿por qué no me lo ha dicho antes? Ese tipo de cosas muchas veces te obligan a tener que ir hacia atrás y retocar cosas y Marc jamás se ha dejado nada en el tintero. Su manera de manejar a los personajes es muy cercana la mía, la forma de llevar la acción y por otro lado las referencias que te ofrece me facilitan mucho el trabajo porque tanto él como, por ejemplo, ahora James Robinson acostumbran a enviarte referencias de lo que quieren. Tú las buscas si quieres algo más, pero ellos son conscientes de que hoy en día, aunque Google esté ahí, te quita tiempo y eso es lo que menos tenemos.

¿Se gustó con tanta acción en 'El escuadrón siniestro'?

La acción no es algo que a mí me lleve a dibujar cómics. Es algo sumamente importante y dentro de la plástica del superhéroe es un elemento vital, pero me motivan más otros componentes de la narrativa. La ventaja que tenía 'El escuadrón siniestro' es que eran malos, era un tebeo interpretado por tipos malos y eso siempre es muy divertido. He hecho una colección en la que los protagonistas son los dictadores del universo y otra en la que se habla de 'Occupy Avengers' (Vengadores indignados). Me resulta muy interesante a la hora de trabajar porque te aleja del topicazo del héroe monolítico tipo Superman, que tienes que buscar los problemas para que los tenga.


La violencia es algo que en Marvel no está mal visto. Es cierto que por aquello de de ser un tebeo aparte y no estar protagonizado por héroes me dieron un poco más de cancha incluso con la parte erótica. Pudimos trabajar alguna secuencia de Hyperion y Warrior Woman con cierto nivel de intensidad no visto. Había algún polvo por ahí que agradaba muchísimo dibujar, pero cuando vuelves a la situación normal otra vez tienes que aceptar los patrones habituales del trabajo y volver al redil de cierto grado de violencia y cero sexo.

La magia se reservaba para 'Arrowsmith', ese proyecto en el que pudo crear a su propio personaje.

No tiene nada que ver con los superhéroes. Cuando lo hicimos hace unos años nuestra idea era precisamente escapar a esos elementos que tienen en común los cómics de superhéroes, pero al mismo tiempo sin olvidar al lector de superhéroes. Queríamos que no tuviera esos clichés o esos tópicos del tebeo de superhéroes y los elementos que lo definen. Queríamos, siempre lo tuve claro y lo hablaba mucho con Kurt Busiek, hacer nuestro particular 'Kamandi', un cómic que Jack Kirby escribió y dibujó para DC que no tenía que ver con los superhéroes, pero que amábamos aquellos que leíamos ese tipo de material y que entendimos mejor que ningún otro.

Su última obra en el mercado ha sido 'Vengadores indignados'. ¿Ve futuro a unos superhéroes 15-M?
Veremos a ver lo que dura porque salió cuando nadie esperaba el cambio presidencial, cuando (Barack) Obama estaba en su gloria. Vamos a ver lo que aguanta y no será por falta de calidad. No lo digo por mí sino porque quien me sustituye (después de los cuatro primeros números) es otro artista español, Gabriel Walta (candidato a un premio Eisner por 'La Visión'), y espero que a la colección le quede mucho tiempo. Viene de los tiempos del 'Occupy Wall Street' y no son mejores tiempos ahora mismo para promocionarse con ese tipo de lemas.

¿De cuál de sus personajes se siente más orgulloso?

Me siento muy orgulloso de todas las colecciones, incluso de los trabajos en los que no pude dar todo lo que me hubiese gustado. Otra cosa es que fuera el 100 % de mi 100 %, pero nunca ha bajado el nivel porque el personaje no sea de mi agrado o porque no haya tenido ese vinculo. Al contrario, si supone un desafío para mí es mucho mejor porque le añado un punto de adrenalina extra. Pero por decirte alguno, me siento muy contento con mi período con 'Superman' o con 'Los 4 Fantásticos'. Después, hay colecciones que tomas con mucha ilusión pero llegan épocas malas en tu vida y el proyecto se derrumba, pero eres consciente de lo que se ha hecho aunque los demás no lo sepan. Tú eres consciente de esas circunstancias y eso te vincula con esos personajes mucho más allá de lo que nadie pudiera dar. Otra colección que me gustó mucho, aunque no el acabado -creo que el equipo creativo se equivocó y buscó un grupo de entintado que no encajaba muy bien con mi estilo-, fue el 'Ultimate Thor', que me parece que es uno de mis trabajos favoritos. También 'El escuadrón siniestro', la reconversión del Capitán América de Sam Wilson y 'Avengers Forever'.

Y todo eso con la carrera de Biología.

Había que hacer algo para que tu padre se sintiera orgulloso contigo, porque eso de ser dibujante en aquella época no daba mucho caché social.

¿Ha servido para algo esa formación?

Mi especialidad es la biología marina, así que como mucho para dibujar bichejos. Como decía (Quentin) Tarantino cuando le preguntaban, el aprendió de cine antes de ir a la escuela. Yo no he ido a ninguna escuela de cómics, yo he ido a los cómics después de ir a la escuela. El aprendizaje que yo he tenido no es de los cómics, pero sí enfocado a los cómics. Es estudio de anatomía, podrá parecer pretencioso, y aunque no haya sido muy bien asimilado no sólo influyen John Buscema, sino que también está Rafael o Miguel Ángel. En el trabajo artístico te influye todo lo que hay alrededor del mundo gráfico y artístico. Para mí, el cómic es una parte del arte y todo lo que pueda ayudarte a hacer el mejor cómic es bienvenido. No solamente lo he extraído a partir del mundo del cómic, aunque es un porcentaje más grande de aprendizaje de mi 'background' que conforma tu propia biografía y que te conforma como artista.

Porque, aunque se dibuje para DC o Marvel, ¿sigue enfocado como algo artístico?

Claro. La diferencia entre el cómic artístico y el comercial no la he entendido nunca. De hecho, considero más difícil el hacer un cómic con unas obligaciones añadidas externas a ti, que uno en el que estés realmente involucrado. Yo me involucro con cada una de mis historias, intento hacer lo mejor posible utilizando todo lo que sé. Podrá ser cuestionado o no, dependiendo de quien lo vea, pero desde mi perspectiva yo no establecería una diferencia significativa entre hacer un trabajo para Marvel o para cualquier línea editorial europea. Trabajaría con la misma intensidad tanto en un caso como en otro.

Evidentemente, cambiaría los parámetros con los que haría esa historia de la misma manera que lo hago cuando trabajo con un personaje distinto. No es lo mismo hacer una película del Oeste que hacer una película de cine negro o una bélica o una satírica o erótica. Cada género, incluso el género de autor, tiene sus propias reglas y te tienes que someter y aceptar los decálogos que sobre esos géneros están escritos. Por eso, si hiciera cómic europeo seguiría los decálogos del cómic europeo, pero eso no significa que para mí sea menor. Para mí tener que trabajar con una presión editorial fuerte, tener que trabajar siendo bueno y siendo rápido es un extra. Le añade un aprendizaje en algo que mucha gente se siente orgulloso de serlo, que es ser un profesional.

¿Es el cómic europeo una asignatura pendiente para usted?

'Arrowsmith' tiene ese punto de conexión con el cómic europeo. De hecho, en Francia funciona de maravilla. Las ediciones francesas de 'Arrowsmith' son preciosas y tienen muchísimos aficionados allí. Me pidieron incluso presentarlo en una de las zonas en el norte, lindando con Bélgica, dónde más se había visto dañada por la Primera Guerra Mundial y donde más intensa había sido. Mi débito con el cómic europeo está muy bien cubierto por 'Arrowsmith' en ese sentido. Difícilmente podría ser o me interesaría incluso hacer un tebeo exclusivamente europeo, de la misma manera que me cuesta normalmente hacer un tebeo exclusivamente norteamericano porque me considero un híbrido de los dos mundos. Yo era un aficionado al cómic europeo antes que al cómic Marvel y estuve ahí cuando apareció Totem, Blue Jeans, Cairo y todas las revistas de finales ochenta. Estuve pagando la factura de los colegios de esa gente (ríe).

¿Ha conseguido enganchar a su hijo a los cómics?

Para nada. En absoluto. Ni ganas. Él vive muy bien al margen de los cómics y soy yo el que ha estado aprendiendo durante muchos años de las cosas que a él le han ido gustando. Lo he vampirizado muy bien, me he aprovechado de su crecimiento y ahora mismo le envidio porque tiene una vida de escándalo.

Una última reflexión, ¿Qué ha cambiado en el mundo del cómic desde que comenzó su carrera?

Han cambiado muchísimas cosas. El mundo de los cómics en los últimos años ha dado un vuelco radical. Las ventas ya estaban mal hace unos años, han aparecido las películas como elemento 'Blockbuster', no como aquellas series de Hulk o de Spiderman que eran un producto de serie B absoluto. Y se han convertido en un competidor grande, que somos nosotros mismos, nuestros personajes en otros medios.

Aparecen otras formas de hacer historietas que a mí me parece absolutamente interesantes como la novela gráfica, que es un tipo de historieta que siempre ha estado ahí, que siempre se ha contado, pero que a la hora de vehicularlas en un único volumen me parece un fenómeno interesante aunque sean historietas de toda la vida.

Por otro lado, tenemos otro competidor más que duro al que me encantaría aliarme, que son los videojuegos. La producción, la consolidación o incluso el crecimiento de los videojuegos en los últimos años es absolutamente apasionante. Es una narrativa en la que el jugador no es un elemento pasivo sino que es un elemento más de la historia que puede modificar no solamente lo que ocurre sino cómo ocurre, mover la cámara. En cierta manera, estás codirigiendo tu propia película. Antes, en un cómic, Neal Adams te hacía un picado y un contrapicado y sorprendía absolutamente a los lectores con visiones de la realidad que no eran habituales. Hoy día haces eso moviendo un pulgar. Ya no puedes utilizar ese elemento en el mundo del cómic para sorprender porque la mayoría de los lectores son jugadores y eso lo hacen constantemente con el pulgar. Mueven la cámara arriba y abajo y en todas las direcciones. Tienen todo aquello que hasta hace poco sólo unos pocos podían ofrecer. También el mundo gráfico y narrativo con la aparición de las series de HBO o de Netflix ha cambiado.


Por otro lado, la aparición de las redes sociales ha cambiado la manera de relacionarte con el aficionado y el resto de profesionales. Antes de las redes sociales, dibujar cómics era un trabajo casi monástico, te metías en tu celda y no tenías contacto casi con nadie. Hoy trabajas con una ventana abierta al mundo. Tanto con Twitter como Facebook tienes la oportunidad de dar tu opinión, contactar, comentar, enfadarte o dar ciberhostias.

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