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Este año se cumplieron cuarenta (¡cuarenta!) del estreno de La guerra de las galaxias y los festejos fueron de proporciones siderales. En este mismo 2017, también hace cincuenta años redondos que aparecían las primeras páginas de Valérian y Laureline, la historieta francesa de ciencia ficción creada por el guionista Pierre Christin y el dibujante Jean-Claude Mézières, y aunque no fue estrictamente concebida como un homenaje por el medio siglo de trayectoria, el desembarco global de Valerian y la ciudad de los mil planetas -que es la superproducción más cara de la historia de Francia, está dirigida por el más hollywoodense de los cineastas de ese origen, Luc Besson, y se estrenó esta semana en la Argentina-, puede leerse, a su modo, como un festejo de dimensiones interplanetarias.
Por varios motivos se trata de, al menos, una coincidencia significativa. El principal es que los fans de la historieta -que muchos años atrás circuló en la Argentina en ediciones españolas con el título Valerian, agente espacio-temporal- siempre han visto en la creación de Christin y los diseños gráficos de Mézières la influencia más cercana y definitiva para la saga Star Wars, por no decir un robo descarado, por supuesto jamás reconocido por George Lucas. Sus protagonistas son un poco Han Solo y Leia Organa, para empezar: Valérian es un tipo valiente y arrogante, medio antihéroe, que a menudo se salva por obra y gracia de la suerte o de Laureline. Las acusaciones de plagio van desde la forma de algunas naves hasta episodios particulares de ambas historias -el congelamiento en carbonita de Han Solo al final de El imperio contraataca se parece sospechosamente a la animación suspendida que sufrió Valérian en las viñetas del volumen El imperio de los mil planetas, ¡de 1971!-, pasando por la bikini dorada de la princesa Leia, tan parecida a la vestimenta metálica de Laury en el número El país sin estrellas, de 1972.
Tampoco conviene exagerar ni sobreinterpretar, que los fans de las historietas y el cine fantástico son a menudo criaturas muy militantes, radicales y enfervorizados defensores de aquello que aman, y tienden a indignarse de más. Después de todo, las películas y las viñetas de género se han retroalimentado unas a otras durante décadas, a veces desdibujando el origen mismo de algunas de sus mejores ideas. Sin embargo, es cierto que el propio Mézières dijo más de una vez que se había sentido "encantado, desconcertado y furioso" cuando se sentó en un cine parisino para ver el estreno de La guerra de las galaxias, en 1977, y que llegó a enviarle un par de cartas a George Lucas, quien jamás le respondió. "Mi primera reacción cuando vi Star Wars no fue de ira, estaba fascinado -ha dicho por su parte Christin-. Era la película de ciencia ficción que estaba esperando. Casi todas las de su época eran mediocres mientras que con Star Wars me sentí identificado, porque había muchas intersecciones y paralelos con nuestras historietas: Lucas había creado, como nosotros, mundos complejos, diseñando desde su interior el funcionamiento de distintas sociedades. Tal vez se enfocó un poco más en la lucha entre el bien y el mal que nosotros, y en este sentido Valérian es más europea, más intelectual. Por mi lado esto viene de la fascinación por Asimov y Ray Bradbury, y estoy seguro de que Lucas leyó también a Asimov. En la ciencia ficción es así: todos nos copiamos de alguien más. O, en otros términos, tomás algo prestado de otros y le lo llevás un paso más allá."
En 1983, para el estreno de El regreso del Jedi (la tercera entrada en La guerra de las galaxias), la dupla creadora de Valérian publicó en la revista Pilote un dibujo en el que la princesa Leia y Luke Skywalker se encuentran con Valérian y Laureline en una cantina alienígena. "Qué curioso encontrarnos acá", les dice Leia a sus pares franceses, a lo cual Laury responde: "No creas: nosotros venimos a este bar desde hace mucho tiempo". De este modo, la polémica por el posible plagio quedaba estampada con cierto humor en la misma, popularísima revista -que dirigía el creador de Asterix, René Goscinny- que había visto nacer la creación de Christin y Mézières.
ELLA ES LA JEFA
Valérian surgió en una época en que no había muchas aventuras de su estilo en la historieta francesa, es decir, plagadas de viajes en el tiempo, mundos fantásticos y criaturas imposibles. "Empecé a trabajar con Jean-Claude Mézières desde muy joven, cuando vivíamos en los Estados Unidos", contó Pierre Christin en varias ocasiones. Mézières se había ido a Norteamérica tras cumplir el servicio militar obligatorio en Argelia y regresar totalmente desanimado. Con sus primeros trabajos junto a Christin se pagó el viaje de vuelta a su país justo cuando expiraba su visa americana. "Lo primero que me encargó Goscinny para Pilote fue dibujar una historia humorística que no me gustaba nada. Tenía que dibujar coches, casas, calles. Muy aburrido, pero me sirvió de aprendizaje. Con Pierre éramos amigos desde los 2 años de edad, siempre nos había gustado la ciencia ficción y en ese momento el mercado estaba saturado de cowboys y había poca fantasía; poca en Francia y nada en Pilote, así que nos animamos a hacer algo juntos en esa línea. La carrera espacial estaba en su punto más álgido, la lucha entre Rusia y los Estados Unidos por pisar la Luna primero era despiadada". Pero a pesar del interés que había en el tema, dice el dibujante, "cuando empezamos, no imaginamos que se convertiría en una serie de culto de varias generaciones y que duraría casi cuarenta y cinco años. Nuestros pasos iniciales fueron a ciegas, tanteando a ver qué pasaba. El primer álbum que hicimos, El imperio de los mil planetas, hoy es considerado el primer cómic francés de ciencia ficción. Existían en Francia novelas de género, pero historietas no".
Ensayando nuevos caminos narrativos, Christin y Mézières inventaron una primera aventura que incluía un viaje a través del tiempo y el espacio, a un planeta que se encuentra en la Edad Media, que es donde Valérian recluta originalmente a la aldeana Laureline. "Pronto empezaron a llegarnos a la redacción cientos de cartas de lectores, en las que nos decían que les gustaban mucho nuestras aventuras, que eran muy originales. ¡Y que hubiera una chica!"
Y siempre hay una chica importante en el cine de Besson, el director de Nikita, El quinto elemento, El perfecto asesino y Juana de Arco. En Valérian, ella es Cara Delevigne, la It Girl para los millennials, la supermodelo internacional de Chanel y Dolce & Gabanna, la chica de Ciudades de papel (adaptación del best seller juvenil de John Green) y la Encantatriz, supervillana de Escuadrón suicida el año pasado. Valérian está interpretado por Dane DeHaan, cuyo único crédito masivo en cine hasta ahora era en un papel secundario en El sorprendente Hombre Araña 2. Así como el protagonista masculino fue concebido por sus creadores menos como un héroe galante que como un antihéroe carismático, desde el principio quedó claro que su sexy coequiper, pelirroja en las viñetas, es en realidad la jefa del dúo. Ya existía Barbarella para entonces, es cierto, pero la imposición destellante de Laureline sobre Valérian es una innegable expresión de su época, signo de los tiempos.
"En Francia en aquellos años casi no había chicas en las historias destinadas a los chicos y nos animaron a que continuásemos por esa línea", recuerda Mézières. "De hecho, una de las primeras cosas que hace Laury es salvar al propio Valérian de un tremendo peligro, lo cual la convirtió en un personaje favorito de los lectores. A mí me gusta, por supuesto, que las mujeres que dibujo sean guapas y también que posean belleza interior. Esto es algo que tanto para Christin como para mi surgía de modo espontáneo porque estábamos influenciados por lo que habíamos aprendido en el tiempo que vivimos en Estados Unidos sobre el movimiento de liberación femenina, una forma de pensar y actuar que llegó allí mucho antes que a Europa. No nos parecía paradójico que una mujer pudiera resultar atractiva físicamente y que a la vez fuera inteligente y aventurera. Desde el principio, supimos que no queríamos dibujar rubias tontas ni princesas desfallecientes."
A diferencia de las acusaciones que pesan sobre George Lucas por los sugestivos parecidos con su Star Wars, Han Solo y la princesa rebelde Leia Organa, Luc Besson le robó a Valérian hace muchos años de manera deliberada y confesa. Y es que, dice el director, su fanatismo por la historieta se remonta a cuando tenía diez años; ese fue el lugar en el que se refugió cuando sus padres se separaron: "En esa época no había internet ni videojuegos, ni Star Wars. Mi padrastro no permitía que hubiera en casa música ni televisión ni nada, así que estas dos páginas en la revista Pilote eran mi escape perfecto: podía ser un policía en el espacio y luchar con extraterrestres y asociarme con esta chica linda y dura". La primera vez que consideró seriamente la posibilidad de llevarla al cine fue por sugerencia de Mézières, cuando convocó al artista para que lo ayudara a diseñar escenografías y personajes para El quinto elemento, superproducción con Bruce Willis, Gary Oldman y Milla Jovovich, que, despreciada por la crítica en su momento, a veinte años de su estreno ha sido revalorizada como objeto de culto. Las afinidades entre el universo que estaba creando y las monstruosidades de Valérian eran tan evidentes que Mézières le dijo: "¿Y por qué no filmás nuestra historieta?". Pero el cine no estaba aún preparado técnica ni acaso narrativamente para esto: tuvieron que pasar experiencias revolucionarias como el Avatar de James Cameron para ello. Así que Besson -ya por entonces el director francés más taquillero del mundo- se limitó a robarle la idea del taxi volador, aunque no sin avisarle y agradecerle al dibujante. Dos décadas y 200 millones de dólares después, acá estamos, en una película masiva con un reparto que incluye a también a Rihanna, Clive Owen, Ethan Hawke y el ícono ochentoso Rutger Hauer.
Cincuenta años después de su creación, la historieta fundante del sci-fi en cuadritos francés cobra nueva vida, pero debe probarse en un universo saturado de ofertas de género, de criaturas inenarrables y efectos digitales, mayormente dirigidas a un público juvenil (o infantilizado). "Siempre nos preguntaron si concebimos Valérian para chicos o para los adultos -dice Christin-, pero no es algo en lo que nosotros hayamos pensado. Creo que podés leerla en tu adolescencia y releerla cinco años después con una perspectiva enteramente nueva. A veces un cómic captura el espíritu de su tiempo incluso sin proponérselo. Lo que hemos intentado siempre como creadores de este universo en particular ha sido, en todo caso, evitar los estereotipos."
Tampoco conviene exagerar ni sobreinterpretar, que los fans de las historietas y el cine fantástico son a menudo criaturas muy militantes, radicales y enfervorizados defensores de aquello que aman, y tienden a indignarse de más. Después de todo, las películas y las viñetas de género se han retroalimentado unas a otras durante décadas, a veces desdibujando el origen mismo de algunas de sus mejores ideas. Sin embargo, es cierto que el propio Mézières dijo más de una vez que se había sentido "encantado, desconcertado y furioso" cuando se sentó en un cine parisino para ver el estreno de La guerra de las galaxias, en 1977, y que llegó a enviarle un par de cartas a George Lucas, quien jamás le respondió. "Mi primera reacción cuando vi Star Wars no fue de ira, estaba fascinado -ha dicho por su parte Christin-. Era la película de ciencia ficción que estaba esperando. Casi todas las de su época eran mediocres mientras que con Star Wars me sentí identificado, porque había muchas intersecciones y paralelos con nuestras historietas: Lucas había creado, como nosotros, mundos complejos, diseñando desde su interior el funcionamiento de distintas sociedades. Tal vez se enfocó un poco más en la lucha entre el bien y el mal que nosotros, y en este sentido Valérian es más europea, más intelectual. Por mi lado esto viene de la fascinación por Asimov y Ray Bradbury, y estoy seguro de que Lucas leyó también a Asimov. En la ciencia ficción es así: todos nos copiamos de alguien más. O, en otros términos, tomás algo prestado de otros y le lo llevás un paso más allá."