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Nos ha pillado con el trasero todavía lleno de arena y haciendo frente a la vuelta a la realidad, pero ya están aquí las Confesiones de un hombre en pijama para consolarnos de la depresión vacacional y recordarnos que los tontos somos muchos y a casi todos nos pasan las mismas cosas. La editorial Astiberri puso a circular en librerías el pasado 31 de agosto este cómic con el que se cierra la trilogía que Paco Roca (Valencia, 1969) ha dedicado a su alter ego ilustrado.

La aventura de su personaje comenzó en 2011 con Memorias de un hombre en pijama, continuada en 2014 en Andanzas de un hombre en pijama. Sin cambiar de atuendo, también llegará al cine próximamente en forma de película de animación. El pasado mayo, Cannes (dentro de una sección dedicada al prestigioso festival de Annecy) acogió la presentación de las primeras imágenes de esta «comedia juvenil y desenfadada», en palabras de su productor y guionista Ángel de la Cruz. Dirigida por Carlos Fernández de Vigo y aún sin fecha de estreno –al parecer, antes de que acabe el año–, incluye un prólogo y un epílogo en imagen real donde las viñetas se reencarnan en personajes de carne y hueso, gracias a los actores Raúl Arévalo y María Castro. No es la primera vez que los trazos de Paco Roca cobran vida en el cine. Ya lo hicieron, con una fantástica acogida, en la animación del cómic Arrugas en 2011. Este álbum que Roca dedicó a la tercera edad y el Alzheimer le brindó muchas alegrías: los Goyas a mejor guión adaptado y mejor película de animación, que media España supiera de su existencia y, sobre todo, el Premio Nacional de Cómic en 2008. Así fue como Paco Roca entró en el olimpo de los ilustradores españoles y en muchas casas. Precisamente, es uno de esos autores que han conseguido llegar con la novela gráfica a lectores no iniciados que habitualmente no leen cómics.

Viñetas de lo cotidiano 

Se curtió en publicidad y desde niño ya dibujaba compulsivamente. Sus primeros trabajos se publicaron en la revista de culto El Víbora. También se ha asomado a la guerra en Los surcos del azar (2013), sobre los republicanos españoles que liberaron París de los nazis; o en El Faro (2004), donde recordaba a sus personajes de aventuras preferidos con la excusa de un soldado huido en la guerra civil. Incluso ha rendido homenaje a su profesión con El invierno del dibujante (2011), ambientada en el franquismo.

Pero cuando más ha atinado y emocionado ha sido hurgando en su propia vida. «Para hacer los personajes vivos y creíbles tienes que poner una parte de ti en cada uno de ellos», ha admitido en muchas ocasiones. Su último trabajo, La casa (2015), le sirvió para superar la muerte de su padre.  La impotencia de una persona corriente en la oficina de su banco, intentando cancelar su deudas, es una de las muchas escenas con las que podemos identificarnos en Confesiones de un hombre en pijama, que reúne dos historias nuevas y recopila otras publicadas en diferentes lugares. Retrata la vida en pareja de un cuarentón atrapado en su sueño de trabajar desde casa en pijama. Gracias al sano exhibicionismo de este hombre que trabaja en pijama podemos disfrutar de algunas de las mejores obras gráficas españolas con el sello Roca.

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