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Virus tropical, el cómic de Powerpaola —seudónimo de Paola Gaviria—, se acaba de transformar en una película de dibujos animados. Y en una exposición. Y en una instalación interactiva. Esa triple metamorfosis señala la explosión que está viviendo el cómic escrito y dibujado por mujeres en nuestra lengua, con la autora ecuatoriana-colombiana afincada en Buenos Aires como una de sus estrellas.

“Creo que el cómic se ha desmasculinizado”, opina la editora colombiana Catalina Mejía (que dirige en Madrid el sello Salamandra Graphic), “la incursión de la mujer, inicialmente como lectora, no solo ha hecho que el medio adquiera una mayor relevancia y dimensión social y cultural, sino que ha animado a lectoras-autoras que estaban en la sombra a atreverse a crear y dibujar historias”.

Mejía ha sido una de las participantes recurrentes del festival Entreviñetas de Medellín y Bogotá. Gracias a la labor de su director, Daniel Jiménez Quiroz, y su equipo, tenemos acceso año tras año a una nómina muy representativa de los autores y autoras más interesantes de Hispanoamérica. En las ediciones de este año Powerpaola ha estado acompañada de otra nueva protagonista de la historieta del continente, la pintora argentina María Luque, quien ha firmado en los últimos años dos novelas gráficas, La mano del pintor y Casa transparente (primer Premio de Novela Gráfica – Ciudades Iberoamericanas).

Los galardones del Salón del Cómic de Barcelona también señalan la consolidación de una nueva constelación de autoras. Mientras que en su última edición Ana Penyas ganó el premio a mejor autor revelación español por Estamos todas bien, un relato autobiográfico sobre sus propias abuelas y las luces y las sombras de la tercera edad, el Gran Premio fue concedido a Laura Pérez Vernetti, que comenzó en la revista El Víbora hace cuarenta años y se ha especializado en llevar la poesía al lenguaje secuencial. Una joven promesa y una consolidada maestra.

Los países de origen de Powerpaola, Luque, Penyas y Pérez Vernetti son los de las escenas actuales más importantes del cómic en nuestra lengua: Colombia, Argentina y España. En los tres vértices del triángulo existen editoriales que están apostando por nuevas voces y nuevas miradas femeninas. Entre los sellos colombianos destacan Rey Naranjo y El Cohete Ediciones.

En Argentina al proyecto de La Editorial Común que dirige Liniers se le ha sumado la colección Gráfica de la editorial Tren en Movimiento, que ha irrumpido con fuerza en el panorama porteño al publicar —entre otros libros— Feo, de Soledad Lavagna, y Vamos a la playa, de Azul Blaseotto. Hace menos de dos años, la gran exposición de Chicks on Comics en la Fundación Proa de Buenos Aires, bajo el título Relación a larga distancia, reveló la importancia tanto cuantitativa como cualitativa del fenómeno. Mostraron sus trabajos más de cincuenta artistas de diferentes generaciones.

“Asisto a salones de cómics desde los años noventa y me alegra decir que el panorama ha cambiado muchísimo”, comenta la artista y profesora española Cristina Durán. “La cantidad de autoras jóvenes que han irrumpido en el sector es de una calidad y profesionalidad impresionantes”, añade, “ha sido muy importante también la creación hace pocos años de AC (Colectivo Autoras de Cómic), agruparnos nos ha permitido conocernos y apoyarnos entre nosotras y darle visibilidad a nuestro trabajo”.

Los premios, las becas y las editoriales más importantes están en España. Núria Tamarit acaba de ganar el Premio Valencia de Novela Gráfica y Bea Enríquez, el FNAC-Salamandra Graphic (en ediciones anteriores lo hicieron Penya y Anapurna). Y con Pulse Enter para continuar, Ana Galvañ ha recibido el aplauso unánime de la crítica (la prestigiosa editorial estadounidense Fantagraphics ha comprado los derechos en inglés).

Pero ninguna de ellas trabaja solo en la dimensión más institucional de las viñetas, también autoeditan fanzines o impulsan plataformas de difusión. De ese panorama alternativo, la editora de Astiberri Héloïse Guerrier comenta: “Yo destacaría Tik Tok Cómics, de Galvañ, y la revista Voltio, dirigida por Ana Oncina. En el sello vasco tenemos en marcha proyectos de Marta Alonso, Lola Lorente, María Herreros, Las Pacheco o Flavita Banana, entre otras autoras nacionales”.

La consolidación del fenómeno ha ocurrido en el mismo año en que se ha publicado en español Lo que más me gusta son los monstruos, esa obra maestra que ha firmado Emil Ferris en su debut a los cincuenta y pico años y que el mes pasado recibió tres premios Eisner. Fue la ceremonia más femenina que se ha visto en la historia de ese galardón. The Washington Post tituló la noticia: “Las mujeres hacen historia y reciben un tardío reconocimiento”.

El lector en nuestra lengua ahora dispone de decenas de obras potentes de autoras iberoamericanas y de todo el mundo (Rutu Modan, Sarah Glidden, Zeina Abirached, Alison Bechdel, Catherine Meurisse, entre muchas otras). Si esta década ha sido la del reconocimiento, la próxima será la de la normalidad.

“Está llegando el momento en que cuando presentemos un libro”, afirma Durán, “ya no se nos preguntará por el hecho de ser mujer, sino exclusivamente por nuestro trabajo”.

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