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Si uno adquiere una taza o una camiseta de Batman o Superman en cualquier punto del planeta es probable que la imagen tenga sello pontevedrés. Antes de que ningún otro español trabajase para las más importantes empresas de cómics a nivel mundial, lo hizo José Luis García-López, que este 2018 celebró su 70 cumpleaños.

Oriundo de la aldea lalinense de Pareizo, con 5 años engrosó, junto con sus padres, la diáspora gallega a Argentina. Fue en Buenos Aires donde contactó con la banda diseñada, tanto la autóctona, como la de autores de la talla de Alex Raymond o Roy Cane.

Su afición creció. Se matriculó en la Escuela Panamericana del Arte donde fue alumno de, entre otros, Alberto Breccia. Todo un anticipo de lo que sucedería a partir de 1974, momento en el que se trasladó a los Estados Unidos. No obstante, en Argentina había tenido ya contacto con el mercado norteamericano a través de la editorial Charlton, para la cual realizaba historias de calado romántico. Nada que ver con lo que le depararía el futuro...

Fue en Charlton donde conoció a un tal Dick Giordano, quien en 1968 fue contratado como editor por DC, la marca detrás de Wonder Woman, Batman y Superman, entre otros. Fue a través de este último que García-López terminó en la que era la compañía líder en la industria del cómic.

Entró pisando fuerte. Como él mismo reconocería en El Wendigo, «una de las primeras cosas que hice cuando fijé mi residencia en USA, fue sustituir a Joe Kubert en su Tarzán para la DC. Traté de imitar al máximo su estilo de dibujo. Es lógico que algo de su forma de hacer historietas me haya quedado».

A lo largo de esa década, sus lápices dieron vida dos de los iconos de la editorial, Batman y Superman. Francisco Javier Alcázar, en Tebeosfera, sostiene que su trabajo con el hombre de acero «sentó cátedra, ya que sería la imagen que él dio al personaje la que ha retenido en su memoria la mayor parte de la afición».

García-López, además, es conocido por su labor en tebeos de gran formato al ocuparse del segundo de los crossovers que implicaba a sendas vacas sagradas de DC y Marvel, Batman versus Hulk, con Len Wein como guionista y Giordano como entintador.

Primera novela gráfica

De igual modo, el pontevedrés está considerado el primer artista que dibujó una novela gráfica, un formato hoy muy común, pero que en los ochenta surgió de una forma un tanto casual. Los ordenadores personales comenzaban su expansión y Atari empezó a regalar tebeos con sus juegos. DC apostó por una miniserie, Star Raiders, pero el proyecto se canceló. Para no tirar a la basura el trabajo se optó por editar un número unitario de sesenta páginas.

Esta obra le abrió la posibilidad de situarse al frente de Atari Force, obra que le situó en el panteón de los grandes nombres de DC. Por aquella época, fue designado para realizar las guías de estilo que aún se emplean para elaborar mucha de la mercadotecnia asociada a Batman y Superman.

Su arte también inculcó vida a los protagonistas de Cinder and Ashe, miniserie que conjuga presente y pasado para elaborar un thriller que le reportó importantes premios. Asimismo, su trabajo junto a Howard Chaykin, Twilight, le dio en 1992 su primera nominación a los premios Eisner, considerados como Oscar de la industria del cómic, un hecho que volvería a repetir cinco años después con Kevin Nowlan con Doctor Strangefate.

No hay que olvidar tampoco trabajos como los que realizó con Deadman, personaje al que rescató del ostracismo en 1986 y al que regresaría en calidad de artista invitado y portadista en la renovación con el arranque del siglo XXI, o el que llevó a cabo en Road to Perdition (Camino a la perdición). Este serie dio el salto al cine de la mano de San Mendes con Tom Hanks, Jude Law, Paul Newman y Daniel Craig en los principales papeles.

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