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A Pedro Cifuentes siempre le gustaron los cómics. Cuando se dedicaba al diseño gráfico no se alejaba mucho de la materia y, hace 10 años, tras aprobar las oposiciones como profesor de Secundaria empezó a pensar en cómo utilizar el cómic como herramienta para facilitar el aprendizaje. Concibió el proyecto de utilizar todo el potencial de las viñetas como herramienta educativa en la enseñanza de la historia del arte. El autor promovió su idea en el ámbito editorial, pero la respuesta que obtenía de los sellos más especializados en educación no era muy alentadora: “Demasiado cómic”, le decían. Y las editoriales del género la consideraban “demasiado didáctica”.

De modo que este profesor de Ciencias Sociales del centro Miquel Peris i Segarra de Castellón decidió apostar por la autoedición con la ayuda del micromecenazgo. “Pedía unos 4.000 euros en 40 días en Verkami para garantizar costes de impresión de tirada y en 48 horas se triplicó la cifra. La edición reducida de 250 ejemplares para profesores que había pensado se transformó en una de 1.500 ejemplares que hoy está completamente agotada".

El primer volumen de Historia del arte en cómic. El mundo clásico, dedicado a Roma y Grecia, salió en mayo del pasado año y fue un éxito inmediato e inesperado. Su difusión por las redes sociales fue clave también. “Me han pedido el libro desde países como Argentina o Chile”, comenta este profesor de Burriana de 43 años, Premio Nacional de Educación para el Desarrollo 2010 y autor de webcómics Masquemascotas y En clase no se dibuja.

Tuvo tanto éxito que llamó la atención de la editorial Desperta Ferro. Este sello especializado en temas de historia volverá a editar el primer volumen de la obra de Cifuentes, que consta de un centenar de páginas, el próximo mes de mayo y le ha encargado cinco más para completar la historia del arte hasta la actualidad. El cómic está protagonizado por un profesor que imparte clase a cinco o seis alumnos que recorren el arte antiguo gracias a la magia de las viñetas. Pasan de una a otra, de las ruinas al esplendor de un antiguo coliseo romano, por ejemplo. El tebeo y el material didáctico están pensados fundamentalmente para alumnos de Primero y Segundo de ESO, de 11 a 13 años.

    

Valorar el patrimonio

“El tebeo te permite fabular mucho con la imaginación y además te facilita la enseñanza de arte en Secundaria. Por cierto, no es de recibo que, en todo el currículo, la asignatura de arte solo esté presente en segundo de Bachillerato. En Sociales, vemos cómo a los chavales les cuesta entrar en el arte, pero el cómic lo facilita todo. Les sirve para valorar el patrimonio y aprender al tiempo que disfrutan”, señala el profesor, autor tanto de los dibujos como del guion.

La idea de la aplicación práctica del cómic a la enseñanza se le ocurrió mientras estaba preparándose las oposiciones. “Me di cuenta de que no tenía una pizarra sino unas viñetas cuando estudiaba las unidades didácticas. De modo que se puede decir que llevo cristalizando el proyecto desde hace 10 años”, explica. Su proyecto también se estudia en la Cátedra dedicada al cómic que, dirigida por el crítico Álvaro Pons, acaba de poner en marcha la Universitat de València en colaboración con la Fundación SM.

El autor hace una vehemente defensa del cómic como instrumento educativo: “Yo lo escribo todo con cómics. Los alumnos exponen sus temas mediante dibujos y cómics y deben defenderlos también oralmente, por lo que se trabaja mucho la oralidad y la creatividad. Ellos mismo han de desarrollar sus historietas, con un trabajo interactivo. Muestran mucho interés por todo lo que tiene que ver con la imagen. Hay que recordar que el 80% de los estímulos que recibe un alumno es visual. Es curioso, a la generación que más escribe y lee todo el santo día con el WhatsApp le cuesta mucho entrar en una novela e incluso también en el cómic, muchas veces hasta que lo descubren”.

Su enseñanza se ha centrado sobre todo en 1º de ESO, circunscrita al ámbito de Sociales, a Historia del Arte, concretamente, aunque también la ha empleado en Geografía. “Pero si las cosas funcionan bien, el futuro es abrir esta dinámica a otras asignaturas. El lenguaje del cómic y su creatividad facilitan la enseñanza y aumentan el interés del alumno”, sostiene Cifuentes.


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