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 Pues bien, hace unos minutos que he acabado el nuevo cómic de Paco Roca, El abismo del olvido (Astiberri) y tengo que reconocer que me ha emocionado y que esta reseña la escribo aún con los sentimientos a flor de piel. 


He de confesar que no soy lo que se dice un seguidor acérrimo de Paco Roca y soy consciente de que eso me convierte en una suerte de bicho raro, pues el autor es ya historia del cómic español. Es habitual que lo lea debido a que otros compañeros de La Buhardilla de Venger se declaran fans de su trabajo y devoran cualquier cosa que publique, pero en mi caso afronté la lectura de El abismo del olvido sin saber de qué trataba y sin albergar demasiado interés.  

 

Pues bien, hace unos minutos que lo he acabado y tengo que reconocer que me ha emocionado y que esta reseña la escribo aún con los sentimientos a flor de piel. 


Para que no os pille con la guardia baja como a mi, os dejo la sinopsis que nos aporta la editorial: 



El 14 de septiembre de 1940, 532 días después del final de la Guerra Civil española, José Celda fue fusilado por el régimen franquista junto a otros 11 hombres en la tapia trasera del cementerio de Paterna, en Valencia, y enterrado con ellos en una fosa común. Más de siete décadas después, y tras una larga travesía por el lado oscuro de un país acomplejado por su pasado, Pepica, la hija de José, una anciana ya octogenaria que tenía 8 años cuando mataron a su padre, logró por fin localizar y recuperar sus restos para restaurar su dignidad. 


En la batalla personal de Pepica Celda contra el olvido fue decisivo el papel de Leoncio Badía, un joven republicano que había sido condenado tiempo atrás a trabajar como sepulturero en el cementerio de su pueblo. Jugándose el pellejo, Leoncio, un hombre obsesionado con el sentido de la vida y el orden del universo, había colaborado durante años y en secreto con las viudas de los represaliados de la guerra para identificar sus cadáveres, darles sepultura de la forma más digna posible, localizar sus fosas y ocultar mensajes entre sus restos, convencido de que algún día alguien podría sacarlos de allí. 


Muchos pensarán que nos encontramos simplemente ante “otro cómic de la Guerra Civil” , y es cierto. Pero después de muchos años leyendo y viendo cómics sobre tan aciago episodio de nuestra historia patria tengo que decir que ésta es una obra imprescindible y conmovedora como pocas. 


Los hechos que se cuentan en la obra que nos ocupa los conocemos de sobra porque los hemos leído en noticias, ensayos o periódicos. No nos descubre nada nuevo,pero el cariño con el que se narran y la manera en la que se aborda la historia hace que cobre una nueva importancia y que llegue muy adentro. 



La obra afronta la trama desde un punto de vista en mi opinión muy objetivo y con un aportación de datos enorme, introducidos hábilmente en la trama para que siempre aporten y no resulten abrumadores. De esta manera al lector le es más fácil dibujar en su cabeza el periplo eterno de Pepica para poder recuperar los restos de su padre. 


Y es a través de ella, de Pepica, y también de Leoncio, que abordaremos la crueldad, barbarie y tristeza de la represión franquista después de la Guerra Civil. Ojito con los que siempre salen diciendo que en los dos bandos fue igual, que como muy bien explica la propia obra, solamente los vencedores pudieron enterrar dignamente a sus muertos y recordarlos. Entre 110.000 y 130.000 republicanos o supuestos “simpatizantes” acabaron fusilados y en fosas comunes sin identificar. Muchos de ellos todavía siguen perdidos en cunetas y cementerios de media España. 


El cómic nos lleva hacia atrás y adelante continuamente en la historia, pero de una forma muy ordenada, haciendo una cruda radiografía no sólo de los hechos pasados, si no también de la situación de los familiares que aún quieren recuperar los restos de sus padres, abuelos y familiares en el siglo XXI. La Ley de Memoria Histórica, la actuación de muchos ayuntamientos ante las demandas vinculadas a la ley, incluso la forma de abordar el tema por determinados partidos políticos está también reflejada en estas páginas con pinceladas muy leves, pero suficientes y muy esclarecedoras. Esa lucha contra la burocracia, papeleo y diferentes gobiernos será lo que nos muestre principalmente la odisea personal de la luchadora e incansable Pepica. 


Por otro lado, tenemos que destacar un personaje real de la historia, increíble y desconocido, que fue Leoncio.  


Leoncio nos habla del valor y la solidaridad en tiempos de mera supervivencia. Nunca podríamos imaginar que un enterrador pudiera hacer tanto por tanta gente y en una situación como la que le tocó vivir. La historia de este buen hombre es increíble, y desde luego, como reflejan los propios autores en el dossier final de la obra, es necesario contarla. No sería de extrañar una pronta adaptación cinematográfica de su historia. Y si no, tiempo al tiempo. 


Conectar con cualquiera de los personajes principales y sentir a través de ellos la frustración y la tristeza ante tal injusticia no es complicado si nos sentamos a leer esta obra. Incluso para los que, como yo, tenemos fama de ser “hombres de hojalata”.  


La historia está excelentemente contada, engancha al lector y éste no puede dejar de pasar las páginas pese a la extensión del cómic.  



Todo ello se complementa con el característico, sencillo y eficaz dibujo de Paco Roca. El autor nos va meciendo entre la luz y la oscuridad sorprendiéndonos con cada viñeta, imagen y metáfora visual que nos regala. Esas miguitas de pan también hacen que cada vez vayamos entrando mucho más en la jaula de sentimientos que nos propone. 


La combinación de todo lo citado anteriormente se traduce en una obra que estoy seguro de que para la mayoría de los lectores de cómic o interesados en la historia resultará dura, pero emocionante y necesaria. 


No tengo lugar a dudas de que en este 2024 se hablará mucho de El abismo del olvido y que va a pasar a ser mucho más que un cómic. Después de su lectura, me declaro oficialmente fan de Paco Roca. 

 

Y a vosotros, ¿qué os ha parecido? 

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