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«Nos vamos a divorciar, es lo mejor para todos». Es la frase que da inicio al conflicto en la familia de Marta y Pablo. Estos niños ficticios protagonizan un cómic editado por la Conferencia por el Mejor Interés de la Infancia (CEMIN), con el que pretenden explicar a los menores cuál es su papel en los procesos judiciales que se abren tras un divorcio.

Los miedos que se generan en los personajes al enfrentarse a una situación desconocida sirven de hilo narrativo para ilustrar a los pequeños lectores la realidad con la que se pueden encontrar al acudir al juzgado. Los principales temores de los hijos en estos casos son tener que elegir entre uno de sus progenitores o perder su afecto por las respuestas dadas al juez. «Yo no quiero decir algo y que papá y mamá se enfaden conmigo», expresa Pablo angustiado en una viñeta del tebeo.

Mediante las ilustraciones de José Aguilar y el texto del magistrado Ángel Luis Campo y el psicólogo Vicente Ibáñez, el cómic lanza un doble mensaje. Por un lado, tranquiliza a los menores sobre el momento de prestar testimonio, a la par que invita a los adultos a reflexionar sobre el sistema con el que actualmente se decide la custodia de los hijos.

«Un juez que no te conoce de nada, puede poner en cinco minutos todas las normas que regirán tu vida en los próximos quince años», alerta Campo, magistrado de la sección cuarta de la Audiencia Provincial de Asturias. La historia muestra también el sufrimiento que padecen los menores cuando son empleados como arma arrojadiza entre sus progenitores. «En los divorcios se utiliza a los niños, bien por dinero o para hacer daño», señala Campo.

Ante tal situación, el magistrado aboga por la mediación familiar como mecanismo para la resolución de conflictos familiares. «Aquí en Asturias se ha hecho mucho de palabra, pero en la práctica muy poco, es una de las patas que falta en esta mesa», lamenta. Junto a un cambio de leyes y mentalidades, los expertos señalan la necesidad de modificar los espacios dentro de los propios juzgados. «No todos están preparados, no es lo mismo escuchar a los menores con una toga y desde el estrado que en un tú a tú», destaca Gemma González calvo, abogada de familia. En ese sentido, la letrada señala que de las cuatro salas asturianas especializadas en derecho de familia, repartidas entre los juzgados de Oviedo y Gijón, solo estos últimos disponen de un espacio físico adecuado. «Si te vas a juzgados generalistas, el espacio es el mismo para un tema penal que para escuchar a un niño».

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