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Aticulo de Iñaki Díaz-Guerra aparecido en "El Mundo"

«En esta industria siempre que era presentado un personaje afroamericano, héroe o villano, habitualmente por artistas y escritores blancos, se le endosaba un nombre racista que apuntaba hacia su condición de rehén. He venido a deciros que a todo cerdo le llega su San Martín. El hombre negro no va a seguir siendo el gran borrego del mundo del cómic. Vamos a reflejar la realidad y conseguiremos que se nos respete». La escena de Persiguiendo a Amy acaba con Hooper X, el airado autor negro que suelta este discurso, sacando una pistola y amenazando con disparar a todo blanco que le mire mal. Sí, el tipo estaba como unas maracas, pero era un visionario. La (estupenda) película de Kevin Smith es de 1997 y 20 años después el debate en el mundo de los superhéroes ya no es la ausencia de diversidad: es el exceso.

Desde que Disney compró Marvel en 2009, La casa de las ideas ha seguido con sus personajes la misma evolución que su nuevo propietario con los protagonistas de sus películas: se acabaron las princesas blancas y sometidas y los príncipes salvadores y, por supuesto, blancos. Más mujeres independientes, más razas, más religiones, más culturas...

Pero Marvel ha doblado la apuesta y no se ha limitado a incorporar personajes nuevos para cubrir vacíos, sino que ha sometido a sus viejos estandartes a un cambio radical. Los superhéroes ya no son lo que eran. Literalmente.Spiderman es ahora Miles Morales, de padre afroamericano y madre puertorriqueña, en vez del eterno adultescente Peter Parker. Iron Man se ha convertido en woman, ya que Tony Stark, millonario blanco y playboy obsoleto, ha cedido el traje a Riri Williams, universitaria negra superdotada. Bajo los músculos de Hulk no está Bruce Banner, sino el genio de origen asiático Amadeus Cho. Ms. Marvel ya no es Carol Danvers, con su aspecto de playmate y su uniforme más de playa que de salvar planetas, sino la paquistaní Kamala Khan, primer personaje musulmán con colección Marvel. Los dioses tampoco se libran del cambio y Thor es una mujer. América Chávez, latina, lesbiana y superpoderosa, tiene su propia serie: Miss América. Hasta el inmortal Lobezno ha visto como la joven X-23 hereda sus garras, su violencia y su tebeo.

Una hermosa revolución merecedora de aplauso, ¿verdad? Bueno, aquí es donde se complica la cosa.El mes pasado, el vicepresidente de ventas de Marvel, David Gabriel, se vino arriba en el blog ICv2: «En las tiendas nos dicen que la gente no quiere más diversidad ni más personajes femeninos. No sé si es realmente cierto, pero es lo que apreciamos en las ventas. Los compradores dan la espalda a cualquier personaje diverso o mujer». Ay.

Al día siguiente intentó recular, pero ya era tarde. El lío estaba montado: Marvel culpaba de su crisis de ventas a los nuevos personajes de otras razas, culturas y sexo. El principal problema de los comentarios de Gabriel no es que fueran políticamente incorrectos, es que son mentira.

Aunque la cuota de mercado de Marvel cayó del 43% al 38%, el análisis colección por colección no respalda la tesis de que la diversidad mató a la estrella del cómic. De las 104 series que editó en 2016, 40 tenían un protagonista diverso y sus ventas se correspondían con la media general. Y varias de ellas, como Spiderman, Ms. Marvel, Black Panther o Thor residen entre las 10 más vendidas. El hundimiento de otros buques insignia de la casa, como X-Men o Star Wars, ha repercutido mucho más en la crisis que cualquier cambio de raza o género.Sin embargo, la polémica existe y la refuerza el efecto red social, que hace parecer mayoritario al nicho, sobre todo si el nicho está lleno de tíos blancos reaccionarios y enfadados. Cualquier variación en los personajes clásicos encuentra gritona oposición. No sólo lo ha sufrido Marvel: cuando se anunció el remake de Cazafantasmas protagonizado por mujeres, los puristas pusieron el grito en el cielo con una violencia inusitada y promovieron un boicot. Después, la película, que costó 144 millones de dólares, ingresó 263. Diríamos que el boicot salió regular. Cualquier lector de tebeos sabe que es innegable que el universo Marvel ha sido históricamente masculino (machista en algunos casos) y blanco. Como su público. Pero también sabe que Marvel nunca ha rehuido los temas sociales y políticos. Y este paso era lógico: no tiene sentido que el racismo lleve 50 años siendo uno de sus temas centrales, con la constante persecución a los mutantes, para luego racanear con la diversidad racial de sus personajes.En realidad, la alergia al cambio va contra el espíritu Marvel, que siempre ha creado versiones alternativas de sus héroes. ¿Nos vamos a escandalizar ahora porque Thor tenga pechos cuando le hemos visto ser una rana? En serio, ¡una maldita rana con martillo! La diferencia es que para estas variaciones siempre utilizó el recurso de los universos paralelos y ahora el cambio llega en nuestra propia realidad: la Tierra 616. Ésta es la gran novedad.Como lector fanático y hastiado, sospecho que el problema de Marvel ha sido el contrario al que se plantea: ha tardado demasiado en jubilar a sus mitos. Porque ¿cuántas veces pueden separarse Peter Parker y Mary Jane Watson antes de que nos dé exactamente igual su vida? ¿En cuál de las mil resurrecciones de Jean Grey perdió su valor de leyenda La saga de Fénix Oscura? ¿Cuántas Secret Wars y Civil Wars se publicarán antes de que nadie recuerde por qué fueron importantes las originales? Y así hasta el infinito. Si cada muerto hubiera permanecido enterrado y cada historia cerrada, los nuevos rostros tras las antiguas máscaras no nos parecerían una revolución, sino ley de vida. Muchas colecciones Marvel caen porque son aburridas, ya nos las sabemos. Y ahí es donde la casa que encumbraron visionarios como Stan Lee, Jack Kirby o Chris Claremont (todos hombres, todos blancos) necesita buscar nuevas ideas en distintos lugares. Como hizo con uno de sus mayores éxitos recientes, el Black Panther de Ta-Nehisi Coates, tremendo escritor y ensayista negro que (oh, sorpresa) dio al gran héroe africano más matices que nadie antes. No, no hay demasiada diversidad en Marvel: sigue habiendo poca. De autores, de miradas, de historias. Si solventan eso, dará igual hasta que Thor sea una rana.

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