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La maqueta del Unicornio, el barco de un antepasado del capitán Haddock cuya reproducción ocultaba un pergamino que acabó llevando a Tintín hasta el tesoro de Rackham el Rojo, es real. El creador del intrépido periodista, Hergé, mandó construir en 1942 un modelo de la goleta para inspirarse en los dibujos de uno de sus álbumes más emblemáticos, El secreto del Unicornio (1943). La maqueta ha sido subastada este lunes en Bruselas por 39.000 euros, en una venta de más de 200 objetos de coleccionista vinculados al universo del reportero del tupé.
Se trata de la pieza estrella de la subasta anual dedicada al mundo del cómic en la Galerie Moderne de Bruselas, en la que durante más de tres horas se han vendido un total de 527 objetos con pujas en línea, por teléfono o en la sala, donde finalmente se ha adjudicado el reconocible buque de El secreto del Unicornio. Con un precio de salida de 12.000 euros, la maqueta era ya conocida por los expertos, aunque estuvo desaparecida durante décadas y ha visto la luz de manos de los nietos del veterinario de Hergé, que cuidaba de sus gatos siameses y a quien se la cedió en 1960. El modelo, de unos 55 centímetros, con tres mástiles, cincuenta cañones y velas de lino, había permanecido hasta entonces en el despacho de Georges Rémi, el verdadero nombre de Hergé (acrónimo formado por sus iniciales escritas al revés —R.G.— y pronunciadas en francés).
Al avanzar en las páginas del álbum, que fue publicado originalmente por series en el diario Le Soir entre 1942 y 1943, el meticuloso autor decidió encargar al maquetista Gérard Liger-Bélair una reproducción del misterioso buque del caballero de Hadoque, antepasado del capitán Haddock, ya que quería más precisión para las viñetas de la batalla naval en la que el barco aparecía con detalle. El encargo, sin embargo, llegó tarde, y ante la presión del editor del periódico, el dibujante no pudo finalmente utilizar la maqueta acabada para retocar las más de 90 viñetas protagonizadas por el buque, aunque sí los planos del maquetista, ha explicado el biógrafo de Hergé, Philippe Goddin, durante la subasta.
"Hergé fue modificando poco a poco los dibujos que iban apareciendo en el periódico. El Unicornio evoluciona y cada vez está más perfeccionado, hasta convertirse en el que hoy conocemos en el libro, con dos filas de cañones, en lugar de una, o más detalles en la decoración", añadió. Para el experto, el hecho de que la maqueta "solo fuera empleada por el autor como referencia en el último momento es una prueba de su autenticidad", lo que la convierte en una pieza de museo.
"Es un barco mítico, forma parte de nuestra infancia", expresó el comprador, un belga ajeno al coleccionismo que prefirió mantenerse en el anonimato; "simplemente un enamorado del mar, inseparable de Haddock y de Tintín". El nuevo dueño del Unicornio, que bromeó con "romper el mástil" para encontrar el tesoro escondido en el pergamino —como ocurre en el cómic—, se mostró dispuesto a prestar la pieza a museos y exposiciones y "orgulloso" de que este icono de Tintín, que ha recibido ofertas de Canadá o Estados Unidos, entre otros países, se quede en el país de su creador.
El secreto del Unicornio también estuvo presente en la subasta con la venta por 2.200 euros de uno de sus primeros ejemplares, dedicado por el autor con un dibujo de Tintín y Milú y fecha de 1952. La segunda pieza más cotizada después de la maqueta del barco fue uno de los cien ejemplares únicos de Las joyas de la Castafiore (vendido por 21.350 euros), que Hergé regaló solo a amigos y conocidos, todos dedicados, en 1963. Otras pujas señaladas fueron las del ejemplar de Vuelo 714 para Sidney (1968), vendido por 7.900 euros, o tarjetas de felicitación navideñas firmadas por Hergé, una de ellas por 2.200 euros.
Muchos de los objetos vendidos pertenecen a coleccionistas, pero también a familias que los han encontrado por casualidad en el desván y han decidido separarse de ellos, explicó el experto de la Galerie Moderne, Johnny Kindt. Entre ellos destacan también figurines, alfombras, papeles de regalo, miniaturas de coche, vitolas de puro y sellos subastados entre los 100 y los 800 euros, así como una serie de placas esmaltadas vendidas alrededor de los 1.000 euros. Tintín, Haddock, Tornasol y otros compañeros de las aventuras de Hergé estuvieron acompañados durante la subasta por otros héroes de la historieta belga como los Pitufos, de Peyo, o Spirou, de Rob-Vel.