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Más allá de semejanzas obvias, hay una marca de origen que hermana al dibujante Paco Roca (Valencia, 1969) con el músico José Manuel Casañ (Valencia, 1963): un entorno contrariado con sus afanes creativos. Que ambos son tenaces perseguidores de imposibles queda claro en La encrucijada (Astiberri), el cómic-disco que han elaborado juntos, donde hablan de la música del siglo XX, de sus procesos creativos, de sus padres y de sí mismos, y que llevarán de gira por pequeños teatros en 2018.

La primera historieta que Paco Roca publicó fueron cinco páginas de sexo en una revista porno: Kiss Comix. La primera vez que José Manuel Casañ se escuchó cantar en la radio estaba amasando en la panadería de su padre.

Ni el padre de Casañ ni el padre de Roca veían con buenos ojos aquellas inclinaciones artísticas de sus hijos. Ni la música ni los dibujos les resultaban lo bastante serios a dos hombres venidos de la prosa de la posguerra. Hay en La encrucijada una suerte de retrato generacional, la de los niños de los sesenta que huían de las veredas conocidas. “Mi padre fue a verme a un concierto por primera vez cuando llevaba 15 años con la banda. Y nos queríamos con locura; tampoco es que tuviésemos mala relación. Los hijos también vamos enseñando a los padres. Él luego se jubiló, se relajó y tuvo la oportunidad de evolucionar”, reflexiona el líder de Seguridad Social en la librería madrileña Swinton & Grant, donde el jueves presentarán la obra. “Al mío tampoco le gustaba lo del cómic. Afortunadamente, tuvo la oportunidad de ver que me ganaba bien la vida con el dibujo”, tercia Roca. Y de presumir de los dos premios Goyaque recibió el dibujante por Arrugas, que presidieron la habitación del hospital donde pasó sus últimos momentos. Crecer a la contra, buscar el aplauso, son viejos estímulos para el arte. “Una de las mayores motivaciones a la hora de trabajar siempre es querer demostrar al mundo de lo que eres capaz”, reconoce en el cómic Casañ.

Del proceso creativo hablaron ambos cuatro años en interminables citas en un restaurante de Valencia. Cómo se hace un cómic, cómo se escribe una canción, cómo se convive con la industria, cómo se preserva la libertad creadora, cómo sobrevivir en la cima... “El éxito te hace perder la rabia por comértelo todo”, sostiene en una viñeta Casañ, compositor de éxitos de los noventa como Quiero tener tu presencia o Chiquilla. “Llegado a este punto nadie te dice: ‘Esto no mola; te estás equivocando’. Posiblemente, sea más fácil hacer tu peor obra cuando ya estás arriba que cuando estás subiendo”, replica Roca.

Concebido en origen como un libro de relatos gráficos a partir de canciones que secuenciarían la historia de la música popular contemporánea, el proyecto ha ido mutando después de alguna crisis de crecimiento. Quedó la espina dorsal: Casañ compuso las canciones que recorren en orden cronológico la música en el siglo XX a través de 11 géneros, que comienzan con una percusión africana y concluyen en el reggae, después de pasar por el blues, el son, la rumba o la psicodelia, entre otros.

Cada uno de estos temas tiene una equivalencia dibujada por Roca, que adopta un estilo gráfico vinculado al contexto histórico en que sonaban, ya sean Winsor McCay, Walt Disney o Moebius. Estas breves historietas se intercalan en una narración gráfica que el autor de Los surcos del azar ve como un híbrido entre el diario de a bordo de un largo diálogo con sus concesiones humorísticas —el dibujante cuenta un viaje en la comitiva del presidente Rodríguez Zapatero a China y Japón que tuvo momentos de “fiesta de Erasmus”— y un ensayo sobre la creación. “El grueso de la historia es contar la duda, la encrucijada. Y lo más difícil era hacer interesante una conversación. Me planteé no usar ningún recurso cinematográfico ni ninguna artificialidad para darle un carácter documental”, explicaba ayer el dibujante. “Para mí, es como el disco que llevo haciendo toda mi vida. Me ha resultado más natural de lo que pensaba, aunque me he metido en algunos géneros que no conocía como el heavy. Pero Paco me enseñó a estudiar, a ponerme las pilas para abordar cualquier tema. Me ha servido para conocerme más a mí mismo”, indica el músico.

Comparten marca de origen, pero distan de parecerse. Paco Roca sopesó tirar la toalla muchas veces, mientras que José Manuel Casañ no lo ha pensado nunca. Habría, eso sí, cambiado algo que ocurrió hace 34 años en una cola de la Seguridad Social: “Si hubiera pensado que el grupo iba a durar hasta ahora, me habría esmerado más con el nombre”.

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