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Permítanme la licencia de comenzar a hablarles de un icono a través de los ojos de otro. El año pasado visitó Madrid el novelista Joe Hill, hijo de Stephen King. Compartimos unas horas juntos y tuve la oportunidad de preguntarle cuál era el cuento más terrorífico que su padre le había contado en su infancia antes de ir a la cama. No dudó ni un instante: «Una historia que se inventó en la que Spiderman se iba a enfrentar al Duende Verde y, cuando estaba a punto de derrotarle, una gastroenteritis le hacía defecarse encima. En esas mallas ajustadas. Tuve pesadillas con eso durante semanas».

El personaje de Spiderman es hoy una franquicia multimillonaria, ha salido en diez películas, protagonizado varias series de televisión, vendido millones de muñecos.... No hay un niño en el mundo occidental que no conozca su nombre. Los creadores de hoy crecieron con sus historias, como es el caso de Joe Hill. Pero hace 56 años, cuando Spiderman no había entrado en el panteón de los mitos modernos, solo era una idea en la mente de Stan Lee y un boceto en el cuaderno de Jack Kirby, el dibujante habitual de Lee. Un boceto bastante malo, por cierto. En él aparecía un héroe adulto de calzoncillos por fuera, gafas de culo de vaso y pistola en mano. A Lee le horrorizó y llamó a Steve Ditko, un dibujante con 9 años de experiencia. Ditko había creado ya (aunque para otra historia) a Ben y May Parker, quienes acabarían siendo los tíos de Peter Parker, el perdedor gafe e impenitente que el dibujante, nacido en Pensilvania en 1927, insistió en que fuera.

Por aquella época, la incipiente Marvel iba a marcar el tono de la Edad de Plata de los cómics. Frente a la perfección sobrenatural de los personajes de DC, las creaciones de Marvel serían falibles, complejas, llenas de problemas del presente. El epítome de los personajes de la Casa de las Ideas sería ese Spiderman que no tiene dinero, que llega tarde a clase, que pelea por pagar el alquiler y que es el responsable de la muerte de su tío Ben. A Parker no le matan un familiar en un callejón oscuro cuando es niño, ni es el último superviviente de un planeta condenado, no. A Peter Parker es su soberbia y su vanidad con sus recién recibidos poderes tras picarle una araña la que acaba con su figura paterna desangrándose. Es un atracador al que él había dejado escapar el que le mata, no un accidente del destino.

La historia, dibujada y coguionizada por Ditko en el número 15 de la extinta Amazing Fantasy, tuvo unas ventas y una acogida espectaculares, que llevó al director editorial de Mar-tin Goodman a darle a Lee y Ditko la oportunidad de desarrollar al personaje en su propia cabecera, con fecha de portada de marzo de 1963. La colaboración entre ambos también llevó a la creación del Doctor Extraño y a varios números de Hulk y Iron Man, aunque sin duda sería la serie del héroe lanzarredes la que quedaría para siempre fijada en los libros de historia del noveno arte. Juntos crearían 38 números antes de partir peras por diferencias creativas. Ditko se marcharía de Marvel y volvería a Charlton, donde había iniciado su carrera, con menos ingresos pero más libertad, donde colaboraría en la creación de Blue Beetle, The Question y Atom. Y de ahí pasaría a DC Comics, aunque su presencia y su importancia en el mundillo iría declinando progresivamente hasta su práctica retirada en 1998. Era un hombre poco sociable, lo opuesto de ese titán de la comunicación y la autopromoción que era Stan Lee.

La policía le halló muerto el sábado, solo, de un infarto de miocardio que había sufrido días atrás. Solo y oscurecido, pero nunca olvidado del todo. Aunque pocos hacen el esfuerzo de recordar al segundo hombre en la Luna, ni al que sostiene los lápices para hacer realidad las ideas que otro pone en marcha.

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