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La Guerra Civil Española ha servido de fuente de inspiración para grandes obras literarias y cinematográficas que todos recordamos. Pero en los últimos años el cómic ha sido el que mejor ha retratado el conflicto, sus antecedentes y sus consecuencias, con grandes obras como El arte de volar y El ala rota (Antonio Altarriba y Kim), Dr. Uriel (Sento) o Los surcos del azar (Paco Roca). Sin olvidar los clásicos del gran Carlos Giménez (1936-1939: malos tiempos, Paracuellos).

Ahora Tomas Ortega nos sorprende con Las caras de la guerra. La Guerra Civil a través de los personajes de las viñetas (Asociación Cultural Tebeosfera), un imprescindible ensayo que reconstruye una historia social de la Guerra Civil, de forma cronológica, a través de los personajes que han protagonizado esos cómics y que están basados en personajes y hechos reales.

"El eje fundamental del libro -asegura Tomás- son los personajes de algunos de los cómics más celebrados de la escena de la novela gráfica española reciente. A mí parecer, el protagonista funciona como extensión y reflejo de la sociedad, y al mirar a través de este prisma, la identificación del lector con el personaje constituye un elemento de unidad al operar dentro de lo social por medio de una caracterización entre individuos dentro de la conciencia colectiva, y en este caso, con una memoria compartida".

En cuanto a la estructura del relato Tomás nos comenta que: "El impulso principal viene marcado por los tres ejes vertebradores de la obra que son: la Historia con mayúsculas, la literatura y el cómic y novela gráfica reciente vinculadas con el conflicto, entrelazados a través de los protagonistas de las obras de las historietas seleccionadas. La estructura viene dictada por los protagonistas de estas historias y a partir de ahí, sigue dos elementos principales: la evolución cronológica del conflicto y las zonas de influencia de los bandos enfrentados. Me parece que los ensayos deben ser más ligeros y fáciles de leer, aunque no estén exentos de riqueza documental y rigor. Por eso, considero más afortunada la línea anglosajona que la francesa, que es donde tradicionalmente se ha situado el ensayo en tierras ibéricas".

Lo curioso es que este volumen surge de su tesis doctoral: "El libro nace de la propuesta que hice al equipo editorial de Tebeosfera y, en esencia, surge de una atracción personal por el tema y el desarrollo de una tesis doctoral que estoy realizando sobre las relaciones entre literatura y cómic. Sin embargo, es un libro despojado de todo el aparato académico y modificada para un público más amplio. Es el paso de un lenguaje académico a uno ensayístico, lo cual hace la lectura mucho más accesible para el lector".

Un relato cotidiano

La idea del libro es acercarse a la vida cotidiana de la gente que vivió la guerra y que tan bien ha retratado el cómic con títulos como los mencionados. "Creo -asegura Tomás- que hubiera podido contar toda la guerra con cada uno de los personajes escogidos. Seguir cada una de sus peripecias sirve para comprender el momento histórico, yo lo que hecho es juntar sus periplos vitales dentro del contexto de la guerra. Ensamblar los contenidos históricos con las historias personales de los protagonistas ha sido lo más complicado en un sentido narrativo, pero a la vez ha sido el proceso más estimulante porque he podido desarrollar algunas técnicas literarias que es una parte importante de mi sensibilidad".

"La mayor dificultad ha sido seleccionar qué personajes corresponderían con los episodios de la guerra -continúa-, pero he de reconocer que las propias historias de los protagonistas pedían un acontecimiento de la guerra u otro y, a la postre, la tarea ha resultado más natural aunque no exenta de cierta dificultad".

Y es que, la producción de tebeos basados en la Guerra Civil es sorprendente. "Si nos ceñimos a la obra más reciente, es decir, de los años 70 hasta nuestros días, se puede estimar que hay alrededor de 350 obras de un total de 500 obras que tratan el conflicto. Según las estimaciones de Michel Matly en su trabajo El cómic sobre la Guerra Civil estima que habría cerca de 8.000 páginas, de las cuales 7.000 páginas en álbumes, y el resto, en historias cortas".

En cuanto a cómo ha retratado la guerra el cómic, comparándolo con otros artes como la literatura y el cine, Tomás nos comenta que: "Hay enormes diferencias, pero sobre todo por la madurez de cada una de estas artes. A diferencia de la literatura y el cine, la perspectiva del tiempo solo ha permitido recientemente al cómic poder abordar de una manera más compleja temas que abarquen cualquier ámbito de la experiencia humana. Su aproximación durante mucho tiempo estaba enfocada hacía el público al que se dirigía, el infantil y juvenil, y es recientemente cuando se plantean nuevas historias de una forma más trascendente. La literatura y el cine no han tenido este hándicap y han podido desarrollar historias con diferentes perspectivas. Sin embargo, excepto contadas excepciones me parece que este episodio no ha sido extraordinariamente contado por la literatura y el cine, lo que es una oportunidad para el cómic de superar estas artes y creo que no lleva mal camino, aún hay recorrido por hacer".

De Alfonso Zapico a Paco Roca

"Los títulos escogidos -añade el autor- responden a dos criterios principales, por un lado, obras recientes vinculadas con el movimiento de la novela gráfica y, por otro, a criterios de calidad y que ayudarán a explicar la guerra. Las obras seleccionadas tienen una capacidad de contar ese momento histórico cada una a su manera. La balada del Norte (Alfonso Zapico)  muestra la situación precedente en Asturias durante la Revolución de 1934, que será muy importante y una especie de ensayo de lo que vendrá después. Además, con la portada de Alfonso Zapico buscábamos representar a una gran mayoría de los que participaron y sufrieron la guerra. Creo que ha hecho un gran trabajo de concisión y la portada resulta efectiva".

"El caso de Dr. Uriel de Sento, nos muestra a uno de esos personajes que se encuentra en mitad de las guerras, como mucho de sus conciudadanos, y con el que vemos de forma muy trivial el comienzo de una gran catástrofe humana".

Tampoco faltan clásicos. "36-39, Malos tiempos de Carlos Giménez, es un clásico de la historieta y una obra fundamental sobre la visión del cómic acerca de la guerra, tanto por sus virtudes narrativas, como por sus defectos ideológicos -asegura Tomás-. Sin olvidar su obra de referencia acerca de la posguerra como es Paracuellos, un trabajo que al igual que 36-39 combina de forma magistral la pureza de la infancia y la aspereza del mundo adulto".

También -continúa Tomás- hay que mencionar Modotti, una mujer del siglo XX de Ángel de la Calle y Nuestra guerra civil, puesto que son dos trabajos muy relevantes, a mi parecer, Modotti, porque es una obra mayor dentro de la novela gráfica española y Nuestra guerra civil porque es un libro muy particular, una amalgama de distintos estilos y una buena muestra de historias anónimas que hasta ese momento habían pasado desapercibidas para el público".

"Es destacable -añade- la presencia de Paco Roca, tanto con Los surcos del azar como El ángel de la retirada, ya que es uno de los autores más celebrados y, sendas historias, aunque sobre todo la historia de la Nueve, son episodios fundamentales oscurecidos por los intereses políticos del momento y un reflejo de que la lucha contra el fascismo continuó para muchos después del final de la guerra".

Y Tomás finaliza con otro título mítico: "Obras como Cuerda de presas muestran las represalias con el bando perdedor y lo que Paul Preston llamará “El holocausto español”, un título que me parece bastante esclarecedor de la magnitud de la represión y la anécdota que incluyo de Himmler resulta escalofriante. Hay que respetar los deseos de los familiares de velar a sus muertos en un lugar, vengan de donde vengan. Resulta paradójico como algo tan cristiano como eso, les sea negado a estas personas desde sensibilidades de tradición católica".

Historias que no pudieron contarse durante mucho tiempo

Estos cómics también dan voz a personajes que no pudieron contar sus historias durante mucho tiempo. "Una de las claves del libro -asegura Tomás- son las vivencias de los personajes y muchos de los testimonios del libro se basan en la experiencia personal de parientes de los protagonistas. Durante mucho tiempo esas historias no se pudieron contar o no se consideraba primordial".

"Durante la guerra -añade-, la historieta en España estaba condicionada por los imperativos de las hostilidades y las ideologías predominantes de ambas zonas. En el bando golpista había dos revistas principales, Flechas, con ideología falangista, y Pelayos, de tendencia católico-tradicionalista de inspiración carlista que se acabaron fusionando al final de la guerra. En el bando sublevado las historias tenían un marcado carácter propagandístico, un maniqueísmo manifiesto y una tendencia a ridiculizar a los rojos como sinónimo del mal".

"En el lado de la República -continúa-, cada partido o tendencia política lanzaba sus historietas y el uso propagandístico se centraba en mayor grado en la imagen, ya que había un elevado número de analfabetos en el bando gubernamental. La tendencia iba hacía un sesgo más pedagógico y hacia el divertimento del soldado en las trincheras, ridiculizando sus propias filas en mayor grado. Con el final de la guerra y la dictadura, curiosamente hubo un silencio general, incluso dentro del franquismo y por razones obvias del lado republicano".

"Es a partir de la Transición y la llegada de la democracia -concluye Tomás- que se empieza a hablar de la guerra y se amplían y diversifican sus representaciones en el cómic. Pero en unas ocasiones el anhelo de cambio y la búsqueda de una paz social y, en otras, una juventud “alternativa “que considera que el tema no tiene cabida al considerar que no participaba en una sociedad que se estaba reinventado; hicieron que la representación de la guerra estuviera más limitada. Con la particularidad de unos años 90 silenciosos, será a partir del año 2000 que se desarrolla el tema en mayor grado y en el que se circunscriben las obras que aparecen en el libro".

Las dos Españas

En cuanto a ideas que perviven en el tiempo, como la de las dos Españas. Tomás asegura que: "La visión de las dos Españas es reduccionista, aunque habría que reconocer que esta idea contiene una alta capacidad de sintetizar cuestiones muy complejas. Es paradójico que esa imagen ejemplificada en Duelo a Garrotazos de Goya, de dos hombres condenados a matarse a golpes porque no tienen otra escapatoria, tiene una potencia visual ineludible, pero como señalo en el libro es fruto de la modificación desafortunada de un restaurador".

"Precisamente -añade- el libro pretende defender lo contrario, un carácter poliédrico como sostiene la historiografía seria reciente. Alguien que se considere equidistante y crítico no puede hacer más que diseccionar un conflicto como la guerra española, el peor tipo de guerra, por ser una contienda entre miembros del mismo país, de una manera muy cuidadosa. Uno de los grandes problemas de España es la falta de un relato común de la guerra, como de tantos otros momentos clave que son utilizados partidariamente".

"Yo siempre me pregunto -continúa- qué porcentaje de alumnos en Bachillerato, el tiempo dónde la inmensa mayoría de los ciudadanos tiene la única posibilidad de estudiar el conflicto con cierta profundidad y sentido crítico, llegan a dar su temario, por no mencionar la dictadura de Franco o la llegada de la democracia. Hay una falta de conciencia histórica y conocimiento del pasado en la sociedad española. Ocurre como ha ocurrido siempre, hay una atomización del conocimiento y se esgrimen argumentos estereotipados del Estado -identificado normalmente con el gobierno de turno- o de las diferentes regiones para calificar al otro, y son siempre argumentos pobres y simplistas. Desde los símbolos, las lenguas, hasta las diferentes sensibilidades son un arma arrojadiza para los otros, pero este es un problema histórico de difícil solución. Hacer de las virtudes defectos es una peculiaridad muy extendida en nuestras tierras".

El poder del cómic
Cada vez se discute más el poder que debe jugar el cómic en los colegios y las universidades, sobre todo para tratar temas tan complejos como la Guerra Civil. "El cómic es una forma de aproximación muy accesible a temas que de otra forma es posible que un público más amplio no se acercaría -asegura Tomás-. La capacidad de síntesis que ofrece la historieta para abordar determinados temas es un punto a favor. Me parece que cualquier tipo de herramienta que permita al ciudadano pensar en su propia sociedad que, en cierta medida, es fruto de los años precedentes, es fundamental".

"El cómic -añade- entra dentro de esa capacidad de reflexión puesto que ya se puede permitir abordar cualquier tema de la existencia humana. A mi parecer la memoria no debe ser una ley, la memoria es un legado común, pero sin tomar eso como un dogma de fe, sino como una referencia para la convivencia pacífica. Hay una acumulación de saber de generación en generación, una herencia, una especie de poso que vamos pasando a nuestros hijos y nietos. Y por desgracia los políticos convierten eso en leyes con planteamientos caducos o interesados".

"Prefiero el término memoria colectiva -añade Tomás- si hubiera que elegir alguno -añade Tomás-. Nunca es negativo reflexionar sobre el pasado personal si sirve para conocerse mejor, ocurre lo mismo para una sociedad, unos dicen que sirve para abrir heridas y para otros hay que cerrarlas, eso solo indica que hay una herida y que, a diferencia de otras sociedades, no ha habido una reflexión acerca de la historia común. Por eso invito a los lectores a pintar de rojo la herida de la viñeta final de El roto. Hay que aceptar la lección y mirar para adelante".

Destaca la excelente documentación que maneja Tomás. "Ha sido un largo proceso de documentación, a un interés personal por el tema y una curiosidad que ha se ido enriqueciendo con numerosas lecturas y documentación visual a lo largo de los años, se le ha sumado la investigación de la tesis doctoral. Por suerte he tenido la oportunidad de volcar una parte de este trabajo en este libro y no se quedará en la larga lista de deseos y trabajos académicos olvidados".

Cinco cómics imprescindibles para entender la Guerra Civil

Pedimos a Tomás que nos recomiende cinco cómics imprescindibles para entender la Guerra Civil: "Hacer listas siempre es muy complicado porque hay títulos que merecerían estar presentes, pero si tengo que elegir diría: Un largo silencio de Miguel Gallardo, por la emotividad de su texto y por la combinación de viñetas con las memorias escritas, 36-39, Malos tiempos de Carlos Giménez, por la virtud de la acumulación y condensar en episodios breves la suma de la guerra en toda su complejidad, El arte de volar de Antonio Altarriba y Kim, ya que todas las esperanzas del protagonista se concentran en la experiencia de esos tres años. La versión de Paul Preston de José Pablo García, que aunque el cromatismo y el tratamiento gráfico no siempre me entusiasma, es otro buen vehículo de acercamiento. Y, por último, Cuerda de presas de Jorge García y Fidel Martínez que representa la represión contra las mujeres republicanas tras la guerra".

En cuanto a sus proyectos, Tomás Ortega nos avanza que: "Quiero seguir vinculado con el mundo del cómic a través de colaboraciones como guionista y con trabajos teóricos, y pretendo terminar la tesis doctoral que comencé y que dio origen al libro. Al mismo tiempo, mi vocación principal es la escritura y la literatura, y busco un editor para una obra de cuentos ya publicados en audiolibro “Historias nómadas”, ahora corregidos y ampliados, que creo que merecen la consideración de figurar en un libro físico. Y en un horizonte un poco más lejano, planeo una novela que tengo en estado embrionario".

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