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El mundo de la cultura, como todos los demás, está lleno de estereotipos. Uno de ellos es el que tradicionalmente ha entendido que el mundo del cómic está hecho por y para hombres. A ello han contribuido algunas viejas rémoras: el 70% de los personajes de DC y el 75 de Marvel, las dos principales factorías del mundo de los superhéroes, son hombres.

Pero el cómic es, afortunadamente, mucho más que superhéroes. La temática es tan infinita como las sensibilidades de quienes los crean y leen. Y ya son varias las generaciones, tanto de hombres como de mujeres, que han crecido devorando viñetas… y haciéndolas. También en España, donde se refleja en el crecimiento exponencial de colectivos como la asociación Autoras de Cómic.

“Me encantan los cómics desde siempre”, cuenta la riojana residente en Barcelona Bea Tormo (Logroño, 1985), conocida como Triz, que ha publicado en revistas como El Jueves u Orgullo y Satisfacción, además de ilustrar para editoriales como Anaya o SM. “Al principio me presentaba a concursos para darme a conocer y conseguir algún dinero hasta que tuve la suerte de conocer a gente de la profesión que me dio una oportunidad”, recuerda. Pese a haberlas tenido, hoy vive de la ilustración, pero no de las viñetas. “El mercado del cómic nacional aún no es tan fuerte como para tener unos ingresos dignos”, lamenta.

Yeyei Gómez (Madrid, 1993) también se ha posicionado como una de las dibujantes e ilustradoras más reputadas de la actualidad. Al igual que Triz, empezó a dibujar y a participar en exposiciones desde niña. “Después fui buscando trabajos y haciendo cosas poco a poco hasta que me empezaron a llegar trabajos sin tener que buscarlos”, recuerda.

“Sí: vivo del cómic, de ilustrar y derivados”, cuenta Yeyei. “Sobre si me gano la vida bien o mal… no pienso que lo que me condicione sean tanto las tarifas de la ilustración y el cómic en España, aunque sean muy bajas en comparación con otros países, sino el precio de la vida: el alquiler en Madrid, la tributación... es difícil vivir de lo cultural”, reconoce.

“Esta es una profesión muy precaria”, lamenta Carla Berrocal (Madrid, 1983), otro nombre imprescindible para entender el buen momento que vive el cómic español facturado por mujeres. “A cambio tienes la libertad de horarios, puedes disponer de tu tiempo y es una profesión muy enriquecedora. Pero es difícil. Sobre todo, porque en este país a veces parece que si te dedicas a lo que te gusta es hasta ofensivo cobrar por ello”, ironiza.

“El cómic es una industria de la que viven libreros, editores y distribuidores, pero el autor sigue siendo el último mono”, denuncia Carla. “Por el trabajo de un año o año y medio puedes cobrar entre 1.500 y 4.000 euros, así que no compensa en absoluto: en España, si te dedicas a dibujar cómics es porque te gusta, no por que le saques partido”.

Más allá de la precariedad, surge de manera inevitable una pregunta: ¿Lo tiene más difícil una mujer en este sector? “En mi caso, nunca”, sostiene Tormo con contundencia. “El mundo del cómic es complicado, pero el género no ha sido un facto determinante”. En ese sentido, y aunque “aún que sigue habiendo mayor proporción de hombres, actualmente hay muchísimas mujeres. Las cosas están cambiando”, apostilla.

En opinión de Carla, “no es una cosa explícita. No te mira un editor y te dice que no te va a publicar por ser mujer, pero sí es verdad que existe una falta de visibilidad: es evidente que se promocionan más los cómics hechos por y para hombres”.

“La industria del cómic en España ha sido principalmente un mundo masculino”, recuerda Yeyei. “También ocurre que la invisibilidad que la historiografia da a las mujeres hace que recordemos a muchas menos de las que fueron”.

“La mujer siempre había sido excluida de las tramas, y no ocupó nunca los personajes principales”, recuerda Carla. “Durante décadas, lo que había era cómic asociado al género, con historias románticas o supuestamente pensadas para gustar a las chicas. Las cosas empezaron a cambiar cuando, en los años 90, el manga entró con fuerza en España y atrajo a un gran flujo de lectoras, de las cuales algunas se convirtieron después en autoras. Ahora, muchas se han convertido en referentes”.

En opinión de Carla, la explosión reciente del feminismo está ayudando mucho. “Está siendo maravilloso, pero aún sigue habiendo mucho trabajo por hacer para que haya más mujeres en el mundo del cómic: siendo muy optimista, diría que las mujeres seguimos siendo autoras de menos del 10% de lo que se publica este país”.

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