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Aunque sea de forma más lenta de lo que nos gustaría, poco a poco el cómic se abre paso en los colegios e institutos como una indispensable herramienta pedagógica. Y normalmente siempre es gracias a francotiradores como Pedro Cifuentes, un profesor de secundaria al que se le ocurrió llevar la historia del arte al cómic. Un proyecto que nadie quiso publicarle pero que, gracias a su tesón, ha terminado convirtiéndose en un éxito.

Historia del arte en cómic: El mundo clásico (Desperta Ferro Ediciones) es el primer tomo de esta futura colección. Pedro nos ha comentado cómo nació: “Soy lector de cómics desde que tengo uso de razón y me dedico a la enseñanza desde hace 10 años. Ya en mis primeras clases comprendí que la narrativa gráfica encierra un potencial educativo brutal, así que decidí explorarlo”.

“De la misma forma –añade-, creo que en los currículum educativos de ESO existe una laguna muy importante con respecto a la educación artística, cosa que se refleja en el escaso conocimiento de los alumnos al respecto. Mediante el uso del cómic como herramienta didáctica intento hacer nuestro patrimonio más cercano y despertar en los chavales ese “sentido de la maravilla” que los lectores de cómics conocíamos tan bien”.

“Finalmente -concluye-, he de añadir que existe un boom importante en cuanto apuestas por la didáctica desde las editoriales comiqueras, etc… Hace unos cuantos años me sentía como un profeta en el desierto (y por eso este proyecto surgió de un crowfunding que funcionó muy bien, me sobrepasó y llamó la atención de Desperta Ferro), pero cada vez son más las aventuras que orbitan esta onda. Ojalá todo esto acabe en un renacer del cómic juvenil”.

Este sábado 14 de junio, de 15:00 a 18:00, Pedro Cifuentes firmará en la caseta 96 de la Feria del Libro.

La futura colección

Este libro es la culminación de un proyecto personal para introducir el cómic en las aulas que ya le ha valido a Pedro Cifuentes reconocimientos como el Premio Nacional de Educación Para el Desarrollo. Le preguntamos en qué consiste exactamente: “Bueno, cada ejemplar de la obra (seis en total) desarrolla una etapa del arte. Su estructura es muy similar a la de mis clases, la de mi trabajo dentro del aula. Si allí me baso en la pizarra y los rollos de papel para congresos con los que dibujo mis explicaciones, aquí he trasladado todo en montones de páginas donde el humor es un componente esencial”.

Pedro nos comenta de qué va El mundo clásico: “En el primer tomo nos trasladamos a tradición grecolatina, recorriendo la Hélade, la antigua Roma y algunos de los vestigios más importantes de la antigüedad en la Península Ibérica. Hay también algo de espacio para hablar de mitología clásica, de los principales elementos del arte clásico y para que se paseen por ahí personajes tan curiosos como la poetisa Safo, Herodoro, Homero... incluso Leonardo Da Vinci”.

En cuanto a los otros cinco tomos de la colección, Pedro nos avanza que: “Ahora mismo estoy enfrascado en el segundo volumen, dedicado a la Edad Media. Si todo va bien y los de Desperta Ferro no se aburren de mí, los lectores van respondiendo y mi esposa y mi hijo me siguen poniendo las cosas fáciles, intentaremos sacar también un volumen del Renacimiento, otro del Barroco, el arte del siglo XIX, las vanguardias históricas y algo de arte contemporáneo”.

El cómic en el aula

Además de este volumen, el cómic es una herramienta imprescindible en las clases de Pedro Cifuentes. “Lo primero que he de decir -confiesa- es que los alumnos leen muy pocos cómics en general, o por lo menos, no se plantean que las viñetas puedan encerrar un valor educativo tan potente, así que su sorpresa es mayúscula cuando se descubren a sí mismos sintetizando temas complejas en tiras cómicas dibujadas por ellos que luego han de defender de forma oral”.

También les sirve para reflexionar: “En un mundo donde la sobre intoxicación de elementos visuales es masiva –asegura Pedro- con la lectura y creación de los cómics consigo que los alumnos frenen un poco, se sienten ante el folio, recapaciten acerca de formatos y estructuras compositivas que repercuten en un entorno de aprendizaje muy personalizado, universal y creativo”.

“Y mediante el uso de rutinas ‘Visual Thinking’, etc., consigo que desarrollen la creatividad y la imaginación, de tal forma que una asignatura tan árida como la mía se torna en algo divertido y motivador” -concluye Pedro-.

Los protagonistas del cómic

En el cómic, un profesor y sus alumnos recorren las ruinas, al tiempo que nos van enseñando la historia del arte de esos lugares universales. “El profesor –nos cuenta Pedro- es una especie de trasunto de mi propia persona, muy en la tradición de Sergio Aragonés (quien siempre se dibuja más guapo de lo que es). Junto a él, cinco alumnos recorren diferentes etapas de la historia utilizando la Magia del espacio entre viñetas para desplazarse por el tiempo y recorrer lugares muy lejanos”.

Por cierto que, al igual que Pedro usa una espada láser como puntero en sus clases, su trasunto en el cómic también se vale de ese instrumento para sus explicaciones.

“Cada uno de los alumnos tiene algún rasgo que lo hace cercano e identificable –añade-. A todos ellos les aburre sobremanera el arte y sienten vergüenza ajena de la ilusión con que su profe explica las cosas”.

“Al grupo también lo acompaña mi mascota, un perro con personalidad propia llamado Lómper, que “Esparce felicidad por las columnas y esculturas” –concluye Pedro-.

“El arte nos hace humanos”

Desde que dio sus primeros pasos, el hombre empezó a interesarse por el arte. Preguntamos a Pedro por qué tenemos ese impulso artístico: “Porque precisamente es el arte una de las principales cosas que nos hace humanos. El arte, la imaginación, la capacidad de fabular, componer y buscar sentido a lo que nos rodea por medio de la belleza y la creatividad”.

“Tal como le digo a los chavales, frente la tiranía de los apuntes en bolígrafos negros y azules, con los cómics se reivindica el color, la rotulación creativa, el lado bonito de las cosas” –añade-.

Dibujando el arte

Sorprenden los dibujos de Pedro Cifuentes, que combina la estupenda recreación de las obras de arte con la expresividad de sus protagonistas. ”La principal herramienta de aprendizaje que puedo concretar se encuentra en mi propio trabajo como docente –nos comenta-. Piensa que los dibujos y los esquemas que hago por medio de viñetas, dentro del aula, han de ser rápidos y sencillos para que todos puedan entenderlos bien en los 55 minutos que dura cada sesión”.

“Escuché a Miguel Gallardo (María y yo) hablar de cómo su experiencia con su hija María le sirvió para evolucionar como autor –añade-. Pues bien, salvando mucho las distancias, a mí me sucede algo similar: necesito comunicarme con mis alumnos y convencerles de que se pueden contar cosas con cómics, de que incluso ellos pueden crearlos desde su mirada con 11 o 16 años, así que me interesa mucho más una buena narrativa que un dibujo elaborado y estático”.

“Pienso que todo esto se refleja en el libro, donde la recreación de obras clásicas me ha llevado mucho tiempo y rodaje, pero tampoco resulta tan determinante como divertir al lector” –afirma-.

Sobre sus influencias, Pedro asegura que: “Nunca me he planteado cuáles son mis principales influencias, pero creo que la querencia por la tira cómica está por ahí: soy un fanático de Calvin y Hobbes, Cul de sac, Pogo o The Wizard of Id. Si sumas a esto un poco de Rumiko Takahashi (Ranma 1/2) y de escuela franco belga en la tradición de Franquin (Spirou) y compañía... pues igual te sale una bestia dibujística, pero me sonrojaría al pensar que puedo ser yo”.

Para terminar le preguntamos si le gustaría que otros profesores usen sus cómics para enseñar arte en los colegios: “Por supuesto. Me gusta pensar que Historia del arte en cómic se enriquece con el trabajo de mis compañeros, los cuales personalizarán mi propuesta dentro de su aula y la harán crecer de formas que no alcanzo a imaginar”.

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