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Había algo distinto en las orejas de Mickey Mouse. Era Mickey Mouse, sin duda, pero tenía un toque que le hacía peculiar. En eso pensaba el pequeño José Luis, en los 80, mientras leía la revista Don Miki. Era la primera vez que percibía la figura del autor –el artista Giorgio Cavazzano– al leer un tebeo. «Es igual, pero no es lo mismo. Aquí hay una persona, alguien que está dibujando a Mickey y es completamente diferente a los demás», se decía. Veinte años después, las calles de París se engalanaron para recibir el nuevo número de 'Spirou y Fantasio', uno de los tebeos clásicos de Francia, tan querido como 'Mortadelo y Filemón' en España o 'Tintín' en Bélgica. Spirou decoraba autobuses, marquesinas, lonas que cubrían enormes fachadas... Pero no era el Spirou de siempre. Había algo distinto; tenía un toque. Por primera vez en la historia otro artista se hacía cargo del personaje. Un artista que ni siquiera estaba en Francia. Estaba en el Albaicín, en Granada. Y su nombre era Munuera, José Luis Munuera (Lorca, 1972).

José Luis fue uno de esos niños que tarareaba a cada rato la canción de 'La Historia Interminable'. Le gustaba tanto el cine que se editaba sus propios fanzines para escribir críticas y recomendaciones. Tenía 10 años. «Pero el cine era temporal –recuerda–. Las películas desaparecían y no las volvías a ver hasta que pasaban unos años. Los cómics permanecían. Permitían observarlos con detenimiento. Y me convertí en un lector voraz. Quería formar parte de ellos». Es el primer café que Munuera se toma en una terraza tras el confinamiento. Un café solo doble. Y le está sabiendo a gloria. Llegó a Granada en 1990, para estudiar Bellas Artes, y se quedó. «Me sedujo la ciudad y la que es ahora mi mujer, claro –ríe–. Granada es una ciudad con una actividad subterránea cultural, al margen de la oficial, muy interesante. Una ciudad muy creativa. Y en el ámbito del tebeo es acojonante».


Munuera cumple 25 años como dibujante y guionista de cómics. En el mercado franco-belga es una institución, como Juanjo Guarnido o Francis Porcel. Ha publicado internacionalmente medio centenar de obras, a dos por año, todas creadas en Granada. Justo antes de la pandemia se lanzó en España el integral de 'Merlín' (Editorial Dolmen), uno de sus primeros trabajos en Francia; y el tercer volumen de 'Zorglub', su último éxito, de 2019. Entre ambos hay una carrera profesional brillante que comenzó en 1995, cuando la Universidad de Granada le publicó la historieta que le permitió formar parte del tebeo.

 Domingos en el infierno


Al terminar Bellas Artes, a mediados de los 90, Munuera se marchó a Barcelona para presentarse a las editoriales. «Allí me dijeron que quizás, por mi estilo, tendría más posibilidades en Francia». En 1994 se plantó en el Festival Internacional de Cómic de Angulema (el más importante de Europa) con 'No hay domingos en el infierno', el tebeo que le había publicado la Casa de Porras de la UGR. «Se lo enseñaba a todo el que tenía cara de editor y uno picó. Me dijo, un momento, que traigo a un guionista. Volvió con un joven de mi edad que estaba empezando». Aquel joven era Joann Sfar, dibujante, escritor y director de cine (suya es 'Gainsbourg, vida de un héroe', por ejemplo) que actualmente es un referente cultural en Francia. «Pero entonces los dos éramos unos chavales que queríamos abrirnos paso. Y lo hicimos juntos».

Del dúo Munuera-Sfar nació 'Merlín', una serie familiar que contaba las peripecias del niño que, un día, se convertiría en el hechicero más poderoso de Inglaterra. «Aquello me abrió la puerta a la más grande oportunidad profesional de mi vida. En 2003 me llamaron para encargarme de 'Spirou y Fantasio'. Aquello fue un pelotazo». La primera edición de su Spirou vendió 250.000 ejemplares, un éxito que proyectó un foco de luz muy poderoso sobre él. Tras realizar cuatro números, Munuera aprovechó aquella notoriedad para hacer una propuesta personal que «hubiera sido imposible sin haber pasado por Spirou». Una propuesta que implicaba a otro artista de Granada: Enrique Bonet.

«Estando en la Universidad, Enrique hizo 'El Juego de la Luna', un tebeo de 24 páginas que me fascinaba, con una potencia enorme. Propuse retomar ese guión y hacer una novela gráfica sin cortapisas, como realmente lo imaginaba: en blanco y negro, 130 páginas... El editor de 'Merlín' me respaldó, suponíamos que con el éxito de Spirou podría ir bien. Pero no fue bien. Fue mucho mejor». Fnac Francia decidió que 'El juego de la Luna' (editado en España por Astiberri) sería la vitrina navideña, una promoción arrolladora que cosechó un abrumador éxito de público y crítica. «Y a nivel personal, con Enrique, una de las mejores experiencias creativas que he tenido».

Así, conforme seguía con sus cómics más familiares y juveniles, inició otra línea más adulta. En 2011 desarrolló con Juan Díaz Canales (creador de 'Blacksad') 'Fraternity', una novela gráfica de ciencia-ficción multipremiada. «Admiro mucho a Juan. Pese a vivir un éxito monstruoso con 'Blacksad', él lo vivía con cautela, con humildad. Me pareció algo muy refrescante. Tiene un talento muy raro de encontrar: el sentido común».

Pero Munuera es esencialmente un dibujante cómico, caricaturesco; para todos los públicos. Con esa idea en mente, en 2014 y tras unos años muy prolíficos, empezó a escribir su propia historia: 'Los Campbell' (en España editado por Dibbuks), una serie que se publicaba periódicamente en la revista Spirou (sobrevive desde 1938; de las últimas que quedan en el mercado del cómic), sobre un pirata legendario que abandona sus aventuras para dedicarse a cuidar a sus hijas. Al tiempo, se terminaría convirtiendo en una serie de cinco volúmenes.

«'Los Campbell' confirmó algo que no sabía pero que intuía: tengo una voz. No es una voz de barítono cojonuda, más bien es como la de Sabina, cascaílla y con gracejo; pero es mi voz. Y me puedo expresar y contar cosas que me interesan, como la heroicidad de la paternidad, en un tono de comedia optimista, muy agradable de leer».

Su última serie publicada es 'Zorglub' (Dibbuks), protagonizada por uno de los malos recurrentes de 'Spirou y Fantasio'. «El cuarto tomo lo estaba empezando cuando llegó la pandemia... Trataba de un virus y me pareció poco oportuno. Así que de momento lo he dejado apartado». Sí tiene otros dos grandes proyectos entre manos. Por un lado, le han ofrecido hacer un número de otra serie franco-belga clásica, muy famosa, de la que todavía no puede hablar. «Le estoy dando un toque», dice.

Y, por otro, en la línea de 'El juego de la Luna', está adaptando uno de los cuentos menos conocidos de Herman Melville:'Bartleby, el escribiente'. En el relato de Melville, un oficinista que se dedica a la copia de documentos recibe a un amanuense que, simplemente, prefiere no hacer nada. «He estado tres años respondiendo al editor lo mismo: preferiría no hacerlo. Hasta que un día me encontré en esa historia. Tuve una idea. Es un reto complicado porque todo pasa en una oficina y con cuatro personajes. Pero va adelante».

 Amar lo tuyo

Con el café terminado, Munuera abre el cuaderno y se pone a dibujar. Es zurdo y coge el lápiz de una manera muy peculiar, retorciendo el pulgar. «Yo soy un friki que ha profesionalizado su hobby, como Guillermo del Toro –explica mientras tira líneas–. No porque sea ni una centésima parte de lo brillante que es él, sino porque comparto esa actitud de apasionado por el medio que estás haciendo. Guillermo ama el cine y hace cine porque lo ama. Yo amo el hecho de los tebeos. Aprendí a dibujar para contar historias, es mi lenguaje».

Sobre el papel aparece Zorglub, con su sonrisa socarrona, leyendo un ejemplar de IDEAL. «Lo de Granada es espectacular. Una pequeña ciudad de provincia con gente que destaca internacionalmente: Walta, Jiménez, Ortega, Porcel, Fernández... Tremendo». Y cada uno con su manera de dibujar las orejas de Mickey Mouse. Con su propio e irresistible toque. 


Fuente:  https://www.ideal.es/culturas/libros/albaicin-paris-irresistible-toque-munuera-spirou-campbell-20200603161701-nt.html

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