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Cuando Donald Trump eligió la semana pasada a Rex Tillerson como su secretario de Estado, los fanáticos de los cómics de superhéroes reconocieron algo que les sonaba. Tillerson era el director ejecutivo del gigante petrolero Exxon, empresa cuyo logo con doble XX, no tan conocido en Europa, lleva haciendo el mal en el universo Marvel casi desde tiempos inmemoriables. En el mundo de los cómics, y para evitar devastadores litigios, eso sí, Exxon siempre ha sido conocida como Roxxon, organización cuyo capitalismo extremo ha puesto contra las cuerdas en numerosas ocasiones a héroes como Iron Man o Los Vengadores. "Recordad, Exxon es una empresa tan famosamente horrible que ha sido referencia para un grupo malvado en Marvel durante 40 años", leía un tuit el día del anuncio del presidente electo de EE UU.

Buscar análogos del mundo real para narrar una situación muy por encima de la realidad ha sido una de las marcas de la casa de la historia de Marvel desde su nacimiento. A través de alegorías, ha narrado historias sobre drogas, la lucha racial y los derechos civiles, la guerra fría o incluso las manipulaciones del Gobierno de Richard Nixon, quien en las viñetas acabó con una bala en la cabeza en pleno despacho oval. Incluso Magneto y Charles Xavier eran vistos como una suerte de Malcolm X y Martin Luther King en la confrontación de sus ideales. "Nunca pensé en Magneto como villano", explicaba Stan Lee sobre el mutante.

Roxxon, en concreto, fue presentado en una de las etapas más politizadas del Capitán América, la de Steve Englehart, quien, además de narrar la historia del Watergate a lo Marvel, introdujo este gigante energético en su número 180, justo después de que Steve Rogers se desprendiera de su patriótico manto al no verse reflejado en los ideales contemporáneos de su país. El principal objetivo de la marca estaba claro desde su primera aparición: querían hacer dinero sin importarle ningún principio moral ni el medioambiente. La empresa estaba por encima de gobiernos y leyes. Igual que Hydra se identificaba rápidamente con los Nazis, la doble X era suficiente para que el lector avezado se percatara de la crítica a la multinacional real que tantas veces ponía en jaque el medioambiente con sus prácticas. Si bien en las viñetas todo sería narrado de manera exagerada, con coronas de serpiente que manipulaban la mente, nazis y viajes interdimensionales por medio. Los lectores más jóvenes, mientras tanto, podrían seguir leyendo una aventura de malos muy malos sin importar su contenido político.

El año en el que Roxxon se coló en las páginas de Marvel tampoco es casual. Era 1974, y el mundo pasaba por la gran crisis del petróleo. Por primera vez los ciudadanos cuestionaban, asimismo, la posición de los grandes consorcios de petróleo y cómo sus acciones afectaban a los humanos. Tras años de supertipos luchando contra comunistas como la Dinamo Carmesí o el asiático Hombre Radiactivo, un aliado capitalista e interno volvía a ser el enemigo más terrorífico. Un concepto que, echando la vista atrás a, por ejemplo, Qué bello es vivir y sus prestamistas y banqueros, tampoco era nuevo en la literatura. Hoy, sin embargo, es un concepto muy criticado por los conservadores. Cuando la nueva Los Muppets se estrenó con un petrolero como principal (y caricaturesco) villano, Fox News no tardó en montar una campaña para boicotear la cinta. Una crítica apuntaba que películas como estas, Happy Feet o Bambi eran "caballos de Troya de la propaganda antiamericana hechos para controlar a nuestros hijos". Casi nada.

Y es que empresas como Roxxon son en las viñetas la gran personificación del mal. Roxxon se dibuja como con poder ilimitado, influencia en los Gobiernos de turno y un escuadrón de secuaces de poca monta dispuestos a morir por protegerla. Se convertía así en un enemigo no solo en el campo de batalla, sino también en la sala de juntas, donde era principal competidor de Industrias Stark, empresa del hombre de hierro. Al final, el lector acabó descubriendo que la malvada había sido responsable incluso de matar a los padres de Tony.

Roxxon, que también ha llegado a Marte, ha tenido, además, su propia adaptación al cine y televisión, dejándose ver en el universo Marvel como villanos en la sombra de la serie Agente Carter y Iron Man 3, donde son acusados de un derrame de petróleo en el mar. Si hay alguna organización mundial a la que echarle la culpa, siempre es un objetivo fácil.

Con la llegada de Trump a la Casa Blanca, Marvel no debería dejar pasar esta oportunidad para recuperar a Roxxon en primera plana. Cuando hablan del mundo real, los cómics de superhéroes funcionan mejor. Una última recomendación al respecto: la etapa de Ann Nocenti en Daredevil, que, además de presentar una villana carismática como María Tifoidea y adentrarse en un Matt Murdock roto, se atrevió a mandar un mensaje contra la polución de las grandes fábricas y sus efectos tanto en las personas como en las ciudades.

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