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En 2009 se descubrió en Hohle Fels, Alemania, la escultura con forma de mujer más antigua que se conoce. Tallada en marfil de mamut y con una antigüedad de 40.000 años, la figura muestra unos senos y una vulva desproporcionados como ejemplo de fertilidad.

Aunque desde tiempos inmemoriales la humanidad ha representado a las mujeres a través del arte mostrando el cuerpo desnudo, con los siglos se comenzó a cubrir y a ocultar el sexo de las mujeres en estas representaciones. Lo que había entre sus piernas se convirtió en un misterio, desapareciendo hasta del lenguaje público.

La vulva, la vagina, el útero y los ovarios quedaron enmudecidos y estigmatizados principalmente por la cultura patriarcal y la religión, relegadosa su papel reproductor. Mithu M. Sanyal habla de ellos como silenciados, invisibilizados, vacíos... en Vulva: la revelación del sexo invisible.

El cómic feminista El fruto prohibido, de la ilustradora sueca Liv Strömquist, reeditado por Grijalbo, lanza en clave de humor un manifiesto sobre la historia social de la vulva y la importancia para el feminismo que tiene hablar de ello sin tabúes, fomentando la autonomía sexual y la reapropiación del cuerpo por parte de las mujeres.  El conocimiento de la vulva (y no solo de la vagina) la masturbación femenina, el orgasmo y la menstruación son algunos de los puntos en los que Strömquist decide ahondar.

"Quizá son gente crítica con nuestra cultura, donde lo que suele denominarse el órgano sexual femenino se oculta y se asocia a la indecencia, como si fuera un problema que no se debe hablar. Universalmente censurado, silenciado y relegado al ámbito  de lo vergonzoso" dice la ilustradora sueca al comienzo del libro. "Quizá piensen que la culpa es de nuestra cultura patriarcal, que lo convierte en un tema impúdico, pero existe un problema mucho más grave en nuestra sociedad y fueron los hombres que se han interesado por el órgano sexual femenino", explica la autora.

"Así como Colón se empeñó en bautizar distintos países, estos hombres desbordantes de energía colonizaron el cuerpo de la mujer con diferentes métodos hasta sus más pequeños, oscuros y húmedos rinconcitos", añade a su explicación. Desde John Harvey Kellog (sí, el de los cereales) y sus teorías de que la masturbación femenina provocaba cáncer de útero, epilepsia y locura; pasando por el doctor Isaac Baker Brown, conocido por extirpar el clítoris de las mujeres y fomentar la ablación en el siglo XIX para evitar que se tocaran o san Agustín, quien consideraba que las mujeres eran pecadoras y sucias y su cuerpo estaba alejado de la divinidad. Strömquist llega a John Money, creador de la clasificación del sistema binario de sexos.

Pero, ¿a qué se debe esta insistencia por alejar el placer y el autoconocimiento de las mujeres de sus cuerpos a lo largo de la historia?

"El problema está en el ámbito social y cultural. No se nos ha permitido que las mujeres habláramos de placer y la sexualidad. Hablamos de lo que le da placer al hombre, siempre desde una perspectiva muy masculinizada", explica Fabiola Trejo, psicóloga social y educadora sexual quien considera que la sexualidad en las mujeres ha sido reprimida y se utiliza para generar culpa o vergüenza.
Autonomía sexual

En momentos en los que cada vez se habla más de feminismo, Trejo considera que hace falta reflexionar sobre una verdadera autonomía de las mujeres, que pasa indiscutiblemente por la autonomía sexual. "La base del feminismo esta en la autonomía de los cuerpos. El patriarcado busca anular nuestro deseo y sexualidad, reducirlo al rol de madres, parejas, encerradas en casa o que la sexualidad de las mujeres esté relacionada con el placer masculino", señala mientras cuenta vía telefónica a Verne que "estamos construidas para el otro, incluso la relación con nuestros cuerpos tiene que ser descubierta por alguien más", explica Trejo, quien invita a todas las mujeres a tocarse, masturbarse y conocerse como un paso más de empoderamiento.


Los orgasmos femenino y masculino son iguales

"¡El tamaño del clítoris no se descubrió hasta 1998! (entre 7 y 10 centímetros)", explica Strömquist. "Estudios recientes indican que el clítoris es todavía más grande de lo que se cree, que sus terminaciones nerviosas podrían ramificarse extensamente por el cuerpo", detalla. "Vayan un poco más allá e imaginen que hasta decenios después del descubrimiento del verdadero tamaño del órgano se seguía describiendo mal en los libros de texto publicados en 2006 y que se usan hoy en día", sentencia la ilustradora quien considera que hace falta hablar de manera más clara del clítoris, la vulva, la masturbación y el orgasmo.

"¿Por qué la sociedad explica los orgasmos femenino y masculino como cosas diferentes? ¿Por qué el femenino es complicado, difícil de alcanzar y no demasiado importante para ellas, mientras que el masculino es fácil de alcanzar y una parte imprescindible de lo que se conoce como 'relación sexual'?

"El placer del hombre es algo que está dado y esperado, la relación sexual empieza con una erección y termina con una eyaculación, tiene que ver con el coito heterosexual. En el caso de las mujeres no se espera sexualidad, placer u orgasmo", reclama Trejo, quien además aclara que no existen diferentes tipos de orgasmos en las mujeres. "Todos tienen que ver siempre con el clítoris. El mito del orgasmo vaginal limita a las mujeres", añade.


Placer autogestivo
"La estructura del clítoris rodea a la vagina y si le enseñáramos eso a hombres y mujeres, entre otras cosas, entenderíamos de otra forma las relaciones sexuales". Trejo lo considera una "práctica de apropiación de nuestros cuerpos a partir del placer" y una forma de evitar relaciones de dependencia tóxicas. "Nuestro cuerpo no solo es para servirle al otro, cuando yo tengo orgasmos autónomos, placer autogestivo, que voy a compartir con alguien, es porque yo lo deseo y no porque necesite de alguien más", cuenta la capacitadora sexual.

"Si una mujer dice esto se rompe la estructura social en la que hay una dependencia vital de lo masculino. Una mujer apropiada de su cuerpo comienza a construir relaciones sociales y sexuales diferentes, libres de violencia", añade Trejo. "Te tienes a ti misma, eres autónoma y decides con quien estar".

"Aún quedan muchas cosas por descubrir de la sexualidad femenina", explica Strömquist. El fruto prohibido contribuye a ello empezando por algo tan básico como llamar a las cosas por su nombre.

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