Noticias

Artículos

Podcast

Post Page Advertisement [Top]


En un mundo cambiante y agitado, donde la tecnología corre y nosotros jadeamos, parece que Marvel es una de esas pocas cosas que permanecen, como la Coca Cola o la siesta (por ahora). Sus superhéroes siguen ahí, en su particular Olimpo, dominando la cultura pop sin importar el formato, antes en el cómic, ahora en el cine o, incluso, en los videojuegos: ventajas de tener universo propio y trasladable a distintos lenguajes. Todo vale para contar las historias de Spiderman, Hulk, Iron Man y compañía. Y eso es lo que hace Marvel, seguir entreteniendo a legiones y legiones de fans con sus personajes inmortales, aquí y allá, con un éxito que parece asegurado y que ni siquiera ha notado la pérdida de su padre creador, Don Stan Lee, de la que hoy se cumple un año. Un año en el que no se ha olvidado su figura (paseada en forma de cameo por los grandes taquillazos de su franquicia) y en el que su mundo sigue como siempre: creciendo en todas direcciones.

Lee, qué duda cabe, es uno de los nombres propios de este siglo y el anterior, y también el resultado de una costumbre muy estadounidense: la de personalizar empresas de éxito en una sola cabeza única y genial, como Walt Disney o Steve Jobs. Su importancia para la cultura popular es incuestionable, pero también lo son sus luchas creativas dentro de su propia compañía, y la atribución (muchas veces externa a él) de los méritos. Hablamos, hay que recordarlo, de un hombre que también era personaje, que vivía entre la realidad y el mito: todo en una sola biografía.

«A mí Stan Lee me interesa más como gestor que como creativo, habiendo tenido un papel creativo importante», explica al otro lado del teléfono Carlos Pacheco, dibujante de Marvel. Según él, uno de sus grandes aciertos fue el de rodearse de los mejores creadores del momento. «Stan Lee crea Marvel, y Jack Kirby crea a Stan Lee», bromea. A estos artistas les dio más poder, e inventó, «de manera casi casual», el «método Marvel», que consistía en involucrar al dibujante en el argumento del cómic, trabajando no tanto con un guión completo como con una sinopsis a partir de la cual desarrollar su material gráfico. «Eso cambió la forma de hacer cómics de superhéroes», asevera. Ahí es nada.

Para Antoni Guiral, autodenominado divulgador de tebeos (y crítico, guionista y editor), una de las grandes aportaciones creativas de Stan Lee fue la de humanizar a los superhéroes, convirtiéndolos en personas con problemas para pagar las facturas, como Spiderman. «Junto a varios dibujantes, fue el creador de diversos personajes que revolucionaron el campo de los superhéroes», afirma. También destaca su gran olfato comercial, y su capacidad para dirigir un catálogo como el de Marvel. Aun así, a él le gusta destacar una facetas no tan conocida, que es la de divulgador. «Dio conferencias por todo Estados Unidos, explicando muy bien lo que hacían en Marvel. Fue una gran tarea de divulgación que hizo por el cómic. Junto con su capacidad de gestión, su gran aportación fue transmitir su entusiasmo por este medio», subraya.

Pero más allá de los cómics, hoy Marvel –y de ahí su imperio– es más bien una empresa multimedia, que reina del cine y mete cabeza en los videojuegos. En eso, Lee también anduvo atinado, pues supo ver con tiempo que sus historias podían contarse en distintos formatos. «Fue el primero que promovió que sus héroes llegaran a la televisión, con las primeras series de Hulk o Spiderman. Incluso al mundo del disco: durante una temporada había discos de Spiderman, por ejemplo. Era una mente muy global, que intentaba abarcar todo. En ese sentido se parece a George Lucas», apunta Arturo González Campos, que el próximo 26 de noviembre publica «Marvel, ¡qué hermosa eres!» (Minotauro). En otras palabras: él entendió que lo que estaba haciendo era una mitología laica, que se podía llevar a cualquier cultura, como Star Wars.

Con todo, Pacheco recuerda que a día de hoy el principal responsable del éxito cinematográfico de Marvel no es Stan Lee, sino Kevin Feige, presidente de Marvel Studios. «No ha adaptado los cómics al cine, sino que ha creado a Marvel en el cine. Tengo la impresión de que de aquí a un tiempo acabará siendo una especie de Stan Lee», apunta.

Sea como fuere, no deja de tener gracia que una de las últimas creaciones de Stan Lee fuese una novela, que acaba de publicarse en España de forma póstuma. «Un juego de luz» (Duomo), escrita entre el propio Lee y la periodista Kat Rosenfield, dice mucho de la personalidad de este hombre. Al final de su vida, tras más de ocho décadas –se dice rápido– trabajando, decidió embarcarse en una nueva historia en un formato que no dominaba. Para más inri, cuenta la historia de unos adolescentes inmersos en una realidad (a veces distópica, otras utópica) marcada por la tecnología, como la nuestra, pero un poco más. Habla de youtubers, de hackers, de realidad aumentada, de transhumanismo, de cómo crece el odio en las redes sociales... El mundo cambia muy rápido, sí, y la tecnología corre, pero hay gente que es capaz de estar siempre ahí, en el esquivo presente, incluso con más de noventa años. Al pie del cañón y sin jadear. Hasta el final.

Bottom Ad [Post Page]

| Designed by Colorlib